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El cambio climático y el envejecimiento de la población son los mayores desafíos de nuestro tiempo. En particular, el cambio climático tiene un efecto desproporcionado en ciertos grupos, debido a su edad, su movilidad, su dependencia, así como la condición física, emocional o mental. Esto es agravado por la pobreza y la ubicación, como las zonas rurales remotas o zonas costeras.

Las personas de edad son especialmente vulnerables en situaciones de desastre. Las dificultades para oír o ver pueden limitar el acceso a la información y el conocimiento de la gravedad de la situación de emergencia. Los problemas crónicos de salud o necesidades particulares de las personas de edad pueden retrasar o prevenir la fuga y la evacuación. Las personas de edad también pueden ser reacias a llegar hasta un abrigo o buscar refugio.

Mientras la vulnerabilidad de las personas de edad en situaciones de desastre está recibiendo cada vez más atención, aún queda mucho por hacer para mitigar y reducir el impacto de los desastres en las personas de edad y para asegurar que sus derechos están protegidos en todo momento.

Al mismo tiempo, es esencial reconocer que las personas de edad tienen capacidades y pueden contribuir con la preparación y respuesta ante los desastres. Las personas de edad deben ser sujeto y actores en las políticas de gestión de la reducción del riesgo de desastres y la resiliencia: