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Migrantes

De Kordofan del Norte a Angers

17 marzo 2022

Moussa, un refugiado sudanés que vive en Angers (Francia)

Como parte de su campaña #StandUp4Migrants, el ACNUDH colaboró con el periodista de Reuters Visual Maurizio Martorana, que viajó recientemente al norte de Francia para entrevistar a Moussa, un refugiado sudanés que vive en Angers.

Martorana y Moussa se conocieron en la ciudad de Ventimiglia, en la frontera franco-italiana, en el verano de 2015, después de que el sudanés fracasara en varios intentos de llegar a Francia. Martorana recuerda de Moussa “su seductora sonrisa, su infatigable optimismo y su generosidad hacia los demás”.

Desde entonces han sido amigos.

Martorana cuenta la historia de Moussa, un relato que muestra el poder de la comunidad.

Moussa corre los sábados por la ribera del río Maine, en la histórica ciudad de Angers (Francia). La costumbre de ejercitarse junto al río en horas de la tarde le ayuda a despejarse, tras una semana de arduo trabajo.

La última vez que nos vimos aquí fue una fría tarde de diciembre, cuando él y su novia se dirigían a la feria de Navidad. Allí practicaron el tiro al blanco, se subieron a las atracciones mecánicas y luego compartieron una cena romántica en el centro de la ciudad.

Moussa and his girlfriend Lina walk hand in hand at the Christmas Fair in Angers, France

Moussa y su novia, Lina, caminan tomados de la mano en la feria de Navidad de Angers (Francia). © Maurizio Martorana

Moussa, que disfruta de la vida típica de un joven veinteañero, asegura que la comunidad de Angers le ha brindado una cálida acogida.

“La gente de Angers es muy acogedora y amable”, dice el joven. “En cuanto llegué aquí, entablé buenas relaciones, en particular con mis vecinos. Ellos mismos se presentaron y se ofrecieron a ayudarme en todo lo que necesitara; solo tenía que pedirlo”.

La vecina más próxima de Moussa es una señora de 80 años. “Nos gusta conversar. Ella me cuenta su vida y cómo fue su juventud. Ha sido muy amable conmigo”.

“Todavía no conozco muy bien la ciudad”, afirma Moussa. “Me mudé aquí hace dos meses. Antes vivía en Rennes, que llegué a sentir como si fuera mi ciudad natal, mi país. Siento un gran cariño y una gran vinculación con Rennes. Estoy seguro de que algún día sentiré lo mismo hacia Angers”.

A man and a woman sitting in front of a laptop, with the flags of Sudan and France in the background

Moussa repara el ordenador de una anciana sudanesa que necesita ayuda. La foto fue tomada en casa de su amigo Mustafá, en Rennes (Francia). © Maurizio Martorana

Sudán ya no era un lugar seguro para mí

Hace solo ocho años, Moussa huyó de Sudán, donde estuvo encarcelado en Kordofan del Norte por haber participado en una protesta, en la estela del movimiento de la Primavera Árabe, que trató de promover un cambio de régimen en el país. Durante su reclusión, el joven fue torturado gravemente y tuvo que ser ingresado en un hospital.

“Sudán ya no era un lugar seguro para mí”, dice Moussa. Corría el riesgo de pasar aún más tiempo en prisión, solo por haber participado en una manifestación. En cuanto le dieron de alta en el hospital, atravesó al desierto del Sáhara y cruzó el Mediterráneo, con la intención de solicitar asilo en el Reino Unido.

Pero ese fue apenas el inicio de una odisea de cuatro años, que le llevaría al campamento de refugiados próximo al Canal de la Mancha, conocido como “la jungla de Calais”. Allí las condiciones eran terribles. En los días de mayor concentración, unos 9.000 refugiados y otros migrantes vivían en tiendas de campaña improvisadas, casi sin infraestructuras, instalaciones sanitarias o agua corriente.

A man working on a laptop with a friend sitting nearby

Moussa llegó a las costas europeas en la zona de Ventimiglia (Italia). En la imagen, mientras estaba retenido en la costa, usaba un ordenador que le facilitaron los activistas para comunicarse con sus amigos y familiares en Sudán y hacer planes de futuro. © Maurizio Martorana

Una nueva vida

A pesar de tantas adversidades y tras ver qué peligroso resultaba el viaje al Reino Unido, Moussa decidió aprender francés para solicitar asilo en Francia.

