Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Sudán: Türk afirma que el conflicto debe terminar antes de que sea demasiado tarde para salvar al país del desastre
Diálogo interactivo sobre el Sudán
12 septiembre 2023
Pronunciado por
Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En
54º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos
Señor Presidente,
Excelencias,
Distinguidos delegados y delegadas,
Este próximo viernes, Sudán llevará ya cinco meses tirados por la borda.
Cinco meses de sufrimiento, muerte, pérdidas y destrucción inútiles.
Desde que comenzara el conflicto, la población de el Sudán se ha visto atrapada en un ciclo inacabable de violencia creada por las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).
No hay alivio posible a la vista.
Mi equipo viajó a Chad y Etiopía en junio y julio para reunir información de primera mano de personas que habían huido de la violencia en Sudán.
Sus testimonios vienen a corroborar la información que mi Oficina ha podido obtener sobre la escala y brutalidad de este conflicto.
Oímos relatos sobre familiares que habían sido asesinados o violadas.
Relatos de familiares que habían sido detenidos, sin razón aparente.
Relatos de seres queridos desaparecidos.
Relatos de pilas de cuerpos abandonados en las calles.
Relatos de un hambre desesperada y persistente.
Relatos de un nivel de miedo e incertidumbre por su futuro que no habían sentido antes, a pesar de las décadas de inestabilidad en las que Sudán se ha visto atrapado.
El relato imposible de soportar de una joven de quince años, atacada y violada, además de ser apartada de su familia.
«Me duele todo el cuerpo; me duele la cabeza,» contó ella. «No consigo descansar porque no sé lo que le ha ocurrido a mi familia. No tengo apetito alguno. Cuando llega la noche, no consigo dormir pensando en mi familia.»
Sr. Presidente,
Este conflicto catastrófico ha destruido una nación.
Al menos 1.500 civiles han resultado muertos, según el Ministerio de Sanidad. Es probable que la cifra real sea mucho más elevada.
Más de 5,1 millones de personas han quedado desarraigadas de sus hogares.
Más de un millón de personas están buscando refugio en países vecinos.
El conflicto ha paralizado la economía, situando a millones de personas al borde de la pobreza. Ha interrumpido casi por completo servicios esenciales, tales como la educación y la atención sanitaria, en las zonas afectadas por los combates.
Más de 7,4 millones de niños y niñas no tienen agua potable segura para beber y al menos 700.000 corren riesgo de malnutrición aguda grave.
Y, a pesar de las promesas continuas por ambas partes de investigar las violaciones graves de derechos humanos y las violaciones del derecho humanitario internacional, el silencio es ensordecedor, sin que haya nadie a quién exigir responsabilidades.
Señor Presidente,
El elemento común devastador a este conflicto es sus consecuencias brutales para los y las civiles.
Los ataques indiscriminados en y desde zonas densamente pobladas en Jartum y ciudades circundantes han ocasionado la muerte de cientos de personas.
La semana pasada, más de 103 civiles resultaron muertos durante operaciones militares emprendidas por ambas partes en Jartum y en Omdurman, entre ellos muchas mujeres y niños. Al menos 51 personas, incluyendo 3 mujeres y 3 niños, resultaron muertos hace solo dos días debido a ataques aéreos en el distrito de Janoob Al Hazim en el sur de Jartum, uno de los saldos mortales más altos ocurrido en un único incidente desde que comenzaran los combates.
Las RSF continúan ocupando áreas residenciales, obligando a civiles a abandonar sus hogares, saqueando sus propiedades y, en muchos casos, asesinando a aquellos que se resisten.
Otras muchas personas resultan muertas en el fuego cruzado. Durante los últimos cinco meses, las RSF han ocupado cientos de edificios civiles, incluyendo hospitales y edificios de apartamentos, usando muchos de ellos para fines militares. En la zona de Jartum, tres cuartas partes de todos los hospitales tuvieron que cerrar al estar ocupados, dañados por los bombardeos, o padecer escasez grave de suministros médicos. Miles de edificios públicos y de viviendas han resultado destruidas como resultado de los ataques aéreos y de los bombardeos.
Deploro la detención arbitraria generalizada de civiles por ambas partes. Cientos, y posiblemente miles, de personas están retenidas en régimen de incomunicación en condiciones lamentables. Desde activistas políticos, hasta valientes defensores y defensoras de derechos humanos, pasando por miembros de los Comités de Resistencia, el supuesto delito que han cometido es dar apoyo o dar supuestamente apoyo a la facción rival, oponerse a la guerra, o simplemente ofrecer ayuda humanitaria a aquellas personas que la necesitan. Muchas de estas personas han sido torturadas. Se ha denunciado la desaparición de al menos 500 personas solo en Jartum.
Y en Darfur Occidental, los ataques por motivos étnicos perpetrados por las RSF y por milicias árabes aliadas han dado como resultado la muerte de cientos de civiles «no árabes», pertenecientes sobre todo a las comunidades Masalit. Esto ha ocurrido principalmente en la capital, El Geneina, aunque también en al menos otras ocho localidades. Las RSF controlan ahora todas las localidades de Darfur Occidental excepto dos.
Estos avances parecen copiar un pasado terrible que no debe repetirse.
