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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

La COVID-19 y su impacto en los negocios y los trabajadores Diálogo digital de la Organización Internacional de Empleadores Declaración de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

29 abril 2020

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En solo cuatro meses, el mundo se ha transformado. La pandemia de la COVID constituye una crisis mundial creciente y sin precedentes, que tiene consecuencias sanitarias, económicas y sociales devastadoras en todos los países. Está sumiendo la economía mundial en una recesión de dimensiones históricas.

A partir del 1 de abril de 2020, las nuevas estimaciones mundiales de la OIT apuntan a que en el segundo trimestre de 2020 habrá una reducción del empleo de alrededor del 6,7 por ciento, el equivalente a 195 millones de trabajadores a tiempo completo1. Cabe mencionar que el recuento final de las pérdidas anuales de puestos de trabajo en 2020 dependerá de la evolución de la pandemia y de las medidas que adopten los gobiernos y el sector privado para mitigar sus repercusiones.

Acojo con agrado el compromiso continuo de la OIE para forjar procesos económicos que protejan los derechos humanos y que pueden ayudar a delinear respuestas efectivas a la pandemia, ahora y en los próximos meses, a medida que el virus continúa extendiéndose por el mundo.

Muchos, si no la mayoría de los negocios, se enfrentan a los retos de cambios masivos en la demanda, las cadenas de suministro, el transporte y la movilidad, así como la protección de los trabajadores, por mencionar algunas de las cuestiones principales ante ustedes.

Los trabajadores también se enfrentan a turbulencias, al igual que los consumidores. El miedo a contagiarse. La perspectiva de perder los medios de subsistencia. Estas y otras graves vulnerabilidades se ven exacerbadas por una cobertura de protección social inadecuada, que implica que millones de personas del mundo no puedan acceder a una asistencia sanitaria adecuada, o a otros beneficios sociales.  

Comprendo que los directivos empresariales tienen infinidad de preocupaciones acuciantes, aunque me gustaría situar a los trabajadores y otras personas corrientes en el eje de sus debates hoy.  La salud de cada negocio depende del bienestar de los trabajadores y de los consumidores. Y necesitamos ideas claras y una solidaridad responsable para garantizar que se cause el menor daño posible a todo el mundo durante esta crisis.

Sus negocios afrontan retos arduos e inmediatos, aunque también ustedes deben mirar hacia delante.

El mundo va a convivir con el virus durante meses y años, puesto que la lucha por contenerlo persiste. Ustedes, así como sus trabajadores, consumidores y comunidades, se adaptarán a estos cambios. Y es importante que esta comunidad de intereses comunes sea uno de los aspectos fundamentales de las decisiones que tomen.

Este compromiso con los derechos humanos es la forma correcta de hacer negocios y realizar análisis más efectivos del camino por recorrer.

Los derechos humanos y las libertades fundamentales nos hacen más resistentes a la crisis, más flexibles, más adaptables, más responsables y mejor informados. La crisis que se está desencadenando por la COVID-19 es terreno desconocido, claro que sí, pero contamos con una brújula. Las leyes y orientaciones sobre derechos humanos, incluidos los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, han sido concebidos para ayudar a que los dirigentes actúen de forma responsable y efectiva a la hora de abordar todo tipo de desastre y a que reconstruyan mejor.

La responsabilidad básica, para todos los negocios, es respetar los derechos humanos en sus propias actividades y relaciones comerciales. La forma práctica de hacerlo es emplear procesos de debida diligencia en materia de derechos humanos, identificar, prevenir, mitigar y dar cuenta de cómo gestionan las repercusiones para los derechos humanos. Y esta herramienta puede ser clave para identificar el impacto de la COVID en sus cadenas de suministro, cadenas de demanda y sistemas.

Ustedes necesitan esta precisión y claridad para ofrecer las respuestas adecuadas. Es y seguirá siendo esencial, durante toda la epidemia, que identifiquen, evalúen y aborden los nuevos riesgos que ésta está generando, de forma que puedan elaborar políticas rápidas y relevantes.