Con ayuda de un programa informático conectado a su teléfono móvil y las clases impartidas por voluntarios, el joven logró aprender suficiente francés como para solicitar asilo.

Moussa recuerda con cariño a Natalie, una diseñadora de 63 años de edad que ejercía de maestra voluntaria. “Tuve la suerte de conocer a Natalie, que me ayudó a aprender la lengua del país. La considero mi madre francesa”, afirma.

Tras muchas vicisitudes, Moussa recibió en 2017 el reconocimiento official de su condición de asilado.

Natalie también apoyó a Moussa para que pudiera asistir a la Universidad Rennes 2, donde obtuvo un diploma de Estudios Franceses.

“En los primeros meses, caminaba tres cuartos de hora de ida y vuelta a la Universidad, ya que no tenía dinero para pagar el billete de autobús”, recuerda el joven. Posteriormente, Moussa desempeñó diversos empleos: recogió fruta en el campo, fue ayudante en un supermercado, trabajó de electricista y luego lo hizo en una fábrica.

Pero, como Moussa me dijo, su sueño era llegar a trabajar en algo relacionado con la tecnología. Finalmente se matriculó en un curso de informática, cuando todavía vivía en Rennes.

Me sorprendió el compromiso de Moussa con su nueva comunidad. Me dijo que se había ofrecido a trabajar voluntariamente de traductor de árabe para la organización D’ici d’ailleurs (DIDA), un grupo sin fines lucrativos establecido para crear vínculos entre los solicitantes de asilo y la comunidad local. También ha participado en un taller de arte coordinado por la Keur Eskemm, una asociación juvenil bretona.

“Moussa es una persona muy abierta y sociable, que escucha a los demás”, declara Guirec Vannier, cofundador de DIDA, que ha entablado una buena amistad con el joven sudanés. “Tiene un deseo auténtico de ayudar a la comunidad y fomentar la cohesión social”.

Mientras vivía en Rennes, Moussa también se ofreció de voluntario para apoyar a los jóvenes y las minorías marginadas. El Proyecto COME:ON!, es una iniciativa del Programa Erasmus + de la Unión Europea coordinada por Keur Eskemm. El objetivo del proyecto es facilitar los viajes de jóvenes y miembros de minorías marginadas a diversas ciudades de Europa y aprovechar las plazas vacantes para actividades culturales y cooperativas.

En el marco del programa, Moussa ha visitado Saint-Malo (Francia), y ciudades de Bélgica, Letonia y Rumania, así como el Centro Jóvenes de las Antípodas, en Rennes, sede temporal del proyecto.

El fútbol también ha sido decisivo para que Moussa haya descubierto su nuevo hogar. En Rennes, jugó dos años con el equipo local FC Beauregard y en sus ratos libres organizó encuentros entre equipos sudaneses y franceses.

“El deporte es un medio excelente para juntar a las personas”, dice Moussa. “Es una buena oportunidad para hacer nuevas amistades”.

Men playing football

Moussa jugando al fútbol en Rennes. © Maurizio Martorana

 

Un nuevo comienzo

Moussa me dijo que había solicitado una vivienda de protección social en Rennes, pero que se la concedieron en la ciudad medieval de Angers.

Aunque el traslado le obligó a dejar atrás todo lo que había logrado y a todas las personas que había conocido, también representó un nuevo capítulo en su vida.En Angers conoció a su novia, Lina, con la que piensa casarse el año que viene y fundar una familia en Francia.

A river along a city

Vista del río Meno, el puente de Verdún y el centro de la ciudad desde el castillo de Angers. © Maurizio Martorana

Cuando le pregunté acerca de su identidad actual, Moussa me respondió que se siente entre dos mundos: Francia, donde espera llegar a integrarse, y su país natal, donde aún viven algunos de sus parientes y amigos.

En el último día que pasé en Angers, recibí una llamada de Moussa. Parecía muy emocionado. “¿Te acuerdas del trabajo que solicité? Pasé la entrevista y me contrataron. Voy a ser un formador en competencias digitales. Trabajaré con muchos franceses y con otros refugiados, una buena oportunidad de hacer nuevas amistades en Angers”.

Y añadió: “Como dice el proverbio sudanés: Ama lo que haces hoy, hasta que mañana puedas hacer lo que amas”.

Hands holding each other

Moussa y su novia Lina caminan de la mano. © Maurizio Martorana