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Protegiendo las voces de los defensores jóvenes de derechos humanos

22 septiembre 2021

“Queremos un país donde podamos hablar libremente sobre nuestros problemas sin tener que ser bombardeados, sitiados o detenidos,” demanda Farah,* una joven activista procedente de Oriente Medio. “Nosotros como jóvenes debemos recalcar nuestro derecho inherente a vivir en lugares seguros sin amenazas, en especial cuando desarrollamos nuestra labor civil.”

Aun así, en su cruzada por luchar contra la injusticia y las desigualdades, los defensores jóvenes de derechos humanos de todo el planeta continúan enfrentándose a un variado conjunto de amenazas, abusos y barreras.

Los jóvenes forman uno de los cinco grupos más habitualmente expuestos a ataques a sus libertades fundamentales en el espacio cívico, según un análisis de 2019 y 2020 elaborado por CIVICUS, una alianza global de organizaciones y activistas de la sociedad civil.

El informe reciente, publicado por la  Oficina de la Enviada Especial del Secretario General para la Juventud, en colaboración con Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el Grupo de Trabajo sobre Protección bajo la Coalición Global sobre Juventud, Paz y Seguridad, describe estos enormes desafíos.  Aborda las grandes lagunas existentes en las investigaciones sobre este tema, incluyendo un análisis de las distintas formas y gravedad de las amenazas contra los jóvenes en el espacio cívico, apelando a una protección mucho mayor en todo el planeta. 

Tal como destaca la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet, mientras participaba en un evento por la publicación del informe, “los jóvenes se encuentran siempre en primera línea de las crisis, y luchando por conseguir un futuro mejor.”

Refiriéndose a movimientos tales como Fridays For Future, Black Lives Matter y Me Too, ella afirmó que los jóvenes han ocupado un papel central a la hora de demandar rendición de cuentas. 

“Los jóvenes también nos proporcionaron un atisbo de esperanza y demostraron cómo el activismo puede producir cambios,” aseguró Bachelet. 
Los seis tipos de amenazas interrelacionadas  

A través de estudios y entrevistas realizados para el informe, se identificaron seis categorías de amenazas interrelacionadas: las barreras socioculturales,, que a menudo incluyen estereotipos dañinos o discursos negativos sobre los jóvenes en los medios de comunicación;   los desafíos económicos,  tales como la dependencia de otras personas, los cuales pueden impedir que activistas jóvenes accedan a servicios que les podrían proteger; y las amenazas políticas,  por las cuales se usan métodos y mecanismos sofisticados para disuadir y suprimir el derecho a la libertad de expresión.

También existen barreras legales, las cuales obstruyen la participación cívica de los jóvenes y ofrecen una protección mínima;  las amenazas en el espacio digital, que incluyen un conjunto variado de retos tales como las restricciones en línea, cuestiones sobre privacidad y la vigilancia; y por último, la categoría más grave: las amenazas físicas, que incluyen palizas, tortura, tratamiento inhumano o degradante, detención arbitraria, e incluso el asesinato selectivo de activistas jóvenes. 

Hacia un espacio más seguro para que los jóvenes expresen sus opiniones 

Atendiendo a las conclusiones del informe, el problema común a todos los activistas jóvenes de todo el mundo es la falta de espacios dedicados para ofrecer una plataforma para el debate, para la presentación de informes, y para poner en marcha medidas de rendición de cuentas para las amenazas que ellos padecen.  

John es un joven defensor de derechos humanos procedente de África Occidental, que ha sido desplazado en su propio país, y que demanda estos espacios seguros.  “Los activistas jóvenes de derechos humanos deben contar con un respaldo más sólido por parte de las autoridades, con políticas de protección más claras que promuevan la libertad de expresión, lo que no debería suponer una oportunidad para que algunos informen erróneamente o falten el respeto,” declara.  

Para Jayathma Wickramanayake, la Enviada del Secretario General de las Naciones Unidas para la Juventud, el informe muestra la dura realidad para los activistas jóvenes en todo el mundo, aunque también demuestra su resiliencia, creatividad y esperanzas. 

“Es nuestra responsabilidad colectiva recibir estos testimonios y recomendaciones de parte de los jóvenes no como una carga que tenemos que soportar, sino como una antorcha que guíe nuestros pasos hacia la protección de la dignidad, el valor y la libertad de todos los jóvenes en toda su diversidad,” explica. 
El informe recomienda, a niveles nacional e internacional, facilitar y crear espacios ‘abiertos, seguros e inclusivos’, donde los activistas jóvenes y los consolidadores de la paz puedan reunirse para debatir los desafíos y amenazas a los que se enfrentan y tratar de encontrar soluciones y estrategias comunes para superarlos. 

Los autores apelan por todo ello a ONGs nacionales e internacionales, Estados, y organizaciones regionales e internacionales a encontrar vías para apoyar estas iniciativas comandadas por los jóvenes, y a proporcionar los recursos necesarios para que funcionen de manera independiente.  

Tal como aconseja Nazgul, una defensora joven de derechos humanos precedente de Asia Central:  “trabajar no solamente con los jóvenes, sino trabajar también para crear entornos más favorables para ellos.   Implicar a padres, representantes de gobiernos locales, profesores, todos los actores principales en las vidas diarias de los jóvenes, para que de ese modo perciban a los jóvenes como socios de pleno derecho.” 

Al mismo tiempo, Aleema, una activista de Asia del Sur, hace un llamamiento a las Naciones Unidas y la comunidad internacional para que se unan y ofrezcan la protección que los defensores jóvenes de derechos humanos necesitan.  

Ella también apela a los jóvenes a mostrar solidaridad con sus iguales, y a seguir luchando por defender sus derechos:  “Lo único que podemos hacer es animar a nuestras generaciones a unirse en nuestra lucha." 

*Los nombres de todos los defensores jóvenes de derechos humanos que aparecen en este artículo han sido cambiados para proteger sus identidades.

22 de septiembre de 2021