Ante todo, se trata de una crisis sanitaria. Considero imprescindible y de la máxima urgencia asegurar la salud y la seguridad de sus trabajadores, en especial del ámbito de la atención sanitaria, con funciones de cara al cliente o con una interacción importante en el trabajo. Todos los trabajadores, sin discriminación, deberían tener acceso a la asistencia sanitaria y material de protección, y su riesgo de exposición debería reducirse. Asimismo, los negocios deberían evaluar el impacto sobre los trabajadores en sus cadenas de suministros y utilizar su influencia para salvaguardar los derechos de las personas que trabajan para sus proveedores. Es una cuestión de base y de los intereses propios más fundamentales para proteger los derechos humanos.

En este contexto, hay que prestar atención especial a los jornaleros, los trabajadores sin contrato, los empleados temporales y aquellas personas sin cobertura de protección social que trabajan en sus cadenas de suministro. Muchos de ellos son mujeres o proceden de grupos vulnerables, y la asistencia y apoyo inmediato por parte de ustedes, incluso durante las medidas de confinamiento, pueden ser una tabla de salvación. Numerosos trabajadores y propietarios de pequeñas empresas necesitarán apoyo inmediato que les ayude a proteger sus medios de subsistencia. 

Permítanme citar dos ejemplos. El gigante textil H&M ha asegurado a sus proveedores que no cancelará ni pretende renegociar los pedidos existentes y que aceptará la entrega de mercancías en producción. Unilever se ha comprometido a ayudar a sus pequeños y medianos proveedores más vulnerables extendiendo préstamos en efectivo.

Necesitamos más ejemplos de este tipo de pensamiento creativo mientras seguimos trabajando durante esta crisis, a fin de proteger los empleos, proteger la salud, además de ayudar a las personas a enfrentar la adversidad, invirtiendo en las respuestas y resiliencia impulsada por las comunidades y contribuyendo con medidas de protección social vitales.

También les animo a actuar a largo plazo para proteger los derechos económicos, sociales, civiles y políticos en las extensas sociedades donde realizan su actividad y distribuyen sus productos. Los inversores ya están preguntando a los directores generales cuáles son sus medidas en curso para proteger sus amplios ecosistemas de personal, clientes y proveedores. Exista una opinión cada vez más general de que las empresas responsables serán las mejor preparadas para superar la presente crisis sanitaria, así como la recesión económica que está por llegar.  

Demostrar respeto por los derechos humanos, sobre todo en tiempos de incertidumbre y dificultades económicas, es un firme indicador de los valores principales de una empresa. Las medidas humanas, lúcidas y de impacto, que protejan a los empleados y las comunidades y que les ayuden a superar los retos, darán sus frutos a largo plazo en la reputación de las empresas.

No nos podemos permitir excluir a nadie. Si hemos aprendido algo de la COVID-19 es que nadie ni ninguna identidad es una unidad aislada. Todos estamos conectados y nos beneficiamos mutuamente.

También me gustaría subrayar que esta respuesta a la pandemia debe ser global. No nos podemos permitir excluir a ningún país. El hecho de que países en desarrollo con menos capacidad para contener la pandemia se conviertan en repositorios para el virus e impulsen nuevas oleadas de contagio sería un desastre para los derechos humanos y una catástrofe económica.

Un día, las calles, los cielos y las rutas marítimas se llenarán de nuevo, aunque el mundo habrá cambiado. El modo en que los negocios respondan a la crisis definirá su propio futuro como entidades operativas y contribuirá a delinear el futuro de millones de personas: sus empleados directos y muchos otros.

La prevención, la mitigación y el tratamiento del daño que se cause a los derechos humanos será clave para mantener la confianza: con los clientes y los consumidores, con sus empleados, sus asociados y sus comunidades. Esto será fundamental para crear un mundo con mayor resiliencia.

Espero con interés este debate.

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