Mediadores romaníes en Moldova permiten a familias romaníes disfrutar de sus derechos humanos
13 septiembre 2024
Cuando Raisa Demeniuk apareció en este asentamiento romaní una mañana reciente de verano, un grupo pequeño de niños romaníes salió corriendo de un bloque de cemento y cruzó el patio para saludarla. "¡Es Raisa! ¡Es Raisa!", gritaban, mientras los padres se unían a esta bienvenida informal.
Conocida cariñosamente como tía Raisa, Demeniuk es mediadora de la comunidad romaní, y hoy se encuentra aquí para ver cómo se encuentran Galina Mihai, Vijai Rusov y sus cinco hijos pequeños. Antes de que Demeniuk empezara a trabajar con la familia, esta familia romaní marginada no tenía documentos de identidad ni certificados de nacimiento, los niños no iban a la escuela y la familia no tenía derecho a asistencia sanitaria ni a prestaciones de protección social, factores que estaban agravando sus medios de subsistencia precarios y exclusión social.
Demeniuk, que ha recibido formación en derechos humanos a cargo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Moldova, tramitó los documentos de la familia a través de las estructuras locales. Gracias a Demeniuk, la hija mayor de la familia ahora acude a la escuela primaria, y dos hermanos menores van a la guardería. Cuando Galina se quedó embarazada de su última hija, Demeniuk la acompañó para darse de alta en el centro de salud. Todos los niños están vacunados, y los padres reciben prestaciones sociales para ayudar a mantener sus ingresos modestos como trabajadores agrícolas informales.
"Estoy muy agradecida a la tía Raisa porque nos ha ayudado absolutamente en todo", declaró Galina, de 27 años, mientras acunaba a su bebé de 6 meses en la puerta de su casa, a las afueras de la ciudad de Slobodzia. "Estamos teniendo dificultades y no sé qué haríamos sin ella. Es muy buena persona".
La minoría romaní lleva mucho tiempo sufriendo discriminación en todos los ámbitos de la vida, desde la vivienda a la educación, o el empleo y la atención sanitaria. Un programa dirigido por Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Moldova permite a las familias romaníes vulnerables de la margen izquierda del río Nistru/Dniéster disfrutar de sus derechos humanos e integrarse en la sociedad a través de una red de mediadores comunitarios romaníes con formación en la región.
La iniciativa de mediadores comunitarios romaníes, establecida por primera vez en la margen derecha del río Nistru/Dniéster, se amplió a la margen izquierda en septiembre de 2021, basándose en éxitos anteriores y guiándose por las mejores prácticas internacionales. El programa, que forma parte del Plan de Acción Conjunta de las Naciones Unidas One “Cross-river support to Human Rights” y financiado por Suecia, está teniendo un gran impacto a la hora de promover los derechos humanos de los romaníes, ha declarado Juliana Abramova, directora de programas de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Moldova.
Según un informe reciente de la Oficina, más de 650 romaníes vulnerables de la región se han beneficiado en el último año de los servicios prestados por los mediadores de la comunidad romaní, entre ellos, un mejor acceso a educación, atención sanitaria, seguridad social, una vivienda adecuada y al mercado laboral, y también a la hora de obtener documentación legal.
Como en muchos países europeos, la comunidad romaní de Moldova suele carecer de documentos de identidad, lo que dificulta su acceso a los servicios básicos y a los derechos humanos, y perpetúa su marginación y apatridia. Algunos romaníes nunca obtienen un certificado de nacimiento, al resultarles difícil cumplir los requisitos administrativos del Estado y contar con una escasa comprensión del valor de los documentos de identidad, situación que deja a familias enteras con niños al margen de cualquier forma de protección o inclusión social.
El programa ha demostrado ser un instrumento eficaz para empoderar a la comunidad romaní. Los mediadores romaníes, por medio de formaciones y seminarios organizados por la Oficina en Moldova, aprenden a resolver numerosos obstáculos administrativos y saben a qué autoridades y estructuras deben acudir para cada trámite administrativo. Si no pueden resolver el problema y necesitan conocimientos especiales, saben dónde pedir apoyo jurídico profesional. Los propios mediadores romaníes son miembros de la minoría romaní y viven en estas comunidades, con lo cual pueden comunicarse mejor con las familias, conocen los valores y tradiciones y comprenden los retos a los que se enfrentan.
Abordando las desigualdades
La Oficina también ha ayudado a establecer asociaciones entre mediadores romaníes y estructuras locales y proveedores de servicios como escuelas, guarderías, hospitales, servicios ambulatorios, centros de empleo, oficinas para tramitar la documentación de la población y servicios sociales para abordar las desigualdades y la discriminación de los romaníes y encontrar soluciones prácticas.
"La minoría romaní es considerada uno de los grupos más marginados de Europa, y Moldova no es una excepción", ha afirmado Abramova. "Como parte del mandato de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Moldova, potenciamos la igualdad y prevenimos y abordamos la discriminación de los romaníes en los dos lados del río Nistru/Dniéster".
