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Mercenarios

Combatientes extranjeros: un nuevo desafío para los derechos humanos

20 abril 2016

Se calcula que en el mundo entero unas 30.000 personas luchan actualmente en conflictos fuera de su país de residencia.

Las motivaciones de estos combatientes extranjeros, pero, lo que es aún más importante, sus efectos sobre las comunidades, incluidos los que ejercen al regresar a sus países de residencia, son el eje de un estudio de varios años de duración realizado por el Grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre la utilización de mercenarios como medio de violar los derechos humanos y de obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación.

“Estamos en presencia de un fenómeno temible: gente que va de un país a otro, participa en guerras, a veces simplemente por dinero, otras por motivos ideológicos”, afirmó el Sr. Gabor Rona, miembro del Grupo de Trabajo. “Vienen y combaten. Y luego pueden regresar a su país de origen y, como consecuencia de su experiencia, pueden estar radicalizados, o regresar y participar en actos de violencia u otros delitos”. 

Los combatientes extranjeros se encuentran en una zona gris del derecho internacional. Hay leyes específicas que atañen a los mercenarios –definidos como personas que luchan casi exclusivamente por dinero y que ganan más que la tropa regular. Y hay leyes específicas sobre los combatientes extranjeros que se incorporan a organizaciones terroristas. Pero muchos de los combatientes extranjeros no encajan en ninguna de esas dos categorías, dijo el Sr. Rona.

“Hay toda una gama de actividades que entraña peligros para la seguridad de los Estados y para su población”, señaló. “Queremos fomentar el diálogo entre los Estados, las ONG y todas las personas que podrían verse afectadas por las consecuencias de este fenómeno, en particular los civiles”.

El Sr. Rona afirmó que durante más de dos años el Grupo de Trabajo ha venido recopilando información sobre este nuevo problema de los combatientes extranjeros.

“Queremos hallar hechos relativos a quiénes reclutan a estas personas, cuáles son sus motivaciones y, algo muy importante, dar seguimiento al fenómeno. En los casos en que los combatientes han sobrevivido al conflicto y han regresado a su país de origen, [queremos saber] si han vuelto dotados de conocimientos y experiencia sobre la guerra que amenazan la seguridad de sus países de residencia”, dijo el Sr. Rona.

El Grupo de Trabajo ha visitado varios países, entre otros, Túnez, Bélgica y Ucrania. Sus miembros se han entrevistado con personas situadas a ambos lados de los conflictos, y con periodistas, ONG y civiles.

También han participado en mesas redondas de debates en las que han discutido el tema con otros expertos. El debate más reciente, titulado “Los combatientes extranjeros y las nuevas modalidades de mercenarismo”, tuvo lugar en Ginebra este mismo mes. Los participantes discutieron acerca de si los combatientes extranjeros constituyen una modalidad contemporánea de actividad mercenaria y sobre sus implicaciones para la rendición de cuentas y el resarcimiento.

Pero, ¿hasta qué punto los combatientes extranjeros son un fenómeno novedoso? La historia abunda en relatos de personas que participaron en guerras fuera de su país de residencia. Basta recordar que Ernest Hemingway luchó en la Guerra Civil Española. ¿En qué se diferencian de aquellos luchadores los combatientes extranjeros de hoy en día?

El Sr. Rona dijo que el problema no radica en las diferencias entre los combatientes actuales y los del pasado. Se trata del efecto que ejerce sobre la mente de quienes participan en la lucha el hecho de combatir en el marco de una estructura militar informal, en la que no hay rendición de cuentas ni disciplina, como suele suceder con muchos de los grupos en los que militan los combatientes extranjeros. Y cuál es para los Estados la mejor manera de afrontar su regreso.   

“El aspecto en el que más ayuda necesitan es cómo detener el ciclo de conductas violentas y antisociales que devasta a las comunidades. En ese sentido, tengo la esperanza de que nuestras conclusiones pueden definir las causas y motivaciones de lo que le ocurre a la gente cuando regresan al hogar después de una guerra”, dijo el Sr. Rona. “Y mediante esa información, podemos ofrecer bases empíricas que los Estados y la sociedad civil pueden utilizar para crear y aplicar dispositivos de rehabilitación y no sólo mecanismos punitivos, para contribuir a reducir los riesgos resultantes de lo que experimentan las personas cuando se van a la guerra y luego vuelven a casa”. 

20 de abril de 2016

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