“Una lucha entre tolerancia e intolerancia”
23 junio 2016
En su último informe, el Relator Especial sobre el derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación, el Sr. Maina Kiai, hace hincapié en la repercusión negativa que ejercen sobre la disidencia pública las diversas modalidades de fundamentalismo.
“Los derechos a la libertad de reunión pacífica y de asociación son fundamentales, en parte por su función decisiva en la promoción del pluralismo. Esos derechos proporcionan una plataforma para que todas las personas –en particular las marginadas- se movilicen, organicen y trabajen de manera pacífica en pro de los cambios”, afirmó el experto. “Por desgracia, esos derechos están amenazados hoy en muchos lugares del mundo”.
Al presentar su informe ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, el Sr. Kiai señaló que el mundo presenciaba “una lucha entre la tolerancia y la intolerancia”, que estaba socavando la estabilidad democrática de los Estados y obligaba a los marginados a recurrir a la violencia para lograr que sus opiniones se tuviesen en cuenta.
“La población mundial habla unas 7.000 lenguas, practica 270 religiones principales, vive en 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas y pertenece a miles de culturas. Pero compartimos un único planeta”, dijo el Relator Especial. “No siempre estaremos de acuerdo. Pero la tolerancia hacia nuestras diferencias es el único medio de asegurar que éstas no degenerarán en violencia, opresión y conflictos”.
Para Kiai, fundamentalista es cualquier movimiento que propugne la adhesión dogmática a un conjunto de creencias o principios básicos “que no dejan espacio a la diferencia”.
En primer lugar, describió el “fundamentalismo del libre mercado”, que Estados como Australia y Canadá promueven en nombre de la estabilidad económica y financiera, mediante la aplicación de leyes que silencian a quienes se oponen a la primacía del beneficio comercial.
El fundamentalismo político exige la adhesión dogmática a los partidos oficiales o la lealtad a determinados dirigentes políticos. El Sr. Kiai recordó que el objetivo esencial de los derechos de reunión pacífica y asociación era preservar la capacidad de las personas para expresar pacíficamente sus quejas acerca de los dirigentes políticos.
“Esta manera de actuar puede plantear una amenaza al control del poder que el gobierno ejerce, pero esta amenaza no debería confundirse con un peligro para el Estado en sí. Lo primero es democracia en acción; lo segundo es la forma de proceder de las autocracias”, afirmó.
El Relator Especial señaló también que el fundamentalismo religioso de hoy se expresa usualmente mediante el extremismo violento, que es uno de los múltiples peligros que plantea esta modalidad de fundamentalismo. El Sr. Kiai insistió en que todas las grandes religiones, tales como el budismo, el cristianismo, el hinduismo, el islam y el judaísmo, se enfrentan actualmente a este problema.
Asimismo, el Relator Especial manifestó su preocupación por los Estados “bajo influencia fundamentalista” que limitan la capacidad de la gente para practicar la religión que los ciudadanos prefieren. “El ateísmo es ilegal en 19 Estados y punible con pena de muerte en 13 de ellos”, añadió.