El barrio serbio de Crvena Zvezda: Victoria romaní contra el desalojo
09 febrero 2024
"Sentía como si viviera en la Edad de Piedra. Y pensar que tengo que soportar algo así en el siglo XXI", comentó Mevla Čupi, una mujer romaní de 60 años que ha afrontado inviernos brutales sin electricidad en su lucha contra el desalojo de su casa cerca de la ciudad de Niš, en el sur de Serbia.
Čupi es una de los 550 residentes del asentamiento de Crvena Zvezda cuyas vidas se hicieron insoportables con los cortes de electricidad prolongados a los que les sometieron para obligarles a marcharse.
"Desde 2011, todo el asentamiento estaba conectado a un único contador de electricidad y recibía una única factura, por lo que no podían saber su consumo individual y las deudas se acumulaban", explicó Aleksandra Petrović, oficial de derechos humanos en Serbia. "Pero el problema fundamental se reducía a una disputa legal y de propiedad sin resolver. Cortar la electricidad fue uno de los métodos de presión para que se fueran".
El crecimiento de una comunidad
La historia de Crvena Zvezda comenzó en la década de 1960, cuando se asignaron 37 apartamentos a familias que habían perdido sus hogares en las inundaciones devastadoras en torno al Niš. Con el tiempo, el asentamiento llegó a tener 105 casas, y la propiedad del terreno estaba compartida entre la ciudad de Niš y una empresa privada.
Los problemas surgieron en 2007, cuando la empresa, en su afán de desarrollar su parte del terreno, presionó a la ciudad para que desalojara a los residentes que se interponían en el camino del desarrollo comercial. De este modo, comenzó un tira y afloja prolongado que enfrentaría a intereses empresariales poderosos con la comunidad local a la que trataban de desalojar.
La empresa intensificó sus esfuerzos por desalojar a los residentes con cortes masivos de electricidad en 2011, 2014, 2016 y 2018. Algunos duraron más de medio año durante el crudo invierno.
Las condiciones de vida se deterioraron y los residentes se reunían en un centro social local en busca de calor e higiene.
"Los niños que asistían a la escuela eran los más afectados al carecer de instalaciones para bañarse y pasar parte de sus días en total oscuridad, con miedo constante al fuego, ya que dependían de velas", relató Tamara Simonović, directora del centro social Group for Children and Youth Indigo.
"Durante los apagones, muchos residentes acudieron a nosotros para cubrir sus necesidades básicas de higiene, sobre todo las familias con niños pequeños porque disponíamos de baño con agua caliente. El centro ayudó a educar a los habitantes de Crvena Zvezda sobre sus derechos y les proporcionó servicios esenciales”.
Durante el tercer apagón de 2016, los residentes hartos de las condiciones tan duras que tenían que soportar, recurrieron al equipo de Derechos Humanos, lo que derivó en una visita por parte de Petrović.
"Entré en todas y cada una de las casas y dentro encontré a gente asustada sentada en la oscuridad.Vi a niños que habían sido operados, mujeres embarazadas, personas con discapacidad, niños con asma incapaces de llenar los nebulizadores", aseveró. "Para colmo de males, las casas se calentaban con leña, lo que empeoraba aún más una situación sanitaria precaria. El humo era perpetuo, y el uso de velas para alumbrarse provocaba un riesgo continuo de incendio. El problema de la electricidad era solo la punta del iceberg. El reto verdadero era cómo resolver el problema de la vivienda".
Su visita daría el pistoletazo de salida a un proceso que empoderaría a la comunidad y le permitiría participar por primera vez en las decisiones que concernían a sus vidas.
Empoderamiento de las comunidades locales
A los seis meses de la visita de Petrović, el equipo de Derechos Humanos organizó una conferencia a la que asistieron representantes del gobierno, académicos y más de cien participantes, entre ellos representantes de los asentamientos romaníes, que ahora tenían una plataforma desde la que expresar su determinación de quedarse en el lugar.
Hasta entonces, el planteamiento municipal se centraba en trasladar a los residentes a otro lugar y buscarles una vivienda adecuada. Ese planteamiento cambió con la elección de la alcaldesa Dragana Sotirovski.
"Cuando me reuní con los residentes, me di cuenta de la conexión profunda que tenían con sus casas", aclaró Petrović. "No querían mudarse. Tal vez como mujer y madre, simpatizo de forma natural con estas mujeres en lo más esencial de mi ser. Así que empezamos a buscar soluciones que mejoraran sus condiciones de vida al tiempo que les permitieran continuar en su comunidad”.
Encontrar una solución sostenible
Tardó años, pero finalmente la ciudad de Niš designó Crvena Zvezda como zona para viviendas sociales en 2023, con planes para construir apartamentos para todos los residentes y ayudar a promover la inclusión y la diversidad invitando a familias no romaníes a mudarse al asentamiento.
Los planes de construcción ya están en marcha y la ciudad de Niš está recaudando fondos para iniciar las obras. Mevla Čupi se perfiló como líder de esta lucha.
"Los romaníes también tenemos derechos", afirmó Čupi. "Derechos Humanos de las Naciones Unidas nos enseñaron a luchar por nuestros derechos. Ahora nadie puede obligarnos a marcharnos. Pronto nos mudaremos a casas mejores, dejaremos atrás el pasado, pero sin olvidar nunca la lucha que nos trajo aquí”.