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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Türk interviene en la reunión sobre derechos humanos y tecnología digital de la Cooperación Mundial de Normalización

24 febrero 2023

Pronunciado por

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

En

Cooperación Mundial de Normalización

Mi más sincero agradecimiento por la oportunidad de dirigirles algunas palabras hoy aquí. Me complace abrir un nuevo capítulo en el trabajo conjunto de nuestras organizaciones para defender los derechos humanos en el mundo de la tecnología digital.

Hace tan solo una generación, jamás hubiéramos imaginado que nuestras vidas se enriquecerían y empoderarían tanto como lo hacen en la actualidad gracias a nuestra realidad cotidiana altamente digital e interconectada.

Las normas técnicas desempeñan un papel fundamental en esta realidad.

Sostienen nuestra infraestructura digital y la mantienen en funcionamiento.

Determinan la forma en que fluye la información, garantizan que nuestras llamadas lleguen a la persona con la que deseamos hablar o que la banca en línea funcione de forma segura.

Como expertos y expertas en esta sala, ustedes lo saben muy bien. Conocen el impacto significativo que tienen las normas en la vida cotidiana de miles de millones de personas.

Pero no me encuentro aquí para hablar de lo que ustedes ya saben.

Más bien me gustaría señalar que los derechos humanos y las normas técnicas tienen mucho más en común de lo que creemos.

En efecto, los derechos humanos son un conjunto de normas que unen a la humanidad.  Constituyen valores comunes, suponen una fuerza inspiradora de cambio y pretenden garantizar la dignidad humana para todos y todas en todas partes.

Los derechos humanos también representan un lenguaje común que se opone a la injusticia, la represión, la codicia y el abuso de poder.

Es un lenguaje que nos mantiene a salvo y exige a las demás personas, incluyendo a las que están en el poder, protegernos cuando sea necesario.

La magnitud sin precedentes del progreso en el mundo digital pone esta seguridad en grave peligro.

Observamos avances tecnológicos todos los días: el progreso de la inteligencia artificial (IA) evoluciona a una velocidad vertiginosa; la tecnología capaz de leer y manipular la mente ya no es ciencia ficción disparatada; y las tecnologías de realidad virtual y aumentada mejoran día a día.

Con estas tendencias, los problemas en materia de derechos humanos no harán sino agravarse más.

Ha llegado el momento de incorporar el lenguaje común de los derechos humanos a la forma en que regulamos, gestionamos, diseñamos y utilizamos las tecnologías nuevas y emergentes. Las salvaguardias para proteger los derechos humanos deben estar firmemente establecidas en las fases de diseño de la tecnología y a lo largo de todo su ciclo de vida. Estos límites son una condición indispensable para una tecnología que sirva a la humanidad y promueva el bien común.

Estimados y estimadas colegas,

Sabemos que cuando la infraestructura digital está diseñada sin normas jurídicas y técnicas que protejan y promuevan los derechos humanos, puede utilizarse o emplearse mal [deliberadamente o no] y facilitar graves abusos y violaciones de los derechos humanos.

El derecho a la privacidad se está vulnerando de formas y a ritmos nunca vistos.

Los datos sobre nuestras vidas personales se recaban, almacenan y explotan de diversas formas, muchas de las cuales —por terrible que parezca— ni siquiera conocemos.

Los delincuentes que acceden a esta información delicada trastocan por completo nuestras vidas.

Agentes estatales y no estatales supeditan a las personas a una vigilancia arbitraria con instrumentos y programas espía sofisticados.

Las tecnologías nuevas y emergentes suelen estar diseñadas por y para hombres, excluyendo las experiencias vividas y las prioridades de las mujeres, o sin tener en cuenta el daño que esas tecnologías pueden causar a las mujeres.

El auge de las tecnologías de IA, sin suficientes límites, ya ha provocado retrocesos escalofriantes en los derechos humanos. El sesgo algorítmico ha denegado servicios sociales o empleo a ciertas personas. Personas inocentes han sido acusadas de delitos debido a sistemas de reconocimiento facial imprecisos. Y a los y las afrodescendientes se les ha denegado atención médica debido a datos que reflejan ideas racistas profundamente arraigadas.

Y aunque la IA también puede actuar como una fuerza positiva, muchos servicios y herramientas están diseñados de tal forma que dificultan o incluso impiden su uso a las personas con discapacidad, lo que supone una clara violación del derecho humano de acceso a la información. Sabemos que existen normas para que las personas con discapacidad puedan leer y utilizar páginas web, así que asegurémonos de aplicarlas.

Colegas, Amigos y amigas,

Deseo de corazón que no recordemos 2023 como el año en que la IA y el Roboceno acabaron con el pensamiento, la imaginación y la investigación humana.

Las organizaciones que conforman la infraestructura digital que utilizamos tienen la enorme responsabilidad de actuar en interés de sus usuarios y usuarias, y de proteger su bienestar y dignidad.

Las organizaciones normativas son un elemento esencial de todo esto. Sus normas definen los límites de la vigilancia, la protección de datos sensibles, y la facilidad con que se puede censurar.

Pero hemos comprobado una y otra vez que no basta con garantizar unas normas tecnológicamente sólidas y económicamente viables. Esa óptica es estrecha, simplista y, en definitiva, ineficaz a la hora de ofrecer un marco normativo que respete y potencie plenamente los derechos humanos fundamentales.

También deben diseñarse con el objetivo final de mejorar las vidas, las comunidades y las sociedades, a través de los derechos y libertades que las unen.

