“Devolveré la esperanza a las personas”
22 febrero 2019
Durante casi seis años, Muhamat no tuvo nombre, solo un número: QNK002.
En todo ese tiempo, él y otros cientos de personas recluidas en el centro de detención de la isla de Manus (Papúa Nueva Guinea) tenían que dar a los guardas el número que los identificaba, si querían recibir agua, comida o cualquier tipo de asistencia. La medida estaba concebida para deshumanizar y castigar a cuantos se hallaban allí, tras haber solicitado refugio en Australia, dijo Muhamat. El objetivo era mantenerlos ocultos, lejos de las miradas del resto del mundo, afirmó.
Pero ante un nutrido auditorio de seguidores y activistas de derechos humanos reunidos en Ginebra, Abdul Aziz Muhamat, refugiado número QNK002, aseguró que a pesar de esa deshumanización burocrática, él y sus compañeros refugiados conservaron sus nombres, su humanidad y su esperanza. Muhamat ha sido distinguido con el premio Martin Ennals 2019 para defensores de derechos humanos. Al aceptar el galardón en nombre de los compañeros que quedaron en la isla Manus, Muhamat declaró que el premio le da una oportunidad para poner de relieve el sufrimiento de los refugiados en el mundo entero.
“Este premio es muy importante. Significa que hoy en día la comunidad internacional reconoce nuestra existencia, nuestra lucha, nuestro esfuerzo”, dijo. “Y eso refuerza nuestra esperanza en que habrá un mañana”.
Muhamat es un defensor de derechos humanos que hace campaña por sus propios derechos y los de otros refugiados que se encuentran atrapados en centros de ultramar del sistema de inmigración australiano. Muhamat huyó del conflicto de Darfur (Sudán) en octubre de 2013 y fue trasladado por la fuerza a la isla de Manus, cuando el barco en el que viajaba fue interceptado en alta mar.
La Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Kate Gilmore, declaró que el galardón y la ceremonia de premiación eran una oportunidad idónea para demostrar la solidaridad con los defensores de derechos humanos del mundo entero.
“En estas personas extraordinarias, galardonados y candidatos… en su ejemplo, el coraje adquiere rostro humano”, afirmó Gilmore. “Es su labor la que coloca la compasión y la justicia en el centro de la participación pública. Es su activismo lo que plantea no quejas y resquemores, sino soluciones… ancladas en respuestas de derechos humanos a esos desafueros”.
Los otros dos finalistas del premio también fueron honrados en la ceremonia. Marino Córdoba Berrio, de Colombia, ha luchado durante decenios por los derechos y el bienestar de la comunidad afrocolombiana. Eren Keskin fue la tercera candidata. Esta abogada turca ha luchado durante más de 30 años por los derechos de las mujeres, el pueblo kurdo y la comunidad LGBT+. Keskin no pudo participar en la ceremonia de Ginebra porque el gobierno turco le denegó los documentos de viaje.
Defender los derechos de los demás
Muhamat ha pasado las últimas semanas en Ginebra, reuniéndose con organizaciones de derechos humanos y refugiados, así como con la prensa. Relató lo que sucede en la isla de Manus, la falta de recursos, de atención médica y comida decente. Habló de la falta de sustento, de cientos de hombres pasando meses y años interminables, tratando de encontrar que hacer con su tiempo y encontrar esperanza para sobrevivir al día siguiente. Muhamat contó estas historias para recordar al mundo entero que las personas de la isla de Manus y Naru existen.
El galardonado se reunió con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien según dijo fue receptiva a sus historias y le transmitió un mensaje particular: No te fallaremos, ni a ti, ni a tus amigos.
“Este es el mensaje que traeré de regreso, para decirle a las personas que no son sólo un número”, declaró Muhamat. “La gente nos llama por nuestro nombre. La gente sigue creyendo que somos seres humanos y tenemos dignidad”.
Muhamat declaró que volverá a la isla de Manus, en vez de quedarse en la relativa comodidad de Ginebra. Añadió que se da cuenta que es complicado para las personas entender la situación desde fuera, pero su vida y su propósito se encuentran en esa isla, junto a sus amigos, dando esperanza, luchando por la dignidad.
“Vine aquí a transmitir un mensaje” declaró Muhamat. “Y deseo volver a esa deshumanización para asegurarme de que… la deshumanización no continuará. Solo mi presencia en la isla de Manus y en esa prisión devolverá la esperanza a las personas”.
22 de febrero de 2019