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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, concluye su visita oficial a Bosnia y Herzegovina (21-24 de junio de 2022)

24 junio 2022

La Alta Comisionada de la ONU Michelle Bachelet escuchando a una madre de Srebrenica. 23/06/2022 Srebrenica © OHCHR

Pronunciado por

Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet

Lugar

Bosnia y Herzegovina

Buenas tardes a todos y gracias por venir.

Permítanme, en primer lugar, expresar mi sincero agradecimiento al gobierno por acoger mi visita oficial. Hemos seguido muy de cerca la situación en Bosnia y Herzegovina. Esta visita nos ha brindado una gran oportunidad para tratar una serie de cuestiones y retos relativos a los derechos humanos, que el pueblo de Bosnia y Herzegovina ha afrontado junto con sus instituciones, la sociedad civil y otros agentes durante casi tres décadas.

Esta ha sido la primera visita de un Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos desde el viaje de Mary Robinson en 1998. Algunos de los mismos retos de derechos humanos persisten a día de hoy. Las cicatrices del conflicto de 1992-95 son profundas. Los recuerdos siguen siendo dolorosos. Pero después de mi visita, estoy convencida de que hay voluntad y determinación entre muchos para lograr una sociedad en la que todos los ciudadanos, en todo el país, puedan disfrutar de la paz y ser tratados con igualdad, respeto y dignidad.

Durante mi estancia en Bosnia y Herzegovina, me reuní con el miembro de la Presidencia, Sefik Dzaferovic, el Ministro de Derechos Humanos y Refugiados, parlamentarios, la institución de derechos humanos (Defensores del pueblo), miembros del Tribunal Constitucional, el Consejo Superior de Jueces y Fiscales, y con el Fiscal del Estado de Bosnia y Herzegovina. Me entrevisté con el Alto Representante y otros representantes de la comunidad internacional. También me reuní con familiares de víctimas del conflicto y con diversos agentes de la sociedad civil que trabajan en cuestiones que abarcan la consolidación de la paz, la reconciliación, la justicia de transición, la lucha contra la corrupción, los derechos de las mujeres, las personas con discapacidad, el colectivo LGBTI y los migrantes.

La mayoría de las personas con las que me encontré han expresado su preocupación por la persistencia de la discriminación por diversos motivos, principalmente étnicos, de género y de orientación sexual. Esto afecta a los derechos civiles y políticos, incluidos los derechos electorales, así como a los derechos económicos, sociales y culturales. Entre ellos, un sistema educativo dividido y segregado, un acceso al empleo vinculado a la afiliación política, la influencia o la lealtad, una protección social desigual en función del lugar de residencia, así como la marginación que aún sufren muchas personas que regresaron a su lugar de origen tras el conflicto, las comunidades romaníes y las personas con discapacidad. Bosnia y Herzegovina cuenta con una legislación que prohíbe la discriminación y conviene que todas las instituciones la apliquen por todo el país para eliminar con eficacia todas las formas de discriminación. El compromiso activo de los dirigentes políticos en la construcción de una sociedad inclusiva es esencial para su futuro.

Durante mi visita, me reuní con agentes de la sociedad civil decididos y valientes que destacaron algunas de las dificultades a las que se enfrentan en su trabajo, la preocupación por la protección del espacio cívico, incluidas las amenazas en la red y fuera de ella que sufren los periodistas que investigan la corrupción o desafían las narrativas políticas dominantes. Existe una verdadera preocupación por los jóvenes, sobre todo porque el sistema educativo fragmentado, con diferentes planes de estudio y libros de texto, ha consolidado las divisiones y la desconfianza entre las comunidades. Los niños no deberían verse obligados a recorrer largas distancias por temor a que su escuela local sea poco acogedora e insegura. La educación es para todos, y los niños no deben convertirse en peones políticos.

Una de las experiencias más conmovedoras de la misión de cuatro días fue mi visita al monumento conmemorativo de Srebrenica-Potocari, donde unos 8.000 hombres y niños fueron víctimas de genocidio. Allí rendí homenaje a las víctimas, a los supervivientes y a las familias de los asesinados, y me reuní con una madre que compartió la historia de la pérdida de su marido y de su hijo de 16 años. Los restos de su marido fueron recuperados de una fosa común, pero su hijo pequeño sigue desaparecido. Me comentó que vive con el dolor día a día, pero que nunca perderá la esperanza de encontrar sus restos algún día y de que descanse junto a su padre. Me habló de la determinación de las madres de Srebrenica de continuar su lucha para garantizar que el genocidio nunca caiga en el olvido. Ambas derramamos lágrimas. Comparto su esperanza de que un día encuentre los restos de su hijo, y de que nunca olvidemos la tragedia de Srebrenica. A día de hoy todavía se desconoce el paradero de unas 7.000 personas desaparecidas durante la guerra como resultado de las atrocidades a gran escala que se cometieron en todo el país.

Algunos de los principales responsables de los crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio han sido juzgados y ahora se enfrentan al hecho de pasar el resto de sus vidas en una celda. Pero muchos autores, incluidos los acusados de violencia sexual, siguen impunes y campan a sus anchas en Bosnia y Herzegovina o en otros países. Tengo la esperanza de que también se haga justicia con ellos. Es posible que algunos nunca lleguen a ser identificados con el paso del tiempo y por ello sigue siendo sumamente importante aplicar con rigurosidad los procesamientos penales nacionales por todos los delitos cometidos durante el conflicto; y que los culpables sean debidamente condenados. Es importante que los países de la región intensifiquen su cooperación a este respecto.

