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Mujeres

Eliminar la vergüenza y la estigmatización asociadas a la menstruación

08 julio 2022

Una niña jugando frente a nuestro "espacio seguro" en Trípoli, Líbano, la primera ubicación del festival móvil Jeyetna en julio de 2021. Durante los eventos de Jeyetna, las mujeres pueden participar en círculos de debate en los que todas las mujeres y personas que menstrúan pueden compartir sus experiencias y expresar sus opiniones en un entorno libre y sin prejuicios. © Evelina Llewellyn

En este mismo momento, hay 500 millones de jóvenes y mujeres que carecen de los artículos de aseo necesarios para afrontar sus reglas de manera segura, higiénica y libre de bochornos, según informa WASH United, una ONG que centra su trabajo en la relación entre la higiene menstrual y los derechos humanos.

“En todas las regiones del mundo, jóvenes activistas del feminismo coordinan campañas de base e iniciativas, incluso a través de las redes sociales, para impugnar el estigma, los tabúes, la desigualdad de género y la pobreza menstrual”, declaró Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Bachelet participó en una mesa redonda consagrada a la gestión de la higiene menstrual, los derechos humanos y la igualdad de género, que tuvo lugar en el 50º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra (Suiza).

La mesa redonda fue una oportunidad para que los expertos hicieran hincapié en los retos y las prácticas idóneas relativas a la menstruación y llamaran la atención sobre la necesidad de entablar un diálogo más amplio sobre la regla, más allá de la higiene menstrual, basado en los derechos humanos.

“Al expresar su verdad y hacer oír sus opiniones, estas activistas contribuyen de manera significativa a dejar bien claro que las experiencias menstruales de las jóvenes y las mujeres no son homogéneas, sino que están condicionadas por factores interrelacionados, tales como la edad, el género, la raza y la discapacidad, así como por factores económicos, sociales, migratorios y los relativos a otras condiciones y contextos, tanto en la paz como en la guerra, en los desastres o en el marco de una crisis sanitaria”, afirmó la Alta Comisionada.

La pobreza menstrual es un problema para muchas jóvenes y mujeres

Tener la regla es a la vez una bendición y una maldición, dijo Vanessa Zammar, una joven activista de salud menstrual y cofundadora de Jeyetna, una asociación feminista del Líbano que imparte educación sobre la regla, facilita artículos de higiene y proporciona un espacio seguro para que las mujeres puedan compartir sus experiencias.

“Es una bendición, porque limpia el organismo, pero es una maldición, porque no podemos pagar lo que cuesta”, afirmó, en referencia al elevado costo de los productos sanitarios.

Según Zammar, la pobreza menstrual se define como la falta de acceso a los artículos sanitarios y la limitación de las opciones; la falta de acceso a baños limpios y privados; la falta de acceso a un espacio seguro y a una persona en la cual confiar; y la falta de educación y las lagunas sobre el periodo, debidas a la escasez de fondos asignados a las investigaciones relativas a la salud menstrual.

En los eventos auspiciados por Jeyetna, Zammar ha conocido a muchas jóvenes y mujeres que se muestran avergonzadas y temerosas cuando tienen el periodo por primera vez. Por ejemplo, conoció a una muchacha de 12 años que tenía miedo de comunicárselo a sus padres, porque en su comunidad, cuando a una joven le llega la primera regla, eso significa que ya está lista para contraer matrimonio.

Thorsten Kiefer, cofundador y presidente de WASH United, declaró que para acabar con el estigma de la regla, es preciso que las muchachas reciban la información básica al respecto.  

“Nunca olvidaré la historia de Khushi, una chica del norte de la India”, dijo. “Khushi iba camino de la escuela cuando se dio cuenta de que la sangre le corría por las piernas. Ella sabía lo que eso significaba: tenía cáncer y se iba a morir, pero… cuando llegó a su casa, su madre le explicó que no se estaba muriendo, sino que a partir de ese momento ya era una mujer”.

Thorsten afirmó que, debido a la carencia de instrucción en torno a la menstruación y la falta de acceso a los artículos sanitarios para la regla, a millones de muchachas del mundo entero les ocurre lo mismo que a Khushi: no tienen ni idea de lo que les pasa cuando llega la primera regla y no saben cómo manejarse de una manera higiénica y segura.

“Para erradicar el estigma asociado a la menstruación, también tengo un mensaje para mis amigos los hombres”, agregó. “Los hombres han desempeñado una función decisiva en el mantenimiento de los tabúes y los estigmas a lo largo de los siglos. Los hombres tenemos ahora la responsabilidad de enfrentarnos a ese fenómeno y de contribuir a eliminarlo. Podemos hacerlo hablando de manera sincera y respetuosa sobre la menstruación, actuando como aliados y apoyando a las jóvenes y las mujeres de nuestro entorno”.

La menstruación es una cuestión de derechos humanos

Aunque la menstruación es un proceso fisiológico normal que la mayoria de las jóvenes y las mujeres experimentan en algún momento, la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), afirmó que sigue siendo motivo de discriminación y humillación.

“Los tabúes sociales y los estereotipos de género estigmatizan a la menstruación como algo sucio, por lo que muchas mujeres experimentan la regla con vergüenza, ya que no tienen acceso a los recursos necesarios para manejar su salud menstrual de manera segura”, declaró. “La regla es una cuestión de derechos humanos. Y también es una cuestión de salud pública y desarrollo”.

La primera regla de una muchacha puede desencadenar graves violaciones de derechos humanos, desde el matrimonio precoz o la violencia sexual hasta un embarazo juvenil indeseado o la interrupción temporal o definitiva de su educación, dijo Kanem.

Melissa Upreti, Presidenta del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la discriminación contra las mujeres y las niñas, afirmó que el grupo de trabajo está preocupado por la situación de las niñas y las mujeres en contextos de crisis, tales como los millones de refugiadas, desplazadas internas y apátridas que afrontan problemas porque sus necesidades menstruales no están satisfechas, y por cómo la pobreza menstrual repercute sobre los grupos de población de bajos ingresos en el mundo entero.

A fin de alcanzar la salud menstrual y la igualdad de género, declaró Bachelet, es fundamental que los encargados de la formulación de políticas y los expertos elaboren una estrategia multisectorial de amplio espectro hacia la salud menstrual basada en los derechos humanos.

Según Bachelet, esta estrategia requerirá que los Estados cumplan con una gama de obligaciones internacionales de derechos humanos, entre otras la de abordar la estigmatización, los estereotipos nocivos y las normas sociales discriminatorias basadas en el género que repercuten en las experiencias menstruales de las jóvenes y las mujeres. La Alta Comisionada también hizo hincapié en la necesidad de crear un ambiente propicio en el que las jóvenes y las mujeres puedan tomar decisiones fundamentadas sobre su vida y su cuerpo, comprendida su salud menstrual, libres del estigma, la violencia y la discriminación.

La salud menstrual es parte integral de los derechos y la salud sexual y reproductiva.

Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Zammar afirmó que si bien el activismo en pro de la salud menstrual es positivo, a fin de cuentas es responsabilidad de los Estados garantizar la plena realización de los derechos a la salud sexual y reproductiva.

“Los Estados y el Consejo deberían dar prioridad a las opiniones, exigencias, prioridades, necesidades y opciones de las jóvenes y las mujeres que son quienes menstruan, ya que ellas son las expertas en lo tocante a sus propios contextos y experiencias”, señaló Zammar.

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