La historia de Soumayya: Una lucha audaz contra la mutilación genital femenina
01 diciembre 2017
Su madre falleció poco después de que ella naciera, a causa de complicaciones de salud derivadas de la mutilación genital femenina (FGM, por sus siglas en inglés), explica Soumayya. Tras el parto, su padre se negó a que Soumayya y sus hermanas tuvieran que someterse a esa práctica. En Sudán, país donde creció, la FGM es una práctica a la que las niñas tienen que someterse cuando cumplen seis años.
“Como no me habían practicado la ablación, me insultaron durante toda la infancia”, dijo Soumayya.
“La gente me señalaba y decía: ‘no le han hecho la ablación, no es una buena chica’ ”.
Pasados los 20 años de edad, tras la muerte de su padre, le dijeron que tendría que someterse a la ablación para contraer matrimonio.
“Pues dije que no, de ninguna manera. Me negué a que me mutilaran. Y por eso no me casé”.
En vez de casarse, Soumayya fundó una organización de mujeres, Selima, para promover la erradicación de esa práctica. El grupo desarrolló campañas comunitarias de educación a fin de informar a los padres y las familias de las niñas acerca de las consecuencias nocivas de la FGM, organizó protestas en su contra y a veces acogió a niñas de seis años para mantenerlas lejos de sus familias cuando llegaba el momento de practicar la ablación.
A consecuencia de estas actividades, en 2012 Soumayya fue arrestada y encarcelada. En los meses que pasó en prisión, Soumayya sufrió abusos físicos por parte de sus carceleros, fue violada en varias ocasiones y quedó embarazada. Durante el embarazo fue acusada de prostitución y sentenciada a recibir cien golpes de vara, castigo que fue ejecutado en una plaza pública y que causó la muerte del feto. Las autoridades la condujeron a una clínica para que recibiera tratamiento y durante su internamiento en ese centro Soumayya logró escapar. Cruzó la frontera y entró en Libia, donde se unió a otros migrantes y juntos abordaron un barco con rumbo a Italia. Desde este último país, con la ayuda de contrabandistas, logró llegar a Bélgica en 2013.
En Bélgica, a Soumayya la llevaron ante los médicos de la organización Constats ASBL, una ONG deía ayuda humanitaria que cuenta con el respaldo del Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura.
“Cuando Soumayya llegó a nuestra clínica su cuerpo estaba cubierto de cicatrices de las heridas que le habían infligido las palizas y el abuso sexual que había padecido”, declaró la Dra. Dominique Daniel, que colabora con Constats. “Además, mostraba todos los síntomas asociados al síndrome de estrés postraumático”.
La Dra. Daniel y otros médicos de Constats supervisaron el tratamiento de Soumayya y transmitieron a las autoridades de inmigración de Bélgica un dictamen facultativo, con el fin de apoyar su petición de asilo.
Soumayya asegura que gracias a la ayuda de la Dra. Daniel fue capaz de hablar por primera vez de la violencia y los abusos que había padecido y, en el proceso, empezar a curarse.
“No puedo expresar con palabras lo que para mí significó poder hablar libremente y contarle a la Dra. Daniel los inenarrables horrores que había sufrido”, dijo Soumayya.
El equipo de Constats, compuesto por una docena de médicos y un psicoterapeuta, facilita exámenes médicos e dictámenes facultativos a los inmigrantes que necesitan documentos de apoyo para sus peticiones de asilo. El equipo también remite a los solicitantes de asilo a centros de rehabilitación para que reciban tratamientos más prolongados y paga los costos de sus medicamentos y servicios de transporte, según lo necesiten. Con el apoyo y la financiación del Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura, Constats ha ayudado a unos 500 solicitantes de asilo que han padecido torturas en sus países de origen.
Desde su creación en 1981, el Fondo de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura, administrado por la Oficina del ACNUDH, ha proporcionado una ayuda económica superior a los 160 millones de dólares estadounidenses a más de 680 organizaciones del mundo entero, que facilitan servicios de rehabilitación a víctimas de la tortura y sus familiares. Tan sólo en 2017, mediante 173 donativos anuales, se espera que unas 50.000 víctimas de la tortura de 75 países reciban asistencia gracias al apoyo financiero del Fondo.
La nueva ONG que Soumayya fundó, Selma, está compuesta por un reducido grupo de 15 activistas que proporcionan apoyo a otras mujeres que padecen de infecciones y diversos problemas de salud debidos a la ablación.
“Esa práctica daña el cuerpo de las mujeres y de las niñas”, dijo Soumayya. “Imagine que usted tiene seis años de edad y que alguien viene con una cuchilla de afeitar y empieza cortarle los genitales. Usted grita de dolor, mientras que su familia y toda la aldea lo festejan”.
Soumayya insiste en que sobre esta tradición y su ceremonia “no hay nada escrito en el islam. La familia de la niña mutilada recibe mucho dinero de los invitados. De modo que, en realidad, se trata de un negocio familiar”.
Según estadísticas de 2016, en Sudán el 87 por ciento de las mujeres y las jóvenes entre 15 y 49 años ya habían sido sometidas a escisión. Aunque en algunos Estados del país hay leyes que prohíben la ablación, todavía no se ha aprobado un proyecto de ley que establezca una prohibición a escala nacional.
En los convenios de derechos humanos se ha reconocido que la FGM es una práctica nociva para el organismo y que viola los derechos humanos de las niñas y las mujeres, y se ha pedido a los Estados que las protejan de esa práctica.
En un debate de alto nivel celebrado recientemente por el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) del ACNUDH, la Alta Comisionada Adjunta para los Derechos Humanos, la Sra. Kate Gilmore, instó a los Estados Miembros a que suprimieran las prácticas dañinas, entre ellas las que se realizan en nombre de la tradición.
“Es completamente inaceptable la sugerencia de que la supervivencia de nuestras culturas depende de la capacidad de lesionar a las niñas y las mujeres”, declaró la Sra. Gilmore. “Eso no es cultura, es abuso. Eso no es una práctica, sino una violación. Eso no es tradición, sino explotación”.
TOME MEDIDAS:
#Endviolenceagainstwomen – Apoye nuestra campaña: 16 días de activismo contra la violencia de género. Del 25 de noviembre al 10 de diciembre.
Apoye a los supervivientes de la tortura, ayúdeles a reconstruir sus vidas. Contribuya ahora con un donativo al Fondo de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura:https://donatenow.ohchr.org/torture.aspx
1 de diciembre 2017