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Violencia contra la mujer

Madre liberiana insta a poner fin a las iniciaciones forzadas y las prácticas nocivas secretas

26 noviembre 2021

Deborah Parker was vocal in her efforts to have her kidnapped daughter returned. © Maken Tzeggai/OHCHR Liberia

Deborah Parker no va a quedarse callada. 

“No me importa si me matan o si intentan hacerme daño”, declaró con mirada desafiante e ira ante una cámara.  “Hay otras madres en mi misma situación, pero no están dispuestas a hablar de ello. Pero personalmente, soy madre y necesito que se haga justicia por esos niños y mi hija”. 

Parker se encontró en una situación que es la pesadilla de cualquier padre o madre:  El 28 de septiembre de 2021, su hija de 15 años iba caminando con su amiga por las calles de Mount Barclay, una ciudad cercana a Monrovia, cuando una mujer vinculada a los zoes (líderes tradicionales) les amenazó con llevarlas a Sande Bush, una sociedad secreta para mujeres en la que la iniciación incluye la mutilación genital femenina (MFG), por causar supuestamente alteraciones del orden público.

Se supone que las personas no deben hablar de Sande Bush, ni de lo que sucede ahí, por miedo a las represalias de otros miembros. Sin embargo, Parker, que se inició en Sande de niña, dijo que no le importaba. Solo quería recuperar a su hija.

La campaña de Parker fue verbal. Se presentó ante la comisaría local de policía y oficinas gubernamentales. Concedió entrevistas a emisoras locales, así como a periódicos. Su mensaje era el mismo: devolvedme a mi hija.

“Hago un llamamiento a las mujeres liberianas. Necesito que nos alcemos ante estas mujeres tradicionales [que se llevan a nuestros hijos]. Hay muchas mujeres ahí fuera que son víctimas de la misma práctica cultural. Les hago un llamamiento para que se unan a mí y luchemos juntas”.

Posteriormente, el 10 de noviembre, más de seis semanas después, le comunicaron que su hija y otras 42 niñas habían sido trasladadas a otra ubicación de la ciudad. Parker acudió al lugar donde se había enterado que retenían a su hija, la cogió y se la llevó a casa.

Pero el daño ya estaba hecho: le habían sometido a la MFG y había perdido semanas de colegio.  

La MFG es una cuestión de derechos humanos

Sociedades culturales como Sande (para mujeres) y Poro (para hombres) históricamente han proporcionado formación a jóvenes adultos ante la ausencia de estructuras de educación formal y, en tiempos más modernos, se han convertido en lugares para transmitir los conocimientos tradicionales.

Pero un informe de la Misión de las Naciones Unidas en Liberia* publicado en 2015 constató que algunas de estas prácticas tradicionales y culturales tenían una repercusión muy negativa en los derechos humanos, y que se contraponían a las obligaciones internacionales y regionales en materia de derechos humanos de Liberia.

Liberia ha firmado y ratificado varios instrumentos de derechos humanos regionales e internacionales para garantizar que las mujeres y niñas queden protegidas ante todas las formas de violencia y discriminación. Entre ellos se encuentran, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Además, en 2018, el entonces presidente Ellen Johnson-Sirleaf firmó una orden ejecutiva que prohibía la MFG en niñas menores de edad. Esta orden expiró en 2019 y no se ha tomado ninguna medida hasta ahora.

Uchenna Emelonye, representante nacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Liberia, resaltó que la MFG había sido un punto central en gran parte de la labor de la Oficina, en particular, la renovación de la práctica en un contexto de derechos humanos.

“La MFG es una cuestión de derechos humanos, constituye una violación de los derechos humanos”, explicó. “Y defender esta causa es a lo que nos dedicamos aquí en Liberia”.

“No me estoy manifestando en contra de la cultura”.

