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Cambio climático

Es necesario escuchar las opiniones de los niños y niñas sobre la crisis climática

20 septiembre 2023

Asesores infantiles del Comité de los Derechos del Niño se reúnen con el Jefe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas Volker Türk. © ACNUDH

«Los niños y niñas de todo el planeta están demandando que se tomen medidas, y nosotros exigimos a los gobiernos que hagan frente a la crisis climática ahora,» instó Aniva, de 17 años, procedente de las Islas del Pacífico.

Esmeralda, de 16 años, procedente de Perú, declaró que los delitos medioambientales estaban acabando con la naturaleza y la humanidad, y preguntó directamente al público presente: «¿El dinero es más importante que el medioambiente?»

Kartik, de 17 años, procedente de India, aseguró que tanto el planeta como los derechos de los niños y niñas se encuentran en un momento crítico: «No es que solo se nos acabe el tiempo; es que ya ha sonado una señal de alarma para que tomemos medidas inmediatas y decididas ahora.»

Aniva, Esmeralda y Kartik son asesores infantiles del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas. Ellos tomaron la palabra durante la publicación por parte del Comité de una opinión que ha tenido amplio alcance, la cual afirmaba que los Estados tienen la obligación legal de proteger a los niños y niñas de la degradación medioambiental y de los efectos adversos del cambio climático.

En una Observación General, pionera que abarca 20 páginas, el Comité afirmó que los niños y niñas tienen derecho a un medioambiente limpio, sano y sostenible, y que este derecho está implícito en la Convención sobre los Derechos del Niño.

La Observación General del Comité llega en un momento en que jóvenes de todo el planeta están situándose en primera línea de la batalla para proteger al planeta y están llevando cada vez más a los tribunales a gobiernos y empresas por su incapacidad para proteger sus derechos humanos de los daños que provoca la emergencia climática.

Acceso a justicia y reparación

Redactada con la colaboración de niños y niñas procedentes de todo el mundo, la Observación General No. 26 acerca de los derechos del niño y el medioambiente, con especial atención al cambio climático, también afirmó que los niños y niñas tienen derecho a participar en los procesos de toma de decisiones sobre cuestiones medioambientales a la vez que hacía un llamamiento a los Estados a facilitar a los niños el acceso a la justicia, permitiendo a los niños y niñas presentar recursos legales en los tribunales.

«Hemos afirmado con toda claridad que los niños y niñas tienen derecho a un medioambiente limpio, sano y sostenible, y que este derecho está consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual ya ha sido ratificada por 196 estados,» declaró Ann Skelton, Presidenta del Comité de los Derechos del Niño.

Skelton señaló que las repercusiones de la Observación General podrían tener un gran alcance, desde incrementar la participación de los niños en el debate sobre el cambio climático hasta obligar a los gobiernos a realizar evaluaciones sobre los efectos para los niños que tiene la legislación y políticas relacionadas con el medioambiente, además de exigir a las empresas que asuman una mayor responsabilidad a la hora de buscar soluciones.

«Se trata de una interpretación autorizada de la Convención sobre los Derechos del Niño la cual podría ser utilizada por los Estados a la hora de desarrollar leyes y políticas además de convertirse en una fuente de derecho internacional,» afirmó Skelton, a la vez que añadió que esta opinión reconoce el derecho de los niños a recurrir a los tribunales para obligar a los gobiernos a adoptar medidas frente al cambio climático.

En concreto, la Observación General viene a decir: «Los niños deben contar con acceso a asistencia letrada gratuita y de cualquier otro tipo que sea apropiado, incluyendo asistencia jurídica y representación jurídica efectiva, además de ofrecérseles la oportunidad de ser escuchados en cualquier procedimiento judicial o administrativo que les afecte.»

La observación añade que con el fin de limitar el riesgo económico en el que puedan incurrir los niños que presenten ante los tribunales casos de interés público relacionados con cuestiones medioambientales, los Estados deben considerar «medidas adicionales destinadas a reducir los costes en que incurren los niños y niñas que han optado por la vía judicial.»

