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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Mesa redonda bienal de alto nivel sobre la cuestión de la pena de muerte

26 febrero 2019

40° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos

Tema “Las violaciones de derechos humanos relacionadas con la pena de muerte y, en particular, con los derechos a la no discriminación y la igualdad”

Declaración del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet

Sr. Presidente,
Excelencias,
Colegas y amigos:

Me complace inaugurar esta mesa redonda de alto nivel sobre la cuestión de la pena de muerte

Las Naciones Unidas se oponen al uso de la pena de muerte en todo lugar y circunstancia. Hoy, me complace afirmar que existe una clara tendencia internacional favorable a la abolición. En el mundo entero, 170 Estados, con diversos sistemas legales, tradiciones, culturas y religiones, han abolido la pena muerte por ley o bien no ejecutan las sentencias capitales ya dictadas. Al final del año pasado, 121 Estados (el mayor número hasta fecha) votaron a favor de la resolución de la Asamblea General que pedía una moratoria del uso de la pena capital.

El tema de esta mesa redonda es particularmente idóneo porque en ningún sitio la discriminación resulta más evidente que en el corredor de la muerte, donde se encuentran las personas que la sociedad ha decidido que no se pueden rehabilitar y a las que debe privarse de la vida. Mi Oficina realiza visitas a prisiones en el mundo entero y nuestros colegas informan continuamente de que los corredores de la muerte están desproporcionadamente poblados de personas pobres y económicamente vulnerables, extranjeros, indígenas y otros miembros marginados de la sociedad.

A menudo, vemos que la pobreza, el analfabetismo o las barreras lingüísticas impiden que los acusados puedan ejercer el derecho a una asistencia letrada eficaz ante la pena de muerte. Con demasiada frecuencia, no se informa inmediatamente a los extranjeros de su derecho a la asistencia consular.

Cualquiera de esas vulneraciones de las garantías procesales supone la aplicación arbitraria del más grave e irreversible castigo, como reiteró el Comité de Derechos Humanos en su reciente Observación general sobre el derecho a la vida. El presidente del Comité, Yuval Shany, ha aceptado gentilmente moderar esta mesa redonda y estoy deseosa de conocer sus opiniones sobre la Observación general, que es un indicador significativo en la consecución de la abolición.

En algunos Estados, la discriminación se extiende incluso a las cláusulas del código penal en sí mismo. Algunas personas son sentenciadas a muerte simplemente por ser miembros del colectivo LGTBI, expresar una opinión, pertenecer a un grupo político o ejercer su libertad en materia de religión que, os recuerdo, incluye la libertad de abandonarla.

En primer lugar, condenar a muerte a un ser humano por conductas que nunca deberían ser criminalizadas, es incompatible con los deberes estatales en materia de derechos humanos.

A menudo, en los debates sobre la pena capital se olvida a las mujeres. Su tasa de ejecución es inferior a la de los hombres y en algunos casos incluso están exoneradas de este castigo, pero la discriminación de género sigue siendo un factor importante en la pena de muerte. Un estudio publicado el año pasado por el Centro Cornell muestra que muchas mujeres sentenciadas a muerte en todo mundo, lo han sido no solo por sus delitos, sino porque se consideró que habían incumplido las funciones de género tradicionales. Algunas mujeres fueron condenadas a muerte porque, supuestamente, cometieron transgresiones morales, como adulterios o actos de brujería, que en algunos países todavía están penados con la pena capital y se aplican casi exclusivamente a las mujeres.

Otras mujeres sentenciadas a muerte por matar a su pareja han sido víctimas de abusos domésticos graves y reiterados durante años, y han temido por sus vidas, pero la legislación de sus países solo reconoce la defensa propia como argumento jurídico válido en caso de amenaza mortal directa e inminente.

Los derechos humanos no son monolitos estáticos. Mejoran cuando nuestras sociedades son más inclusivas e incorporan las voces y experiencias de personas que antes estuvieron marginadas. Este proceso también pone de manifiesto errores judiciales pasados, a menudo arraigados en la discriminación y los estereotipos. Es inaceptable que se siga sentenciando a muerte, a sabiendas de que existe el riesgo de cometer un error, por pequeño que éste pueda ser.

Exhorto a todos los Estados representados hoy aquí a que se posicionen en el lado correcto de la historia y se unan a la dinámica internacional en pos de la abolición. 

Muchas gracias.


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