Hemos reconocido la necesidad urgente de trabajar juntos.

En 2021, el Consejo de Derechos Humanos pidió a mi Oficina que analizara las normas técnicas para las tecnologías digitales nuevas y emergentes y su relación con los derechos humanos. Celebramos consultas amplias y hablamos con sus organizaciones, expertos y expertas académicos, activistas, organizaciones normativas y la sociedad civil.

Esto ya fue un paso importante, que rompió estructuras tradicionales y tendió puentes para conectar a expertos y expertas en derechos humanos con expertos y expertas en normas técnicas.

Desde entonces hemos tenido otra oportunidad, incluyendo una gran consulta pública hace nueve días, en la que representantes de mi Oficina, la UIT, la Organización Internacional de Normalización, la Comisión Electrotécnica Internacional y otros expertos y expertas [empresas, sociedad civil, expertos y expertas que trabajan con el Grupo de Trabajo de Ingeniería de Internet, el Grupo de Trabajo de Investigación de Internet y el Consorcio World Wide Web] se reunieron para debatir cómo podemos integrar mejor los derechos humanos en el establecimiento de normas.

Estoy muy satisfecho con estos avances. Nuestros dos mundos —por un lado, de los conocimientos tecnológicos, que durante mucho tiempo ha sido dominio de las organizaciones normativas, y, por otro lado, de los derechos humanos— se encuentran cada vez más cerca. 

Es una tendencia que también vemos en otros lugares. Se está haciendo mucho por reforzar la ética de la IA, como la Recomendación de 2021 de la UNESCO, donde se insta a los Estados Miembros a situar los derechos humanos en el centro de los marcos regulatorios y la legislación sobre el desarrollo y el uso de la IA. Igualmente, deseo mencionar el trabajo del Instituto de Ingenieros en Electricidad y Electrónica sobre sus principios de diseño éticamente alineado, que ofrece orientaciones sólidas en materia de derechos humanos para el diseño de la IA. Además, mi Oficina está siguiendo de cerca la Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, y cómo incorporará el imperativo de los derechos humanos.

Estos no son más que los primeros pasos, y son importantes. Pero lo que debemos preguntarnos hoy es cómo podemos aprovechar esta voluntad colectiva de hacerlo mejor. Cómo podemos trabajar juntos para garantizar que las normas técnicas apoyen, protejan e incluso promuevan los derechos humanos.

No hay poción mágica que nos dé una solución a este problema complejo. La formulación de normas es una tarea difícil, como lo es comprender los derechos humanos y llevarlos a la práctica.

Pero está perfectamente claro que superar estos retos exigirá esfuerzos constantes y conjuntos por parte de todas nuestras comunidades de expertos y expertas.

La transparencia debe ser la base de nuestros esfuerzos por incorporar los derechos humanos al establecimiento de normas. Sus organizaciones ya han realizado una labor extraordinaria a la hora de mejorar el acceso a la información.

Pero, tal y como revelaron nuestras consultas a expertos y expertas, se puede hacer mucho más.

Mediante iniciativas de divulgación a las comunidades que probablemente se vean afectadas por una nueva norma.

Facilitando el acceso del público a la documentación, incluso durante el proceso de redacción, sin tarifas prohibitivas.

Estableciendo o reforzando los procesos de consulta pública.

Incluyendo una mayor diversidad de voces, especialmente de mujeres, de jóvenes y personas del Sur Global, sin dejar de lado a las personas más vulnerables y marginadas de nuestras sociedades.

La participación de las mujeres y las niñas, en particular, es fundamental. Según afirmó la conocida escritora y activista en pro de los derechos de la mujer, Caroline Criado Pérez: "La verdad es que la valía es una cuestión de opinión, y la opinión viene determinada por la cultura. Y si esa cultura es más favorable al hombre como es el caso de la nuestra, no puede menos que estar sesgada en contra de la mujer. Por defecto". Esto no es menos cierto en el mundo de la tecnología y las tecnologías digitales.

Y debemos luchar de forma activa contra esta cultura. Aunque la participación de las mujeres ha aumentado, sobre todo gracias a los programas de apoyo iniciados por algunos organismos normativos, tenemos que potenciar los esfuerzos para lograr la igualdad de género.

La diligencia debida en materia de derechos humanos y las evaluaciones del impacto en los derechos humanos también deberán formar parte de los procesos de elaboración de normas, basándose en los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos y en otras normas de derechos humanos.

Mediante el uso —conjunto— de estos instrumentos, podemos desarrollar enfoques innovadores para la elaboración de normas, con los derechos humanos en un lugar central.  Por ejemplo, mecanismos como el Grupo de Coordinación del Programa de Normalización podrían integrar los análisis de derechos humanos y las evaluaciones del impacto de forma sistemática.

Colegas, Amigos y amigas,

Creo firmemente que la fusión de nuestros conocimientos especializados es uno de los pasos más acertados que se pueden dar para abordar todos los retos que se van a tratar hoy aquí. Si trabajamos codo con codo para reforzar y defender los derechos humanos en las tecnologías nuevas y emergentes —comenzando desde ya—, sé que podemos mitigar el cúmulo de riesgos que afrontamos hoy, y los que afrontaremos en el futuro.

Nuestra obligación colectiva para con las generaciones actuales y futuras es limitar los daños que las tecnologías digitales puedan acarrear y aprovechar su gran potencial para bien, recurriendo a la dignidad, la seguridad y la firme protección de los derechos humanos como guía.