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El acceso al agua para beber salubre y al saneamiento es esencial para una vida digna y para el respeto de los derechos humanos. Sin embargo, miles de millones de personas aún no gozan de esos derechos humanos fundamentales.

Para hacer efectivos los derechos humanos al agua y al saneamiento, es necesario que el agua potable esté disponible y accesible y sea apta para el consumo, aceptable y asequible para todas las personas, sin discriminación, igual que el agua para el uso personal y doméstico y las instalaciones de saneamiento e higiene. Estos elementos están claramente interrelacionados.

Si bien en teoría el acceso al agua puede estar garantizado, en la realidad, si es demasiado caro, las personas no pueden costearlo. Las mujeres no utilizan las instalaciones de saneamiento que tienen un mantenimiento insuficiente o no están separadas por sexos. Tener un grifo de agua no potable no mejora el acceso al agua. Los derechos humanos requieren un enfoque holístico del acceso al agua y al saneamiento.

Los derechos humanos al agua y al saneamiento requieren además que la atención se centre expresamente en los más desfavorecidos y marginados, y que se ponga énfasis en la participación, el empoderamiento, la rendición de cuentas y la transparencia.