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COVID-19

En Serbia, los grupos vulnerables se enfrentan a una mayor discriminación debido al COVID-19

27 mayo 2020

El COVID-19 llegó a Serbia el 6 de marzo de 2020 y una semana más tarde se declaró el estado de emergencia. Desde ese momento han surgido ciertas cuestiones en materia de derechos humanos que causan preocupación, en especial en lo relativo al acceso desigual a la asistencia sanitaria y la protección social de los grupos vulnerables.

En el momento de redactar estas líneas, se han registrado en Serbia 11.193 casos y han fallecido 239 personas (fuente: Organización Mundial de la Salud).
Milan Markovic es el Director del ACNUDH en Serbia.

¿Cuáles son las principales cuestiones de derechos humanos que están en juego en Serbia con motivo de la respuesta al COVID-19?

La mayor preocupación es que se agravan las diferencias o desigualdades existentes. El empeoramiento entraña más división y discriminación. Algunas de las medidas de confinamiento afectan a los más marginados y vulnerables.

Estos grupos se están quedando más rezagados que nunca como resultado del confinamiento y la paralización parcial del sistema socioeconómico. Aunque la respuesta sanitaria y las medidas restrictivas han surtido efecto - con menos infecciones y bajas tasas de mortalidad – también han repercutido de negativamente sobre los derechos de varios grupos y han incrementado los riesgos a los que tienen que enfrentarse.

Los romaníes, las personas con discapacidad y los miembros del colectivo LGTBI son algunos de los grupos que nos preocupan en Serbia; a todos les afecta el acceso desigual a la protección social y la asistencia sanitaria. Las mujeres sufren un mayor riesgo de violencia doméstica y de género, ya que no pueden salir de sus hogares debido a las medidas de confinamiento. También nos preocupan los migrantes y los refugiados. Otros, como las personas con discapacidad mental, no pueden salir de casa, ni siquiera para pasear en el patio trasero. Los detenidos están sujetos al hacinamiento y las malas condiciones de reclusión, lo que les vuelve más vulnerables ante la propagación del virus.

¿Qué hace la Oficina del ACNUDH para proteger los derechos de las personas durante esta pandemia?

Seguimos de cerca todas las medidas adoptadas durante el estado de emergencia y monitoreamos sus repercusiones en materia de derechos humanos. ¿Son proporcionales a la situación? ¿Cómo afectan a determinados grupos? Estas son algunas de las preguntas que nos planteamos constantemente y que tenemos en cuenta al mediar con el gobierno.

Nuestra colaboración con las organizaciones locales y las personas que trabajan en el ámbito de los derechos humanos es también fundamental para nuestra labor. Ellas nos ayudan a obtener datos e información de primera mano y contribuyen a nuestros esfuerzos de promoción. La cooperación directa con el gobierno ha sido también la mejor plataforma para abordar varias medidas de atenuación durante el estado de emergencia.

Estamos levantando un inventario de las necesidades inmediatas de los grupos más vulnerables, enfocándonos en problemas como el acceso a la atención sanitaria, la vivienda, el agua y la electricidad. Luego transmitimos esta información al gobierno y otras organizaciones que asisten en la respuesta, para influir en sus actividades.

Uno de nuestros objetivos principales durante esta crisis es poner los derechos humanos en el centro de la respuesta y del inminente periodo de recuperación. Estamos trabajando con el sistema de las Naciones Unidas, el gobierno y otros socios en el desarrollo para que los derechos humanos no se olviden en este momento crucial de la historia.

¿Cómo ha afectado el COVID-19 a vuestro trabajo?

Eso de trabajar en aislamiento desde casa ha sido muy intenso. Somos un equipo de seis personas y trabajamos aproximadamente entre diez y doce horas al día.

Para los demás y para mí mismo, apenas hay separación entre el trabajo y la vida doméstica, por decir lo mínimo.

Pero hacemos todo lo posible y todo el mundo se encuentra en la misma situación. El reto consiste en que todos los socios con los que trabajamos habitualmente también se encuentran en sus casas, por lo que el flujo de información puede verse comprometido y la mayor parte de nosotros no tiene acceso directo a personas titulares de derechos. Por lo tanto, la mayor lección que hemos aprendido ha sido cómo ser creativos y accesibles en estas difíciles circunstancias. Necesitamos ajustarnos a esta “nueva normalidad” sin comprometer el resultado: la protección y promoción de los derechos humanos.

¿Cuáles han sido hasta ahora los mayores desafíos y las principales lecciones aprendidas durante la pandemia?

Esta ha sido una enorme experiencia pedagógica, sobre todo para mantener el mandato excepcional que tiene la oficina del ACNUDH sobre el terreno: velar por que los derechos humanos no caigan en el olvido, ni siquiera en estos momentos de restricciones y durante los estados de emergencia a través del mundo entero.

Durante esta crisis, es fundamental actuar con rapidez. La situación cambia constantemente, debemos adaptarnos y reaccionar, a menudo en la misma hora en la que nos notifican algún suceso. Cuando los derechos humanos están en juego, como ocurre en esta pandemia, no se puede dejar cosas sin hacer o posponerlas para mañana. Uno de los mayores riesgos es que, una vez que se levanten las restricciones, desviemos la atención de los grupos e individuos más afectados por las deficiencias estructurales.

¿Por qué es tan importante defender los derechos humanos durante esta pandemia?

La tarea de velar por que los derechos humanos estén en el centro de la respuesta de las Naciones Unidas es nuestra obligación cotidiana. En cuanto a la respuesta al COVID-19, hemos visto que no sólo se trata de salvar vidas, sino de la propia dignidad humana. Si no incorporamos los principios de no discriminación, igualdad y dignidad humana en la respuesta a la crisis, nunca les haremos justicia a esas personas que, con toda seguridad, quedarían rezagadas.
La defensa de los derechos humanos mantiene viva, protegida y asegurada la dignidad de la persona.

 

27 de mayo de 2020