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Minorías y grupos vulnerables

“No pararemos de informar, ni dejaremos de hacerlo, hasta tener una democracia real”

03 mayo 2021

Cuando Thar Lun Zaung Htet creó el medio de comunicación Khit Thit Media en Myanmar en 2018, sabía que informar sobre noticias independientes en el país del Asia sudoriental iba a ser complicado.

En ese entonces, dos periodistas de Reuters —liberados en 2019— cumplían penas de cárcel tras investigar una masacre de musulmanes rohingyás, y muchos de los colegas de Thar Lun habían sido detenidos o se enfrentaban a prisión por publicar historias consideradas críticas hacia el gobierno o las fuerzas armadas.

Pero nada podía haber preparado al reportero de 37 años para la conmoción que agitó Myanmar cuando un golpe de estado militar derrocó al gobierno electo el 1 de febrero de este año. Desde entonces, los soldados y la policía han asesinado al menos a 760 civiles y detenido a 3.461 personas, según Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Al menos 76 periodistas han sido objeto de arrestos arbitrarios, y 43 continúan detenidos.

La represión sangrienta de la junta, destinada a aplacar las manifestaciones generalizadas en las calles, ha dejado a la industria de los medios de comunicación nacional con dificultades de larga data en un caos. Las fuerzas de seguridad han actuado contra prácticamente todos los medios informativos independientes del país y les han forzado a cerrar, con lo cual sus empleados han tenido que huir o se han ocultado. Entre los medios informativos destacados a los que se les ha retirado la licencia, se encuentran: Myanmar Now, the Democratic Voice of Burma, Mizzima, 7Day News y Khit Thit Media.

Periodistas bajo grave amenaza

Los medios de comunicación declaran que informar se ha convertido en una actividad tan peligrosa que el mero hecho de hacer fotografías con un teléfono desde el balcón de cualquiera delante de las fuerzas de seguridad puede llevar al arresto o a ser objeto de disparos.

“Pensaba que nos habían condenado por algunos de nuestros trabajos y esperaba estar luchando ante los tribunales por la libertad de prensa”, relató Thar Lun sobre el lanzamiento de Khit Thit hace dos años. “Pero nunca me imaginé viviendo este tipo de situación en Myanmar, esta pesadilla”.

James Rodehaver, Director del equipo de Myanmar del ACNUDH, denunció que los militares estaban llevando a cabo “un plan claro para detener el acceso libre a la información con el cierre de Internet, la ilegalización y la censura del acceso a los sitios web de los medios de comunicación, el arresto de periodistas, la clausura de los medios de comunicación y —sobre todo — con el ataque a periodistas que cubren las protestas y manifestaciones”.

En varios casos, explicó, los profesionales de los medios de comunicación han sido señalados por la policía, y han sido sometidos a golpes, arrestos y castigos con la clara intención de impedirles que sigan informando de los sucesos que cubren”.

Bajo arresto por alzar la voz

Según la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, se han dictado más de 1.276 órdenes de detención contra activistas de la sociedad civil, activistas políticos, académicos, dirigentes sindicales, celebridades y otras personas acusadas de participar en contra de las autoridades militares. Al menos 21 de esas órdenes están dirigidas a periodistas en la última semana.

Khit Thit, o New Age Media, es uno de los pocos medios informativos de Myanmar que se considera realmente independiente. Aunque su página web fue deshabilitada en febrero por piratas informáticos probablemente aliados a la junta, ha seguido publicando noticias a diario en Facebook, donde cuenta con casi 1,4 millones de seguidores. 

Sin embargo, Thar Lun afirmó que sus diez reporteros estaban en la clandestinidad, al igual que la mayoría de los periodistas del país. “Ninguno de nosotros se atreve a permanecer en sus casas más tiempo. Todos estamos huyendo”, alegó. Nuestras familias también se ocultan porque si las autoridades nos encuentran, arrestarán a nuestros familiares”.

“No dejaremos de informar”

Thar Lun, que ejerce de periodista desde 2002, huyó de su domicilio en marzo de 2020, después de que el anterior gobierno presentara acusaciones de terrorismo en su contra por publicar un artículo donde se mencionaba a un portavoz del Ejército de Arakán, en el estado de Rakáin, que ofendió a la fuerza militar. 

A finales de abril de este año, se refugió en un país cercano, desde donde lucha por reconstituir su agencia de noticias y encontrar nueva financiación. El personal de las organizaciones de la sociedad civil que financiaron previamente Khit Thit también se ha ocultado y sus reporteros han trabajado sin remuneración desde el golpe de estado. 

“Están haciendo todo lo posible para evitar que la información circule hasta la población de Myanmar y al resto del mundo”, afirmó Thar Lun sobre la junta. “Pero no pararemos de informar, ni dejaremos de hacerlo, hasta tener una democracia real. Seguiremos luchando todo lo que podamos”.
Thar Lun, como muchos otros, llevaba informando desde la primera línea de lo que eran manifestaciones ampliamente pacíficas hasta que las fuerzas de seguridad comenzaron a emplear la fuerza letal a finales de febrero. 

“He visto morir a muchas personas en la calle, a amigos míos”, se lamentaba Thar Lun. “Es triste para un periodista cubrir este tipo de historias”.
Rodehaver alertó que la “protección de la libertad de prensa es ahora más urgente que nunca, puesto que la información sobre lo que está sucediendo en el país se está volviendo cada vez más difícil de conseguir”. 

“Respetar la labor de los periodistas, garantizar su protección y permitirles hacer su trabajo no solo resulta fundamental para el futuro de la democracia en Myanmar, sino crucial para las vidas de la población, así como para el disfrute de sus derechos humanos básicos y libertades fundamentales”. 

29 de marzo de 2021