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Racismo

Treinta años después, Sudáfrica sigue desmantelando el racismo y el legado del apartheid

17 abril 2024

Torres gemelas: Las torres pintadas son un icono emblemático del municipio de Soweto a las afueras de Johannesburgo (Sudáfrica).  Créditos:  Michael Schofield/Unsplash

Rethabile Ratsomo afirma que son las pequeñas cosas las que le recuerdan el "lugar" que ocupaba en la sociedad sudafricana.

Están los desaires verbales y las miradas de reojo en los lugares de trabajo, donde se la considera una persona contratada por el programa B-BBEE (Broad-Based Black Economic Empowerment, programa sudafricano destinado a fomentar y transformar la participación de la población negra en la economía del país) y, por tanto, incapaz de realizar el trabajo. No faltan los comentarios pasivo-agresivos de sus compañeros, que la felicitan constantemente por lo bien que habla inglés. Ha vivido las microagresiones cotidianas que forman parte de su vida.

"Pertenezco a la generación nacida libre y, a pesar de haber nacido después de la llegada de la democracia a Sudáfrica, mi raza sigue desempeñando un papel importante en mi ser como sudafricana", afirma Ratsomo, de 29 años, que en la actualidad trabaja en la Red contra el Racismo y en la Fundación Ahmed Kathrada. "Muchas personas siguen normalizando la discriminación racial y perpetuando comportamientos nocivos. El racismo sigue estando muy extendido".

Treinta años después del fin del apartheid, Sudáfrica sigue enfrentando su legado. El acceso desigual a la educación, las diferencias salariales, la segregación de las comunidades y las enormes disparidades económicas persisten, en gran parte reforzadas por las instituciones y actitudes existentes. ¿Cómo es posible que el racismo y la discriminación que lo acompaña sigan teniendo tanto peso en esta nación, en su mayor parte poblada y gobernada por personas negras?

El racismo está profundamente arraigado en el tejido económico, espacial y social de este país. Refleja el legado de opresión y sometimiento del apartheid y el colonialismo. Aunque se ha avanzado en la eliminación de la lacra del racismo, es necesario que todos y todas pongamos de nuestra parte para que desaparezca, afirma Abigail Noko, representante de la Oficina Regional del ACNUDH para África Meridional.

"El desmantelamiento de estos sistemas racistas y discriminatorios tan arraigados exige compromiso, liderazgo, diálogo y promoción para poner en marcha políticas antirracistas que apliquen las normas de derechos humanos y proporcionen un marco que ayude a abordar y rectificar estas injusticias y a promover la igualdad", añade.

Libera tu mente y lo demás vendrá después

El proyecto de desmantelar los sistemas racistas en un lugar como Sudáfrica debe ir de la mano del proceso de descolonización, tanto a nivel institucional como individual, afirma el profesor Tshepo Madlingozi, miembro de la Comisión Sudafricana de Derechos Humanos.

"La historia ha demostrado que, a menos que hayas descolonizado tu mente, vas a ponerte en la piel del opresor y oprimir a otras personas una y otra vez", asevera.

Los comentarios de Madlingozi forman parte de una mesa redonda sobre el desmantelamiento de los sistemas racistas en Sudáfrica que se celebró durante el Festival de Derechos Humanos en Johannesburgo en marzo, coincidiendo con el Día Nacional de los Derechos Humanos y el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. El debate, patrocinado por la Oficina Regional del ACNUDH para África Meridional, contó con tres ponentes que ofrecieron respuestas a la pregunta general: ¿cómo puede desmantelarse el racismo presente en la "nación del arcoíris" para lograr la libertad, la igualdad y la justicia para todos y todas?

Samkelo Mkhomi, activista veinteañera por la justicia social y la igualdad, coincidió en la necesidad de un cambio de mentalidad interna, sobre todo entre los jóvenes. Contó que se había dado cuenta de que muchos de sus compañeros nacidos libres, es decir, nacidos después de la instauración de la democracia en Sudáfrica, albergan actitudes recelosas y desconfiadas hacia otras razas. Mencionó a un amigo que desconfía de todos los blancos. Cuando Mkhomi le preguntó el motivo, le dijo que "por lo que hicieron en el pasado". Calificó esta falta de comprensión entre sus compañeros de hereditaria y de gran obstáculo para avanzar.

"Tenemos percepciones y estereotipos que hemos heredado de la familia, de experiencias sociales, experiencias que no son nuestras", aclaró Mkhomi. "Y lo hemos utilizado como modelo para ver a los demás. Una vez que nos deshagamos de eso como jóvenes, creo que podemos empezar a avanzar y desmantelar el racismo".  

Madlingozi señaló una forma de hacerlo centrándose no solo en los incidentes racistas individuales, sino también concienciando e impulsando políticas en las instituciones que desmonten los modos de trabajar actuales.  

"Lo importante es que hayamos desmantelado las instituciones, las culturas que perpetúan el racismo", afirmó.  “Porque de no hacerlo, habrá negros y un gobierno negro que seguirán perpetuando el racismo porque esa es la naturaleza del racismo institucionalizado. Así pues, centrémonos en los derechos humanos individuales. Centrémonos en la justicia social, pero donde más importa es en la opresión estructural institucionalizada".

