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Los inmigrantes se aferran a sus sueños mientras esperan por un futuro incierto

25 julio 2016

Daouda habla de manera lenta y vacilante, con la mirada fija en el suelo. Su historia es confusa y complicada de entender, pero no por eso menos trágica. Oriundo de Guinea, el joven atravesó varios países africanos antes de llegar a Libia.

“Los árabes nos sacaron mar afuera”, afirma, al narrar cómo los traficantes los embarcaron a él y a otras 130 personas en una peligrosa travesía del Mediterráneo, a bordo de una balsa inflable. “La balsa se llenaba de agua, que ya me llegaba a los tobillos, pero traté de mantener la calma porque sabía que otros iban a aterrarse. Empecé a achicar agua con la camiseta”.

Finalmente, la embarcación en la que viajaba Daouda fue rescatada por un guardacostas italiano y el joven llevaba cinco días en el centro de acogida de migrantes de la isla italiana de Lampedusa cuando habló con el equipo de seguimiento del ACNUDH.

El punto de acogida de Lampedusa, según se le ha denominado, es uno de los cuatro lugares del sur de Italia donde se registra y examina a los migrantes rescatados en alta mar, como parte de la evaluación que luego decidirá su destino.

“He pedido asilo”, dice Daouda, que a sus 17 años es menor de edad y no corre peligro de ser expulsado de Italia. Quizá Daouda ya entendió de qué opciones dispone, pero muchos migrantes todavía no saben nada del procedimiento que han de seguir cuando llegan a tierra.

El equipo del ACNUDH que visitó Lampedusa y otros centros de acogida habló con numerosos inmigrantes adultos que tenían muy poca idea de la importancia de la primera entrevista a la que eran sometidos cuando llegaban al centro. Esa entrevista no es definitiva, pero da comienzo al proceso que sirve para determinar si una persona tiene derecho a permanecer en Italia, a ser reubicada en otro Estado de la Unión Europea o si ha de ser devuelta a su país de origen.

“Hay una falta de información desesperante”, afirmó Pia Oberoi, Asesora sobre Migración y Derechos Humanos del ACNUDH. “No sólo cuando bajan del barco por primera vez, sino también en los centros. Hay niños que han pasado allí varios meses, hay adultos en situación de vulnerabilidad que no tienen ni idea de lo que les aguarda”.

A pesar de los esfuerzos que realizan algunas organizaciones internacionales y ONG que trabajan en los centros de acogida, las personas no siempre disponen de información sobre sus derechos. No siempre hay intérpretes disponibles, lo que es aún más fundamental, porque algunos de los inmigrantes son analfabetos.

Las autoridades italianas señalan los problemas que plantea la recepción de los inmigrantes. En 2015, más de 150.000 personas llegaron a Italia; hasta el momento, en 2016 son más de 80.000.

El gobierno italiano colabora con sus socios internacionales para intentar mejorar la información que reciben los migrantes. Por ejemplo, el Ministerio del Interior ha colaborado con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la elaboración de panfletos destinados específicamente a los niños que viajan solos. 

“Esta es una buena medida y esperamos que contribuya a asegurar el respeto a los derechos humanos de los menores que viajan solos”, dijo la Asesora de las Naciones Unidas sobre los derechos del niño, Imma Guerras-Delgado.

Según el equipo del ACNUDH, una mayor participación de los organismos internacionales y las ONG podría mejorar la manera en que la información se transmite a los inmigrantes que llegan. Esta mejora podría traducirse también en más apoyo en la tarea de identificar a las personas especialmente vulnerables, tales como las víctimas de la tortura o del tráfico de seres humanos.

Daouda no sabe cuánto tiempo va a permanecer en el centro de acogida. Por lo general, los adultos son trasladados en pocos días, pero para las autoridades italianas resulta más complicada la tarea de encontrar lugares que acojan a los menores.

En medio de la incertidumbre, Daouda se aferra al sueño que le ayudó a resistir durante todo el trayecto. “Le pido a Dios que me ayude a ir a la escuela. Quiero estudiar”, afirma.

Este es el segundo de una serie de cuatro artículos sobre la misión que un equipo del ACNUDH realizó a Italia, del 27 de junio al 1 de julio.

25 de julio de 2016