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Los niños migrantes afrontan sombrías condiciones de derechos humanos en Grecia

13 mayo 2016

A primera vista, las instalaciones del centro de detención de inmigrantes de la isla de Lesbos (Grecia), rodeadas de alambre de púas, con puertas cerradas y condiciones precarias, reúnen todas las características de una prisión.

Este complejo, el “punto de acceso” de Moria, acoge actualmente a miles de inmigrantes, entre ellos a niños que han realizado el peligroso trayecto hasta Grecia, con la esperanza de huir de una existencia de discriminación, guerra y pobreza extrema.

El punto de acceso de Moria se utilizó previamente como centro para que los inmigrantes se inscribieran, accedieran a los servicios básicos y prosiguiesen luego su camino. A raíz del acuerdo suscrito entre la Unión Europea y Turquía en marzo pasado y el cierre de fronteras, estas instalaciones se convirtieron en un centro de detención. 

En las últimas semanas, un grupo de adolescentes paquistaníes de edades comprendidas entre los 14 y los 17 años ha vivido aquí sin sus familias. Sus padres les pagaron a los contrabandistas para que los trajeran a Grecia. Los jóvenes conviven con niños de otros países, como Irán, Sierra Leona y Afganistán, y están confinados en una zona cerrada sin acceso a la enseñanza, sin alimentación suficiente ni actividades propias de su edad.

Estos jóvenes no han recibido información alguna sobre los motivos por los que se encuentran detenidos ni sobre cuál será su futuro. Se sienten abandonados. Uno de los niños dijo que se sentía como si estuviera preso.

Desde principios de 2016, han llegado a Grecia 155.656 inmigrantes. Alrededor de un tercio de todos los migrantes que llegan a Grecia son niños.

Estas son algunas de las conclusiones de una misión de observación del ACNUDH sobre la situación de derechos humanos de los migrantes y refugiados en Grecia. En abril, el personal del ACNUDH visitó los puntos de acceso de las islas de Lesbos y Chios, así como las instalaciones formales e informales de Idomeni.

El equipo se sintió especialmente impresionado por la situación de los niños con los que habló en los campamentos. Según los miembros del ACNUDH, los jóvenes migrantes, tanto los acompañados como los que viajaron solos, se enfrentan a “graves violaciones de derechos humanos”. Tanto si las instalaciones son formales como informales, abiertas o cerradas, los niños carecen de acceso a actividades educativas o recreativas y a una provisión adecuada de agua y alimentos. En esta situación, también corren el riesgo de ser víctimas de abuso y violencia por parte de los guardas o de otros migrantes de más edad.

Pia Oberoi, asesora del ACNUDH en materia de migraciones y derechos humanos, formó parte del equipo que se reunió con los jóvenes migrantes. En un campamento ubicado en el norte de Grecia, la Sra. Oberoi vio a niños que vivían en condiciones de higiene deplorables. También afirmó que los organismos de las Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil tratan de proporcionarles espacios seguros, mientras que los padres tienen la impresión  de que no pueden proteger y cuidar a sus propios hijos.

La situación de los menores que viajan solos –muchos de ellos adolescentes de sexo masculino- resulta especialmente preocupante, dijo la Sra. Oberoi. Se supone que el gobierno griego debe instalarlos en albergues especiales para niños, pero por falta de espacio y de otras alternativas, se les da una “acogida de protección”, en lugares como celdas de comisarías, lo que equivale una detención de facto.   

“Los niños con los que hablamos en el centro de detención de Moria estaban encerrados en una ‘prisión dentro de otra’ ”, afirmó la Sra. Oberoi. “Estaban asustados, aislados y vulnerables. Se sentían tratados como presos o incluso como delincuentes, más que como personas en situación de riesgo. La ausencia casi total de información en esos centros y campamentos agrava la sensación de inseguridad que sienten muchos niños y sus padres, y está empeorando una situación que ya era inestable”.

El grave trauma que ha sufrido la mayoría de estos niños tiene consecuencias peligrosas sobre su desarrollo y su salud mental. Según la Sra. Oberoi, los jóvenes entrevistados afirmaron que no han recibido ningún apoyo psicológico desde su llegada a Grecia.

Aunque la situación es sombría, se están aplicando reformas y diversas organizaciones locales de la sociedad civil han establecido albergues alternativos o arreglos de acogida en familias para cuidar temporalmente a un reducido número de niños migrantes. Pero la Sra. Oberoi insistió en que el progreso es lento y que estas reformas todavía no tienen repercusiones importantes.

“Debemos proceder con más rapidez”, dijo. “Europa no ha cumplido con estos niños”.

13 de mayo de 2016