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Comunicados de prensa Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Un sufrimiento indecible aguarda a Sudán si no recibe ayuda, según Bachelet

28 abril 2020

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GINEBRA (28 de abril de 2020) – La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha expresado el martes su honda preocupación por la crisis que afecta la transición de Sudán en medio de la pandemia de la COVID-19, y ha comentado que un sufrimiento indecible aguarda a menos que los donantes actúen rápido.

Apenas un año después de la retirada del poder del longevo presidente, Omar al-Bashir, Bachelet señaló que la promesa de desarrollo económico y social, democracia y justicia se ve amenazada ahora por las grandes limitaciones de recursos del Gobierno de transición de Sudán, los cuales se agravan por la combinación de los efectos en la práctica de las sanciones unilaterales actuales, la incapacidad de las instituciones internacionales de reducir la deuda y la carencia de apoyo internacional.

“El punto de inflexión podría ser la COVID-19”, indicó la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Fuentes médicas han advertido de la gran escasez de equipo e indumentaria de protección. A fecha de 27 de abril, se habían registrado 275 casos positivos de la COVID-19 y 22 fallecimientos.

“El sistema de salud no está equipado para gestionar un brote de la escala que hemos visto en otras partes del mundo. Solo hay una única forma de evitar un desastre humanitario y es que los donantes den un paso adelante y echen una mano a Sudán”, aseguró Bachelet.

“Debemos actuar de forma rápida y generosa para ofrecer apoyo financiero. De lo contrario, corremos el riesgo de que un país con potencial recaiga en la inestabilidad política y en un conflicto potencial”.

El Primer Ministro de Sudán reconoció, en una carta al Secretario General de las Naciones Unidas el 8 de abril de 2020, que la COVID-19 plantea retos enormes al sistema de salud de su país, la economía y la sociedad en su conjunto, y que necesitaba de apoyo financiero y técnico para hacer frente a la pandemia.

De los 43 millones de habitantes de Sudán, casi 2 millones siguen siendo desplazados internos por los conflictos en Darfur, Kordofán Meridional, y el estado de Nilo Azul. La mayoría se enfrenta a condiciones extremas, viven en campamentos o asentamientos y son incapaces de cubrir sus necesidades básicas. Asimismo, Sudán alberga a más de 1,1 millones de refugiados y migrantes.

Incluso antes de la COVID-19, muchos sudaneses luchaban por sobrevivir debido al alto desempleo, la inflación desmesurada y la falta de redes de seguridad y protección social. Estas cuestiones se han visto agravadas por las implicaciones que conlleva que Sudán siga en la lista estadounidense de países que patrocinan el terrorismo. Además, Sudán en la actualidad se encuentra entre los países no aptos para acceder al Fondo Fiduciario de 50.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial para combatir la COVID-19.

Por otro lado, el Secretario General de las Naciones Unidas ha instado a la comunidad internacional a hacer todo lo posible para apoyar al país en su transición y en estos momentos tan difíciles.

“La única manera de que Sudán pueda salir de este ciclo de pobreza y desesperación es librarle de los obstáculos que suponen las sanciones impuestas durante el gobierno anterior, lo que permitiría a Sudán atraer la inversión para sus reformas económicas tan necesarias y acceder por completo a los fondos de las instituciones financieras internacionales”, declaró Bachelet.

“La desigualdad, así como las situaciones socioeconómicas injustas, fueron los principales detonantes de la revolución de Sudán el año pasado. Si estas y otras causas principales no se abordan de forma prioritaria, la transición exitosa de Sudán para lograr una paz duradera seguirá siendo una realidad lejana”.

FIN

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