Ensombreciendo el panorama

Open cells in Constitution Hill. Under Apartheid, Constitution Hill was a prison, that at one point housed many political prisoners, including Nelson Mandela, Oliver Tambo, Winnie Madikezela-Mandela and Albertina Sisulu.  Credit: OHCHR ROSA

Celdas abiertas en Constitution Hill. Durante el apartheid, Constitution Hill fue una prisión que albergó a numerosos presos políticos, entre ellos Nelson Mandela, Oliver Tambo, Winnie Madikezela-Mandela y Albertina Sisulu. Créditos: Oficina Regional del ACNUDH para África Meridional

Las cicatrices del apartheid son profundas y han dejado un legado de segregación, discriminación y desigualdad.  Prueba de ello son las claras disparidades económicas del país. Un informe del Banco Mundial sobre la desigualdad en África Meridional elaborado en 2022 otorgaba a Sudáfrica la triste distinción de ser el país más desigual del mundo.

En el informe se indicaba que el 80 % de la riqueza del país estaba en manos del 10 % de la población. Y es la población negra la que más encaja en la categoría de los más pobres.  El informe culpa directamente a la raza de las disparidades de ingresos.

"El legado del colonialismo y el apartheid, arraigado en la segregación racial y espacial, sigue reforzando la desigualdad", según el informe.

La división espacial refleja la económica.

El genio maléfico del apartheid fue el proyecto de segregación, ya que permitió al Gobierno no solo separar a las personas basándose en categorizaciones arbitrarias, sino también crear diferencias materiales entre las comunidades para reforzar la idea de diferencias raciales reales, afirmó Tessa Dooms. Estas clasificaciones raciales también fomentaron la idea de que los distintos grupos debían competir por los derechos humanos básicos, la dignidad y las oportunidades económicas, añadió.

"El gobierno del apartheid no se limitó a establecer categorías, sino que les dio un significado material real", aclaró Dooms, Directora de Programas de Rivonia Circle, durante la mesa redonda.  "Mientras esas categorías signifiquen algo en el mundo, todavía nos queda trabajo por hacer, para deshacer el apartheid, para deshacer el colonialismo, y para descolonizar".

Para ello, Dooms recomendó una visión práctica de cómo sería una Sudáfrica descolonizada, siendo muy específica sobre los resultados deseados. También instó a los grupos privilegiados a que acometieran el trabajo arduo de ayudar a crear más igualdad. Hasta que las personas con privilegios no se esfuercen en ampliar el acceso a ellas, el ciclo continuará, añadió Dooms.

"No podemos dejar la creación de un mundo más justo en manos de las personas más afectadas por la injusticia", explicó. "No es justo, ni correcto y tampoco funcionaría".

Acciones concretas

En todo el mundo, el largo camino hacia la libertad recorrido por Sudáfrica tras el apartheid le ha granjeado una reputación internacional como líder en los esfuerzos mundiales para combatir el racismo. En 2001, Sudáfrica acogió la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que derivó en la Declaración y Programa de Acción de Durban (DPAD). La DPAD es una hoja de ruta que ofrece medidas concretas para que los Estados combatan el racismo, la discriminación y la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. 

A group of students learn more about human rights during a discussion at the Human Rights Festival. Credit OHCHR ROSA

Un grupo de estudiantes aprende más sobre los derechos humanos durante un debate. Crédito: Oficina Regional del ACNUDH para África Meridional

Una de las grandes recomendaciones fue que cada país creara su propio Plan de Acción Nacional (PAN).  El plan es un medio a través del cual los gobiernos codifican localmente su compromiso de actuación, con pasos concretos sobre cómo combatirán el racismo. Sudáfrica puso en marcha su plan en 2019, con la asistencia técnica de la Oficina Regional del ACNUDH para África Meridional. Esta asistencia adoptó diversas formas, como la participación en las consultas que condujeron al PAN final y ayuda para establecer estructuras de apoyo para su aplicación, y el apoyo a la investigación y otras labores para contribuir al desarrollo de sistemas de recogida de datos sobre cuestiones relacionadas con el PAN.

"Los derechos humanos desempeñan un papel crucial en el desmantelamiento del racismo al proporcionar un marco para abordar y rectificar las injusticias históricas, promover la igualdad y garantizar el tratamiento justo y digno de todas las personas", afirmó Noko.

Otros sectores han sido pioneros en la aplicación de enfoques innovadores para eliminar los restos del apartheid.  Los programas de diversidad empresariales y gubernamentales, como el B-BBEE y la Ley de Equidad en el Empleo (Enmienda) de 2020, pretenden fomentar la diversidad y la equidad en el lugar de trabajo.

Ratsomo, de la Fundación Ahmed Kathrada, señaló que estas y otras iniciativas para abordar la cuestión subyacente de qué hacer con el racismo que aun existe en el país son fundamentales para acabar con él. Todo el mundo debe aprender, hablar y actuar frente al racismo, la discriminación racial y las formas conexas de intolerancia, indicó.

"El punto de partida para abordar y desmantelar el racismo sistémico es comprender que ser antirracista no solo significa estar en contra del racismo", explicó. "También significa ser activo y alzar la voz contra el racismo siempre que lo presenciemos. Cuanto más comprendamos el racismo, más fácil nos resultará identificarlo, hecho que nos permitirá alzar la voz y actuar contra él cuando veamos que se produce".

A sculpture of a police officer overlooks the prison that housed Nelson Mandela  at Constitution Hill. Since the 1990s, the site has been the home of South Africa’s Constitutional Court and is a living museum telling the story of the country’s journey from colonialism to Apartheid to democracy. Credit: OHCHR ROSA

Una escultura de un agente de policía domina la prisión que albergó a Nelson Mandela en Constitution Hill. Desde los años noventa, el lugar ha sido la sede del Tribunal Constitucional de Sudáfrica y es un museo viviente que revela la historia del camino que ha recorrido el país desde el colonialismo al apartheid y a la democracia. Créditos: Oficina Regional del ACNUDH para África Meridional