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Región de las Américas

Roberto Garretón Merino: Una vida al servicio de los derechos humanos

25 enero 2022

Roberto Garretón receiving the Rectoral Medal from the University of Chile, Santiago, 2019. Robertogarreton.cl

“No existe compromiso mayor con la patria que trabajar para garantizar que cada uno de nuestros compatriotas puedan disfrutar de los derechos y las libertades reconocidos en la Declaración Universal, del mismo modo que no hay nada más antipatriótico que humillar a su propio pueblo”. 

ROBERTO GERRETÓN, 2008

 

“La ira que me produjo fue tan intensa (…) que empecé a involucrarme en asuntos relativos a los derechos humanos”. Así explicaba Roberto Garretón Merino el giro que tomó su vida el 12 de septiembre de 1973, al día siguiente del golpe de Estado en Chile, cuando decidió dejar su empleo de abogado de empresas y emprender el camino que lo convertiría en un defensor de derechos humanos célebre en Chile y en el mundo entero. 

“Fue el día más decisivo de mi vida”, declaró Garretón en una entrevista de televisión realizada para el Museo de la Memoria en 2018. Poco después del inicio de la dictadura, Garretón se afilió al Comité Pro Paz, una entidad creada hacía poco para defender a los imputados en los tribunales militares establecidos por el régimen. “Asistí a 103 cortes marciales, pero apenas conocía la materia penal. Yo era abogado de la empresa que suministraba agua potable a Santiago; todo nuestro trabajo versaba sobre demandas laborales”.

La senda vital de Roberto Garretón y su incansable lucha en pro de los derechos humanos concluyeron el 27 de diciembre de 2021, a la edad de 80 años. Este hombre generoso, profundamente humano y solidario, según lo describen sus amigos, falleció ese día, dejando una imborrable impronta de honor y dignidad que trasciende las fronteras de Chile.

“Todos los que tuvieron la suerte de trabajar con él recuerdan su contagiosa e inspiradora energía, su manera de escuchar al humilde, al pobre, a la gente sencilla y marginada, su generosidad y su negativa absoluta a ceder en lo tocante a derechos y valores fundamentales”, afirmó la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. “Roberto Garretón encarnaba la fuerza, la tenacidad, la empatía y la humildad”.

El rasgo distintivo de su personalidad era la manera simple y directa en la que planteaba sus ideas. “Cada violación de derechos humanos tiene tres ingredientes: un acto de violencia, una cobardía y una mentira. No hay violación de derechos humanos que no reúna estas tres condiciones”, declaró en 2013 durante una entrevista concedida a la cadena CNN en Chile. 

“Hasta el día de su muerte, Garretón siguió denunciando las violaciones de derechos humanos, cualesquiera fueran sus perpetradores”, añadió Bachelet. “Para él, los derechos humanos representaban un proyecto universal y siempre sostuvo que todas las políticas gubernamentales deberían basarse en ellos. La herencia que nos deja es una inspiración para nosotros y para todos los defensores de derechos humanos, en el mundo entero”. 

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago fue el lugar escogido por sus seres queridos y la sociedad chilena para darle su último adios. Fue una selección apropiada, porque Garretón fue a la vez un ejemplo de memoria y de infatigable labor en defensa de los derechos humanos.

Su carrera

Tras el golpe de Estado en Chile, Garretón se afilió al Comité de Cooperación para la Paz en Chile (1973-1975) -conocido como el Comité Pro Paz- la primera institución que apoyó a quienes buscaban consuelo y protección de las circunstancias dramáticas y a menudo violentas que padecían.

Cuando la dictadura disolvió el Comité, Garretón se sumó a diversas iniciativas para ayudar a los perseguidos y dirigió la sección jurídica de la Vicaría de la Solidaridad, una entidad simbólica vinculada a la Iglesia Católica, que apoyó a individuos y familiares de las víctimas de violaciones de derechos humanos durante gran parte del régimen. Garretón desempeñó esta función a pesar de las amenazas proferidas contra él y su familia, que culminaron con su arresto en 1987.

“Lo peor que le puede pasar a un país es carecer de memoria”, decía Garretón, en referencia al enorme trabajo realizado por la Vicaría de la Solidaridad, que documentó las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura. El conjunto de más de 85.000 documentos que componen este archivo, en el que figuran, entre otros, copias de actas jurídicas, peticiones de amparo judicial, denuncias internacionales, testimonios de torturas y desapariciones forzosas, fue incorporado por la UNESCO al Registro de la Memoria del Mundo. 

Garretón también sirvió a las Naciones Unidas en calidad de delegado, experto y oficial, en diversos puestos. En 1993 fue vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos y de la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos que se celebró en Viena (Austria). También desempeñó el cargo de Relator Especial sobre la situación de derechos humanos en la República Democrática del Congo y fue miembro del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria. De 2001 a 2005, fue Representante Regional del ACNUDH para América Latina y el Caribe, y en 2006 fue uno de los siete expertos escogidos para integrar el grupo de apoyo al Consejero Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la prevención del genocidio y contribuyó al esfuerzo general que las Naciones Unidas realizan con el fin de prevenir los crímenes de lesa humanidad.    

Convencido de que una sociedad justa y democrática no puede edificarse sobre la mentira y el silencio culpable, Garretón dedicó su vida a luchar contra la impunidad. Armado con esta convicción, llegó a ser un aliado de las víctimas y trabajó incansablemente en pro de la memoria, la justicia y la reparación, y para prevenir la reincidencia.

Galardones

A lo largo de su carrera, Garretón recibió prestigiosas distinciones. En 2003, Francia le confirió la Legión de Honor. En 2020, recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos por su labor de ayuda a las víctimas de las violaciones de derechos humanos, galardón otorgado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, en cuya Junta Directiva sirvió durante seis años (2010-2016).

25 de enero de 2022