‘Redes fantasmas’ – El arte aborigen y los derechos humanos
14 septiembre 2017
La exposición “Redes fantasmas”, inaugurada en el Palacio de las Naciones de Ginebra, pone de relieve la destrucción del medio ambiente marino causada por el ser humano y la manera en que este fenómeno afecta a la relación de los aborígenes australianos con el mundo natural.
La exposición forma parte de un proyecto más amplio que desarrolla el Museo de Etnografía de Ginebra, titulado “El efecto bumerán”, que muestra las artes de los pueblos aborígenes de Australia.
“Redes fantasmas” es una iniciativa monumental basada en creaciones de artistas de las Islas del Estrecho de Torres, en la remota península septentrional de Cape York, donde luchan por preservar su vínculo ancestral con la naturaleza.
En un gesto de catarsis y un esfuerzo por denunciar los problemas ecológicos a los que se enfrentan, los isleños recuperaron redes de producción industrial que habían sido abandonadas en el mar y las transformaron en figuras de animales marinos que ya han desaparecido de sus costas.
“Es a la vez inquietante y lúdico: recoger los desechos tóxicos de la modernidad y combinarlos con tótems ancestrales del mar”, afirmó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, en la inauguración de la exposición. “Kilómetros de redes de plástico que aniquilan a especies marinas y reducen la capacidad de las comunidades indígenas para obtener alimento. Esas son las ‘redes fantasmas’, dispositivos de muerte que flotan sin rumbo por el océano”.
Las comunidades más perjudicadas por las repercusiones del cambio climático son las que ya se encontraban en desventaja debido a la geografía, la pobreza, el envejecimiento, la discapacidad y los antecedentes étnicos o culturales.
“Los artistas aborígenes cuyas obras contemplamos hoy protagonizan, en muchos casos, un regreso a los símbolos tradicionales de la familia, al recrearlos con estos mortíferos desechos del mundo moderno. Su obra contribuye a sensibilizarnos sobre la necesidad de reformar los métodos de pesca y de fomentar los esfuerzos encaminados a limpiar el entorno, recoger las redes abandonadas y reutilizarlas. Esa labor aporta esperanza y empleos, con lo que se empodera a personas que a menudo están marginadas y excluidas por la sociedad”.
La inauguración de la exposición coincidió con el décimo aniversario de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Cuando el Consejo de Derechos Humanos entre en la segunda semana de su 36º periodo de sesiones en Ginebra, los derechos de los pueblos indígenas estarán en el centro del escenario durante toda la reunión: varios mecanismos relativos a los pueblos indígenas debatirán acerca de sus derechos humanos, entre otros la Relatora Especial sobre los derechos de los indígenas, que presentará el informe que elaboró tras su última visita a Australia.
“La historia de las comunidades indígenas de la península de Cape York se remonta a decenas de miles de años. Y esto encierra una lección. No podemos deshacer el horrendo daño que se ha hecho a los pueblos indígenas en el mundo entero”, afirmó Zeid. “Pero podemos enfrentarnos a ese daño, tratar de reparar la terrible injusticia que han padecido y aprovechar las tradiciones ancestrales para mejorar la Tierra y los océanos que todos compartimos”.
14 de septiembre de 2017