Agentes del cambio

Desde Portugal hasta las comunidades indígenas en Australia, hasta el Estado de Montana, en EE.UU., una generación en aumento de jóvenes defensores y defensoras de derechos humanos está asumiendo el liderazgo a la hora de presentar litigios por cuestiones medioambientales con el objeto de exigir responsabilidades a gobiernos y empresas.

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, declaró que los niños y niñas están dando un paso hacia adelante como «agentes del cambio», reclamando a los que ostentan el poder que actúen con la urgencia y ambición necesarias para hacer frente a los daños medioambientales en todo el mundo.

«Los niños y niñas se han situado a la vanguardia de una oleada de litigios pioneros en todo el planeta la cual tiene el potencial no solamente de asegurar una mayor rendición de cuentas por parte de gobiernos y empresas, sino también de activar cambios fundamentales en el enfoque sobre estas cuestiones,» declaró Türk.

Child advisors of the Committee on the Rights of the Child meet with the UN High Commissioner for Human Rights, Volker Türk in Geneva. © Petre Oprea/OHCHR

Asesores infantiles del Comité de los Derechos del Niño se reúnen con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Türk, en Ginebra. © Petre Oprea/ACNUDH

Con el fin de elaborar el contenido de la Observación General, el Comité puso en marcha una serie de consultas, que incluyeron a niños y niñas, así como la organización de talleres temáticos de expertos. Más de 16.000 niños y niñas procedentes de 121 países participaron en las consultas para elaborar la Observación General.

«Eco-ansiedad» y depresión

En el documento, el Comité declaraba que los países deben abordar la vinculación existente entre los daños medioambientales y la salud mental de los niños, como por ejemplo las depresiones y la «eco-ansiedad», tanto en términos de respuesta como de programas de prevención por parte de las autoridades de salud pública y educativas.

También señalaba que la degradación medioambiental, incluyendo la crisis climática, suponía «una forma de violencia estructural dirigida contra los niños y niñas,» y que esta estaba afectando a una serie de derechos de los niños, que incluyen el derecho a la salud, a la educación, a un nivel adecuado de vida, así como el derecho al juego y el descanso.

Dirigiéndose al Comité, George, un asesor infantil de 16 años, explicó que los derechos de más de 90.000 niños y niñas en su ciudad natal de Kabwe, en el centro de Zambia, están siendo afectados negativamente por la contaminación, que se refleja en niveles de plomo en su sangre que supera en nueve veces el límite de plomo que recomienda la Organización Mundial de la Salud.

«El plomo perjudica a los niños y niñas de muchas maneras; baja su coeficiente intelectual, afecta a su salud sexual y reproductiva y a su desarrollo, y en algunos casos desafortunados puede conducir a la muerte,» indicó.

No obstante, el estado de ánimo entre los asesores infantiles era una mezcla de orgullo y celebración.

Madhvi, una niña de 12 años de edad procedente de EE.UU., quién se describió a sí misma como una «guerrera por el clima», declaró que le producía muchísima ilusión ver como tantos niños y niñas de todo el mundo habían participado en la elaboración del documento del Comité. Elisabeth, de 17 años, de Rwanda, contó que esperaba que una versión adaptada para niños de la Observación General sirviera para espolear a más niños y niñas a luchar por conseguir cambios positivos, mientras que Maya-Natuk, de 17 años y procedente de Groenlandia, dijo que ahora era responsabilidad de los niños y los adultos por igual el poner en práctica la Observación General.

Olt, un niño de 17 años procedente de Kosovo[1], resumió el espíritu que impera en los jóvenes defensores y defensoras de derechos humanos que se sitúan en primera línea de todas las crisis medioambientales.

«El futuro es nuestro,» aseguró. «Conseguiremos un futuro mejor, conseguiremos un futuro sostenible y ecológico.»


[1] Todas las referencias a Kosovo deben interpretarse en el contexto de la resolución 1244 (1999) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas