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Tortura y tratos inhumanos

Un relato de resiliencia: De víctima de la tortura a terapeuta

31 mayo 2016

“Me detuvieron el mismo día del golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende, en septiembre de 1973. Me arrestaron en el hospital donde trabajaba y me torturaron en la comisaría central de policía, en relación con un supuesto plan secreto, denominado ‘Plan Zeta’, concebido para asesinar a los policías y sus familiares”, afirma Jorge Barudy. “No puede decirles nada al respecto, porque ese plan nunca existió”.

El Dr. Barudy, que ahora tiene 66 años de edad, recuerda su trayectoria de superviviente de la tortura en Chile a terapeuta para víctimas de la tortura y fundador del centro EXIL, que ha obtenido varios premios y cuenta con el apoyo del Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura (UNVFVT, por sus siglas en inglés). Su relato es una de las nueve historias que figuran en la nueva publicación titulada From Horror to Healing: A life-saving journey supported by the UN Fund for Victims of Torture. [Del horror a la curación: Un viaje que salvó vidas con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura].

“Me llevaron a la ciudad de Temuco, que había sido convertida en un campamento de prisioneros. En el autobús en el que la policía nos trasladaba a la prisión, empezó mi resistencia”.

Barudy, que ya era médico, y otros miembros del personal del hospital, memorizaron los números de teléfono de familiares y amigos, intercambiaron consejos sobre supervivencia y trataron de animarse mutuamente, a medida que los trasladaban a la prisión. “Antes incluso de saberlo”, afirma, “ya había empezado a trabajar como terapeuta de víctimas de torturas”.

La estrategia que los presos desarrollaron para sobrevivir a su calvario se basó en la solidaridad. También elaboraron un plan médico secreto para cada nueva víctima de torturas que llegaba a la cárcel, mediante el cual le proporcionaban conversación y técnicas de relajación, a fin de calmar su angustia.

“Estábamos construyendo un contexto que hoy en día se denomina ‘resiliencia’ [capacidad de recuperación]”, explica el Dr. Barudy. Cuando lo sacaban de su celda para someterlo a torturas y aplicarle la picana eléctrica, Barudy afirma que podía sentir el apoyo de sus camaradas.

La capacidad de recuperación fue la base de la futura labor terapéutica del Dr. Barudy, que durante años ha investigado en torno a esta técnica, hasta llegar a ser un experto eminente.

En diciembre de 1973, tras pasar tres meses en prisión, el Dr. Barudy fue puesto en libertad súbitamente y enviado al exilio en Perú, con la ropa que llevaba puesta por todo equipaje. Su esposa y sus dos hijos le acompañaron.

Dos años después se establecieron en Bélgica, donde el Dr. Barudy desarrolló su carrera de medicina y se convirtió en neuropsiquiatra. Durante 40 años ha trabajado con refugiados y víctimas de torturas, a través de los centros EXIL de Bélgica y España. Tan sólo en el centro de España, 4.500 víctimas de torturas y otros traumas han recibido tratamiento.

Aunque el Dr. Barudy ha llegado a ser un terapeuta experto en el tratamiento de las víctimas de torturas, reconoce que él mismo será siempre un paciente.

“A través de mi labor como psiquiatra y psicoterapeuta con víctimas [de violaciones ] de derechos humanos, prosigo con mi propia terapia y trabajo para superar la violencia y la tortura que han dejado huellas en mi vida”.

El Dr. Barudy reconoce el apoyo decisivo que ha recibido del UNVFVT y afirma que ese respaldo “ha sido esencial para la labor que EXIL lleva a cabo y para mi propia recuperación. El Fondo proporciona un apoyo fundamental a los miles de agentes de la sociedad civil que trabajan con solicitantes de asilo, muchos de los cuales son víctimas de la tortura”.

Desde 1981, el UNVFVT, que cumple este año su 35º aniversario, administrado por el ACNUDH en Ginebra, ha repartido más de 168 millones de dólares estadounidenses entre más de 630 organizaciones que prestan asistencia médica, psicológica, social y jurídica a las víctimas de torturas.

31 de mayo de 2016