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Agua y saneamiento

Los espacios públicos y lugares de trabajo han quedado rezagados en la aplicación del derecho al agua y el saneamiento

14 octubre 2019

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El agua potable y los aseos limpios y accesibles son derechos que se les niegan a miles de millones de personas en todo el mundo. Aunque muchos Estados se esfuerzan por mejorar los servicios de los que gozan las personas en sus hogares, la gente suele enfrentarse a más problemas para sobrevivir fuera de estos.

 

Un informe* presentado en el 42°período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos por Leo Heller, experto independiente de las Naciones Unidas, se centró en la necesidad de ampliar rápidamente el acceso al agua potable y las instalaciones de saneamiento fuera de los hogares.

El Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento subrayó a determinados grupos que han quedado cada vez más marginados, y lugares como calles, zonas rurales, escuelas, hospitales, cárceles y centros de detención a los que es preciso priorizar de manera urgente.

Heller declaró que “las personas sin techo o económicamente vulnerables no pueden permitirse el uso de baños públicos. Las personas con discapacidad, especialmente las que tienen alguna discapacidad física, no pueden usar baños públicos que no hayan sido diseñados para ellos. Las personas transexuales y de género no binario suelen verse obligadas a usar en sus centros de trabajo los baños que corresponden al género que tuvieron al nacer,  lo que puede hacer que al final dejen el empleo y renuncien a los ingresos”.

Algunas de las profesiones destacadas también en el informe son los agricultores, los conductores de bici-taxis o los vendedores callejeros, que no pueden contar con baños ni puntos de agua porque, simplemente, no existe ninguno a su alrededor.

La juventud se expresa

En el evento paralelo en el que se presentó el informe, Juliana Muller, joven brasileña de 17 años de edad, defensora de los derechos humanos, describió la situación existente en su país. En Brasil, 42 millones de personas carecen de acceso al agua.

“Les estamos fallando a las personas más pobres y vulnerables, así como a sus hijos y familias”, señaló Muller. “Aunque en los diez últimos años se ha avanzado mucho en la mejora del suministro hídrico, el ámbito público todavía no recibe la atención adecuada. Se trata de un lugar de trabajo para muchas personas y el hecho de no tener acceso al agua potable supone una denegación de sus derechos humanos”.

Asniya Mohammed, de Filipinas, también de 17 años, relató su historia. La violencia forzó a Asniya y a su familia a huir de su hogar y ahora viven en una tienda de campaña sin retrete limpio ni agua potable.

“Para empezar, creo que las personas de mi comunidad ni siquiera saben lo que son los derechos humanos”, manifestó Asniya. “Pienso que no se puede luchar por algo que no se conoce”. 

En fecha reciente, Asniya fue elegida Presidenta Juvenil de su comunidad. Ahora está movilizando a los jóvenes del lugar para reclamar una cobertura sanitaria universal y animando a denunciar de manera sistemática a las personas que contaminen sus ríos y tierras.

Un llamamiento en pro de políticas que incluyan el agua y el saneamiento

Heller insta a los Estados a que incluyan los espacios públicos en sus consideraciones sobre acceso al agua y al saneamiento. “Los espacios públicos, en su condición de zonas accesibles para todos, son vitales para un gran número de personas y, en consecuencia, han de obtener el debido reconocimiento en las políticas de Estado”.

Si los Estados fracasan en esta tarea, dijo Heller, no podrán cumplir sus compromisos con los Objetivos del Desarrollo Sostenible en cuanto a lograr un acceso adecuado y equitativo al agua, el saneamiento y la higiene de aquí a 2030.

“La promoción del acceso al agua y a las instalaciones de saneamiento en los espacios situados fuera de los hogares es una pieza de vital importancia para conseguir poner fin a la desigualdad y la discriminación”, concluyó el experto.

14 de octubre de 2019

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