Abramova, que trabaja estrechamente con mediadores de la comunidad romaní en la región, ha señalado que el número de niños romaníes matriculados en la escuela e instituciones preescolares en las zonas donde trabajan los mediadores romaníes ha aumentado significativamente, y que las tasas de abandono escolar entre los niños romaníes han disminuido. En algunas localidades, los mediadores contribuyeron a organizar actividades extraescolares para ayudar a los niños romaníes con sus deberes e impartieron lecciones básicas a niños romaníes con índices de bajo rendimiento.
Gracias a los mediadores romaníes, también ha aumentado el número de mujeres embarazadas dadas de alta con un médico, lo que les permite recibir atención sanitaria y revisiones periódicas, ha explicado Abramova. Además, ha aumentado la vacunación de los niños romaníes y el número de adultos que cursan formación profesional, lo cual les abre las puertas a un empleo legal.
Además de ayudar a los romaníes a acceder a los servicios públicos básicos, las familias romaníes perciben a los mediadores como Demeniuk como ángeles de la guarda. A veces llevan comida o leña a las familias, acompañan a las madres a ver al médico, ya que muchas son analfabetas, o pasan por casa por si alguien se encuentra mal. Los mediadores también intervienen para resolver conflictos entre niños romaníes y no romaníes en las escuelas o hablan con la administración escolar para asegurarse de que las rutas de los autobuses cubren las zonas donde viven estos niños.
A Demeniuk le gusta recordar a los padres romaníes la importancia de que sus hijos vayan a la escuela y obtengan un título académico. Demeniuk, activista romaní desde hace mucho antes de convertirse en mediadora romaní, ha revelado que la formación organizada por la Oficina en Moldova le ayudó a comprender mejor los derechos humanos y cómo reivindicar los derechos humanos de los romaníes.
"Cuando empecé a trabajar como activista, me enfrenté a muchos problemas intentando ayudar a las familias romaníes, pero no podía resolverlos por no saber cómo", ha explicado. "Cuando finalmente obtuvimos los documentos, solicitamos y conseguimos las prestaciones sociales (para la familia de Galina). Fue una gran alegría para nosotros. Mis colegas de trabajo también me felicitaron".
Mediadores de la comunidad romaní
Refugiados
Aunque los romaníes se enfrentan a un sinfín de problemas de discriminación e inclusión, la situación de quienes son precisamente refugiados puede ser aún más compleja. Es el caso de Inna y sus dos sobrinas adolescentes.
Sasha y Stephania provienen de la vecina Ucrania. Las dos niñas huyeron de la guerra en compañía de su madre en 2022 y se fueron a vivir con Inna, la hermana de la madre de las niñas. Sin embargo, la madre murió de una enfermedad cardiaca poco después. Desde entonces, Inna ha intentado obtener la tutela legal de Sasha y Stephania, con el temor de que se las arrebaten y las envíen a un orfanato. Como las niñas carecían de documentos legales, ha sido una batalla ardua para la familia.
"Quiero que las niñas tengan un futuro", ha indicado Inna, de 30 años, que vive en un apartamento humilde en la ciudad de Bendery, en la margen izquierda del río Nistru/Dniéster, con las dos niñas y su marido, un obrero informal de la construcción.
"Quiero que estudien, obtengan un diploma, se apoyen mutuamente y permanezcan siempre juntas. Ya han sufrido mucho. Quiero a estas niñas como si fueran mis hijas. A veces no como para darles comida", ha revelado.
Una mediadora romaní, Vasilisa Avtutova, se enteró del caso a través de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Moldova, y ha ayudado a la familia a tramitar los documentos de tutela y a obtener los papeles necesarios para que las niñas puedan asistir a la escuela local. Inna ha relatado que no podría haberlo hecho sola, ya que no tenía confianza para comunicarse con las distintas estructuras locales ni todos sus documentos legales en regla.
Tras meses de presentar documentación administrativa y suplicar a las estructuras locales, la tía Vasilisa, como la conocen en la familia, hace poco consiguió los documentos de tutela para las niñas. Sasha, de 16 años, y Stephanie, de 14, van ahora a la escuela, y la familia ha empezado a recibir prestaciones sociales en julio de 2024.
"No me imagino cómo estas familias romaníes podrían haber resuelto sus problemas sin mediadores. Incluso para nosotros no es fácil", ha concluido Avtutova, que lleva tres años como mediadora romaní.
"El proyecto romaní es como una luz dentro del túnel".
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Gracias a la asociación con Derechos Humanos de las Naciones Unidas y a las sesiones de formación, he aprendido a dónde puedo dirigirme para proteger los derechos del pueblo romaní.
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RAISA DEMENIUK, MEDIADORA DE LA COMUNIDAD ROMANÍ