Las reivindicaciones públicas de Parker para el regreso de su hija y la demanda de justicia para aquellos raptados a la fuerza no es lo habitual, afirmó Maken Tzeggai, representante nacional adjunto de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Liberia. Es la primera vez que un miembro de la sociedad Sande se hace oír en los medios de comunicación sobre los tradicionalistas que inician a la fuerza a personas en Sande y que demanda justicia de forma continua, añadió.

“Trabajar con ella ayudará aún más a continuar con la causa que empezó y podría cambiar la percepción de otros zoes (practicantes Sande bush) y el público en general”, declaró Tzeggai.

No solo se trata del secuestro de unas niñas. En octubre de 2021, un miembro del personal de las Naciones Unidas fue secuestrado y reclutado en la sociedad Poro mientras se desplazaba a casa. Estuvo retenido una semana antes de que la intervención de las Naciones Unidas contribuyera a su entrega a la familia, y sin librarse de una iniciación en la sociedad Poro.

El secuestro de niñas y de otras personas en las calles y forzarles a sufrir ritos brutales como la MFG no son parte de la cultura, argumentó Parker. 

“No me estoy manifestando en contra de la tradición”, aclaró Parker. “[Pero esta] tradición [en particular] debería dejar de existir, porque si fuera buena, no provocaría dolor ni traumas a los niños”.

Además, afirma que los zoes tratan la Sande Bush como un negocio, en vez de la inculcación de una tradición. Dicen a los padres, cuyos niños se llevan, que tienen que pagar por los alimentos y la estancia de sus hijos mientras permanecen en la escuela bush. Y esos padres suelen ser los más pobres de la comunidad, que apenas pueden permitirse los pagos. En el caso de la hija de Parker y de otros niños sustraídos, los zoes pidieron hasta 45 $ por niño para su liberación.  Cantidad en un país donde la renta media es de 900 $ al año. 

“Si la sociedad Sande fuera buena, no pedirían dinero”, según Parker. “La sociedad Sande no influye positivamente sobre nosotros. Solo sirve para sacar dinero a los pobres”.

Libre, pero la lucha por la justicia prosigue

El día que Parker liberó a su hija, su frustración había alcanzado la cuota máxima. Le habían comunicado el lugar donde su hija y otras 42 niñas estaban retenidas, por lo que irrumpió allí y cogió a su hija.

“Si tenéis algún problema con que me lleve a mi hija, entonces ¡llevadme a juicio!”, advirtió a los zoes, mientras se encontraba al teléfono con un funcionario de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Parker intenta conseguir un resarcimiento que ayude a recibir asesoramiento psicológico para su hija, así como recuperar parte del dinero que le obligaron a entregar a los zoes. Está presionando para que la mujer que raptó a su hija y a otras niñas reciba su castigo.

“Queremos que se haga justicia en contra de [la miembro Sande Bush], la cual se llevó a los niños al centro bush y los entregó a otras personas para que realizaran la MFG. Queremos que condenen a esa mujer por el gran daño que causó. Si queda libre, no tendremos paz”.

Y sigue alzando la voz. 

Parker ha contado su historia al consejo tradicional de Liberia (el órgano que supervisa a los líderes culturales y tradicionales como los zoes), y en el que representantes que supervisan a la sociedad Sande afirmaron que lo ocurrido a su hija no forma parte de su cultura. Ha hablado con funcionarios del gobierno local y nacional sobre el secuestro y los esfuerzos posteriores por liberar a su hija. Todavía sigue interviniendo en la prensa, hablando con las ONG y organismos internacionales, y solicitando apoyo.

Y Parker insta al gobierno a poner fin a la práctica de la MFG y quiere apoyo internacional para conseguirlo.

“No quiero que esto le pase a nadie más”, aseveró Parker.  “Insto al gobierno a prohibir la MFG de Sande Bush. Pero también pido a la comunidad internacional que ayude a ejercer presión a mi gobierno, porque ellos solos no lo harán”.

Este relato forma parte de la campaña 16 días de activismo* contra la violencia de género. La campaña anual comenzó el 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) y finaliza el 10 de diciembre (Día Internacional de los Derechos Humanos).

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