La responsabilización individual a través de mecanismos de justicia independientes es fundamental para evitar y superar la culpa colectiva. De ahí la importancia de los juicios por crímenes de guerra a la hora de buscar la verdad y fomentar la reconciliación.

Solo se puede avanzar cuando un país ha asumido plenamente su pasado. Soy médica, y en mis conversaciones de los últimos días aquí he utilizado la metáfora de que "una herida solo puede curarse cuando se ha limpiado, y se ha limpiado a conciencia". Me han asegurado que los fiscales siguen buscando a los criminales de guerra, a los desaparecidos, y les he instado a que continúen con su búsqueda de responsabilidades conforme a las normas internacionales aplicables.

Se ha avanzado poco en el ámbito de las reparaciones para todas las víctimas de las atrocidades. Un elemento clave del proceso de recuperación es garantizar que las víctimas y sus familiares reciban un resarcimiento. No se ha desarrollado ningún programa amplio para las víctimas civiles de la tortura, entre ellos, los exprisioneros de campos y los supervivientes de violencia sexual relacionada con el conflicto, ni para las familias de los desaparecidos. Las reparaciones han sido insuficientes. Me han informado de casos en los que los autores están obligados a indemnizar, pero no lo hacen porque no poseen bienes o los ocultan. Por lo tanto, se necesitan un plan de reparación y una nueva legislación. Debería crearse un fondo para indemnizar a las víctimas. Del mismo modo, debería crearse un fondo para las familias de los desaparecidos.

Me preocupa especialmente saber que los tribunales de toda Bosnia y Herzegovina hayan denegado las demandas de indemnización de los supervivientes de la guerra con la imposición de plazos de prescripción. Algunos de los que han exigido justicia han tenido que pagar costas judiciales exorbitantes si sus demandas civiles no prosperaban, lo que ha entrañado un castigo económico para las víctimas y un trauma añadido por reclamar justicia. Hay que poner fin a esta práctica con urgencia.

Es responsabilidad del Estado de Bosnia y Herzegovina garantizar la rendición de cuentas por los crímenes del pasado, ofrecer reparación a los supervivientes y a las familias de todas las víctimas, y liderar y apoyar la recuperación y la reconciliación.  También es su responsabilidad combatir la negación de los crímenes atroces y la glorificación de los criminales de guerra. Tomo nota de que esta semana el Tribunal de Bosnia y Herzegovina ha condenado a tres personas por incitación al odio al entonar canciones que amenazaban con recurrir a la violencia en 2019 en Visegrad y considero que se trata de una sentencia sin precedentes.

No hay lugar para el discurso de odio por ningún motivo. Mientras Bosnia y Herzegovina se prepara para las elecciones de octubre, animo a todos los políticos a pasar la página de la retórica y las políticas de división, a centrarse en la promoción de los derechos de todos en todo el país, y a construir un futuro inclusivo y democrático, basado en la igualdad de todos los ciudadanos.

He oído que miles de personas, sobre todo jóvenes, han abandonado Bosnia y Herzegovina en los últimos años. La fuga de talentos es un motivo de verdadera preocupación, y espero que el país pueda encontrar soluciones y aplicar medidas eficaces para frenar este flujo. No se trata solo de la falta de empleo, sino también de la percepción de corrupción y la falta de confianza en las autoridades, las instituciones y los servicios públicos. Bosnia y Herzegovina tiene mucho que ofrecer, y espero sinceramente que sus dirigentes se mantengan unidos y antepongan los intereses de este joven país en beneficio de todos.

Desde la firma del Acuerdo de Paz de Dayton, Bosnia y Herzegovina ha adoptado un marco legislativo amplio y se ha dotado de un gran número de instituciones judiciales y de otro tipo encargadas de promover y proteger los derechos humanos. Muchas de las personas con las que me reuní lamentaron la falta de aplicación y cumplimiento de la legislación. Algunas expresaron su preocupación por el funcionamiento o incluso la independencia de las instituciones, lo que revela una gran desconfianza en su capacidad para proteger los derechos. Es fundamental que estas instituciones sean sólidas, independientes, transparentes e imparciales, y que se les perciba como tales. La institución de derechos humanos (Defensor del pueblo) de Bosnia y Herzegovina tiene una función especialmente decisiva que desempeñar. A medida que se inicia el proceso de nombramiento y selección de los Defensores del pueblo, es fundamental que éste sea totalmente transparente, justo e imparcial, y que las organizaciones de la sociedad civil puedan supervisar el proceso. Esta institución debe contar con la confianza de toda la población de Bosnia y Herzegovina y promover y proteger de forma proactiva los derechos humanos, así como la labor de los agentes de la sociedad civil.

Muchos interlocutores de la sociedad civil han descrito los retrocesos del espacio cívico en los últimos años, con preocupación especial por la entidad República Srpska. Tanto los periodistas como los defensores de los derechos humanos, especialmente las mujeres, han sido objeto de presiones, intimidación y amenazas cada vez mayores. Una de las principales preocupaciones es la estigmatización por parte de los dirigentes políticos, la cual provoca exclusión social. La protección de las libertades fundamentales es esencial en todo momento, más aún de cara a las elecciones de octubre. Es igualmente importante establecer unos mecanismos para reforzar la protección de los periodistas y los defensores de los derechos humanos, y fomentar las iniciativas que se adopten en este sentido.

La diversidad de este país es uno de sus grandes activos. Veo mucho potencial en Bosnia y Herzegovina. Todo el mundo se merece vivir en un lugar seguro en el que el respeto de los derechos humanos de todas las personas ocupe un lugar central.

Gracias. 

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jeremy.laurence@un.org

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