Eligiendo el amor y descubriendo el poder en la negritud
En los últimos cinco años, Monique Rodrigues do Prado ha analizado el amor como herramienta para la emancipación de las personas negras y para imaginar un mundo libre de racismo y de los demás legados de la esclavitud, el comercio de africanos y africanas esclavizados y el colonialismo.
"El amor como acción política, activa, cotidiana, orientadora y ética, capaz de superar las barreras imaginarias, estéticas y lingüísticas que el modelo patriarcal, colonial, imperial y capitalista ha impuesto, desgraciadamente, en nuestras experiencias afectivas", explicó.
La filosofía de Rodrigues do Prado, abogada brasileña afrodescendiente, se inspira en autoras feministas negras como Bell Hooks, quien en su obra fundamental "All About Love" (Todo sobre el amor) se centra en la necesidad de que la sociedad redefina el amor como práctica espiritual que entraña el respeto, el cuidado, la empatía y la comunicación, a diferencia de emociones humanas como la lujuria, el encaprichamiento o la posesión. Hooks destaca el papel del amor en los movimientos por la justicia social, y cómo el amor verdadero puede curar las heridas de la opresión y transformar la sociedad.
“Como abogada me encantaron sus ideas profundas ya que si no se encuentra un sentido coherente del amor —no solo de forma privada y capitalista, sino especialmente como mandato, objetivo y principio que los Estados pueden usar como parámetro para emprender acciones, elaborar políticas y medidas—, vemos el amor de forma equivocada, sin ninguna perspectiva de igualdad, equidad y no discriminación", añadió Rodrigues do Prado. "Por eso me sorprendí tanto cuando me percaté de que la Constitución brasileña no tiene escrito la palabra amor como principio".
Rodrigues do Prado, la mayor de cuatro hermanos adoptados, creció en un barrio del estado de São Paulo. Sus primeros años transcurrieron en las sillas de un sistema educativo quebrado, donde el personal docente disponía de escasas herramientas de aprendizaje, cobraba salarios insuficientes y dirigía aulas masificadas.
"Mi madre nos dijo que no podía ofrecernos a mis hermanos y a mí otra cosa que no fueran ánimos para seguir estudiando", recuerda. "Esta ha sido una lección con la que hemos vivido durante toda nuestra existencia".
Tras licenciarse en Derecho en 2015, se "enamoró de los derechos humanos" y entró como voluntaria en una ONG, EducAfro.Allí se enfrentó a la magnitud de la labor que queda por realizar para abordar las cuestiones de raza, género y clase.
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No podemos seguir tolerando ningún tipo de violación. Las antiguas potencias coloniales tienen que asumir su pasado.
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Monique Rodrigues do Prado
EducAfro se centra específicamente en la comunidad Quilombolas descendientes directos de africanos y africanas esclavizados traídos a la fuerza a Brasil, y otros afrobrasileños y afrobrasileñas que cursan estudios superiores y viven en sociedad en general. Con la ONG, Rodrigues do Prado trabajó en un proyecto para defender la constitucionalidad de la acción afirmativa en el sector público en Brasil en 2017.
“En aquel entonces, tuvimos que convencer a ministros (jueces y juezas a escala federal) de la importancia que reviste esa ley para la prosperidad de los y las afrodescendientes en Brasil, redactar informes sobre la eficacia de la ley y mostrar el número reducido de brasileños negros en altos cargos en comparación con el censo. Esto reveló la falta de representación", aseveró. "Afortunadamente, tuvimos 11 jueces y juezas a favor que reafirmaron la constitucionalidad de la ley".
En 2017, EducAfro también representó a una clienta que sufrió discriminación racial en el lugar de trabajo ante la prohibición de su jefe de llevar su pelo afro natural, alegando que contravenía el código de vestimenta de la empresa.
"Ese código de vestimenta no mostraba imágenes de personas afrodescendientes. Después de seis meses en la empresa, la despidieron sumariamente pese a su buen rendimiento", indicó. EducAfro demandó a la empresa por discriminación por motivos de raza y trato desigual en comparación con los compañeros y compañeras blancos de su clienta.
"Podían mostrar el pelo, incluso suelto, por lo que nuestra clienta se enfrentaba a una situación grave de racismo institucional debido al código de vestimenta y al escaso número de empleados afrodescendientes", explicó Rodrigues do Prado. "Pedimos una indemnización por daños morales y que se modificara el código de vestimenta para representar mejor a las personas afrodescendientes. Ganamos nuestro caso cuando apelamos al Tribunal Laboral a nivel federal, donde finalmente se reconoció el derecho como precedente nacional".
En 2022, Rodrigues do Prado se unió al Programa de becas para afrodescendientes de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El Programa de becas es una formación intensiva en derechos humanos para personas de la diáspora africana, que trabajan para promover los derechos de las personas afrodescendientes. Permite a los y las participantes conocer y profundizar sus conocimientos sobre el derecho internacional de derechos humanos y el sistema de derechos humanos de Naciones Unidas, el marco jurídico internacional de lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, y las cuestiones interrelacionadas, con la atención puesta en las personas afrodescendientes.
Para Rodrigues do Prado, que afirmó que su país tiene muchas y complejas contradicciones en términos de raza, género, clase e identidad, el Programa de becas representaba una gran oportunidad para colaborar con otros defensores y defensoras de los derechos humanos de todo el mundo con el fin de promover los objetivos del Decenio Internacional de los Afrodescendientes, especialmente en un momento en el que el Foro Permanente sobre los Afrodescendientes celebraba su primer periodo de sesiones en Ginebra.
"[El Programa de becas] fue incluso más potente de lo que pensaba puesto que Naciones Unidas, más que nunca, observa con inquietud la interseccionalidad de las múltiples formas de discriminación para erradicar el racismo y garantizar el compromiso de los países para lograr un mundo en el que los y las afrodescendientes puedan vivir con dignidad y sin discriminación", aseguró.
Rodrigues do Prado describió la experiencia como "afianzadora" para su negritud y reveladora de "lo poderosa que se vuelve una vez que [[las personas afrodescendientes] están juntas".
"Más que cuestiones profundas, los y las afrodescendientes experimentan alegría y felicidad", afirmó. "Al aprender directamente de los mecanismos e instrumentos de derechos humanos de las Naciones Unidas, y sobre las medidas que los Estados tienen que tomar, sobre todo a través del [[Foro Permanente sobre los Afrodescendientes], me di cuenta de la importancia que tiene la sociedad civil para impulsar esas herramientas, lo que resulta fundamental para entender que tenemos muchos asuntos que tratar, pero al mismo tiempo que nuestras voces se sigan escuchando".
Este relato forma parte de una serie ocasional de historias de personas u organizaciones que defienden los derechos humanos. Durante el mes de marzo, a elección del Jefe de Derechos Humanos, Volker Türk, para destacar la justicia racial como parte de su Iniciativa Derechos Humanos 75, escuchamos las voces de defensores y defensoras que actúan contra el racismo. Las opiniones expresadas en estas historias no reflejan necesariamente la posición y las opiniones de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.