En otras zonas de Darfur, sigue ascendiendo la cifra de víctimas civiles, al igual que la destrucción de infraestructura civil, incluyendo en Nyala, Darfur meridional. El 21 de agosto, más de 39 civiles, la mayoría de ellos mujeres y niños, resultaron muertos por proyectiles que explotaron cerca de su lugar de escondite debajo de un puente. Y en toda la región de Darfur, la población no ha podido acceder a sus campos de cultivo por culpa de los combates, lo que ha agravado una situación de seguridad alimentaria que ya era de por sí desesperada.
Estoy profundamente preocupado por los llamamientos efectuados por oficiales de las SAF para armar a civiles, en las que ha participado hasta el propio General de División Al-Burhan. Llamamientos parecidos han sido realizados por líderes comunitarios, incluyendo el más reciente hecho por el Sultán de Massalit. No se debe exhortar a los civiles a participar en hostilidades, y tampoco deben ser expuestos a las consecuencias de las operaciones militares.
Hemos observado también señales preocupantes de participación en el conflicto de milicias, que suelen estar afiliadas a grupos tribales o étnicos. Las campañas de movilización puestas en marcha por las SAF plantean un riesgo real de crear tensiones entre comunidades y de causar conflictos adicionales entre las comunidades. En Kordofán Meridional, los combates entre las SAF y el Movimiento de Liberación del Pueblo del Sudán-Norte (SPLM-N) está acarreando consecuencias desastrosas para la población civil.
Los refugiados y refugiadas que huyen del conflicto han sido acogidos, en su mayor parte, por países vecinos. Pero a la vez que puede que hayan dejado atrás los horrores del conflicto, también han tenido que enfrentarse a condiciones de vida precarias en lugares abarrotados y con escasez de servicios vitales, como atención sanitaria, alimentos y refugio. En numerosas ocasiones, han sufrido acoso por parte de fuerzas de seguridad con las que se han cruzado en su huída. También me preocupa el trato otorgado a los refugiados sudaneses que han huido más hacia el norte, en donde hemos visto, de forma especial en Túnez y en Libia, un peligroso sentimiento hostil contra los migrantes y los refugiados. Esta situación demanda nuestra máxima atención.
Señor Presidente,
Me repulsan las informaciones sobre la epidemia en marcha de violencia sexual relacionada con el conflicto. A fecha de 10 de septiembre, mi Oficina ha recibido informes creíbles de 45 incidentes, contra al menos 95 víctimas, entre las que se incluyen 75 mujeres, un hombre y 19 niños y niñas. Es probable que esta cifra sea solo la punta del iceberg. Las denuncias provienen sobre todo del Estado de Jartum, y de las regiones de Darfur y de Kordofán. La mayor parte de los autores, aproximadamente el 78%, eran hombres que portaban el uniforme de las RSF u hombres armados afiliados a las RSF.
Hemos recibido asimismo acusaciones en aumento contra ambas partes, algunas de las cuales están acompañadas de pruebas en vídeo, de tortura y asesinato de personas que estaban fuera de combate.
Para empeorar aún más esta crisis, los esfuerzos humanitarios destinados a aliviar el sufrimiento han sido cruelmente bloqueados, rechazados o directamente atacados. La Organización Mundial de la Salud ha documentado 56 ataques contra centros de atención sanitaria. Al menos 19 trabajadores humanitarios han sido asesinados y varios más están desaparecidos, lo que convierte a Sudán en uno de los países más peligrosos del mundo para realizar una labor humanitaria. Estos ataques han de terminar, hoy mismo, y para evitar mayores tragedias, las autoridades deben permitir que se entregue ayuda humanitaria, sin poner obstáculos para ello.
Señor Presidente,
La población de el Sudán ha tenido que soportar un sufrimiento y sacrificio enormes en su prolongada búsqueda de la paz y la justicia.
Este conflicto sin sentido, y las décadas de dictadura militar que lo preceden, nos han demostrado sin sombra de duda que un gobierno militar no traerá la estabilidad a Sudán.
No mejorará la manera de gobernar el país, no conseguirá avances en materia de derechos humanos, y tampoco mejorará la economía.
Lo que sí conseguirá, en cambio, es generar una mayor inestabilidad, además de un sufrimiento imposible de cuantificar.
Ha llegado el momento de que los dos generales cesen la violencia, que vuelvan a entablar conversaciones políticas, y que cumplan inmediatamente con sus obligaciones con arreglo al derecho internacional humanitario y las normas internacionales de derechos humanos.
Es hora de identificar, investigar y exigir responsabilidades a los autores de estas violaciones flagrantes. Es hora de acabar con el ciclo de impunidad. El hecho de no exigir responsabilidades a los responsables de crímenes y violaciones pasados ha sido uno de los principales factores que ha contribuido a una inestabilidad de décadas de duración en Sudán, y ha alimentado en última instancia las hostilidades actuales.
Necesitamos una voluntad política coordinada, participación y cooperación por parte de aquellos que ejercen influencia en la comunidad internacional, para poder poner un punto final a esta tragedia. Y mientras esto ocurre, necesitamos de un incremento sustancioso en el apoyo económico que se presta a las agencias humanitarias, quienes están haciendo todo lo que está en sus manos para poder llegar a los millones de personas necesitadas.
Este conflicto terrible debe terminar antes de que sea demasiado tarde para salvar al país del desastre.
Gracias.