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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria 2016

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria

18 agosto 2016

Ceremonia de conmemoración en honor de los caídos mientras defendían los derechos humanos

18 de agosto de 2016

Estimados colegas:

Siempre me conmueve la ternura del vídeo que muestra a nuestros 22 colegas cuyas vidas fueron truncadas hace 13 años, entre ellos, quien entonces desempeñaba el cargo de Alto Comisionado, Sergio Vieira de Mello.

Al congregarnos aquí una vez más para lamentar la muerte de las víctimas del ataque con explosivos contra el Hotel Canal de Bagdad, el 19 de agosto de 2003, es pertinente que estén entre nosotros algunos de los supervivientes que resultaron heridos en ese atentado, entre los que figuran Mona Rishmawi y Shawbo Taher-Al-Talabani. Nos acompañan también numerosos amigos íntimos y familiares de los caídos, entre otros Annie Vieira de Mello y su hijo, el hijo de Sergio, Laurent; y Laura Dolci Kanaan y su hijo Matti-Sélim, que apenas tenía tres semanas de nacido cuando su padre fue asesinado.

También nos acompaña hoy el Embajador de Iraq, el Excmo. Sr. Mouayed Saleh, que pronunciará una breve alocución.

Además, se encuentran entre nosotros el Alto Comisionado  de las Naciones Unidas para los Refugiados, el Sr. Filippo Grandi, el Enviado Especial para Siria, el Sr. Staffan de Mistura, y el Director General Michael Moller, todos amigos de Sergio de larga data.

Pienso también en algunos supervivientes del ataque al Hotel Canal que no están hoy en Ginebra, entre otros, en Adam Abdelmoula, que salió ileso del atentado, y en David Marshall, que se encuentra en Nueva York.

También nos acompaña hoy Andrew Clapham, que fue asesor académico de Sergio en derecho humanitario internacional, y siempre será un miembro de la familia del ACNUDH, así como Carole Ray y Dhafer Al Hussini que se encontraban, por puro azar, fuera de sus despachos en Bagdad y por siempre llorarán la pérdida de los miembros de su equipo.

Nos hemos reunido aquí para consolarnos mutuamente y, al calor de la amistad, mantener vivo el recuerdo de los seres que hemos perdido.

Por desgracia, los hombres y las mujeres que murieron en el atentado del Hotel Canal simbolizan ahora a muchos más colegas del ACNUDH y de las Naciones Unidas –tanto miembros del personal nacional como internacional- que han caído víctimas de asesinatos ocurridos desde 2003. Y otros miembros del personal que resultaron heridos en esos atentados están con nosotros hoy. Os llevamos en el corazón.

Los colegas fallecidos eran personas audaces y valientes. A pesar del peligro, dieron un paso al frente y pusieron sus múltiples y variados talentos al servicio de los demás, para ayudar y hacerse portavoces de quienes eran víctimas de abusos e injusticias.

Nuestros colegas acudieron allí para reparar esos agravios. 

Lamentamos la ausencia de quienes ya no están con nosotros y atesoramos su recuerdo.

Desde el 19 de agosto de 2013 se ha vertido mucha sangre por causa de atrocidades esporádicas. Y cada vez que un ataque brutal provoca víctimas civiles, nos hace evocar a las personas que conocimos. Tal vez todos tengamos que esforzarnos ahora para afrontar esta violencia ciega y terrible.  Y nos hace un gran bien poder reunirnos aquí, en torno a la estatua conmemorativa que se alza delante del Palacio de las Naciones, y buscar juntos la entereza necesaria para superar el dolor que sentimos.

Nos afligen las pérdidas, pero seguimos adelante. Sabemos que hemos recibido el don de vivir el tiempo que a nuestros colegas les fue arrebatado. Por eso asumimos el cometido de continuar su generosa labor y con el mismo espíritu de valentía moral hacemos retroceder a las fuerzas de la injusticia y el caos, y contribuimos a instaurar  la igualdad, la dignidad y el Estado de Derecho.

De este modo, honramos para siempre el recuerdo y el ejemplo de nuestros magníficos colegas, cuyas vidas y labores se han visto truncadas. Porque la tarea con la que ellos y nosotros nos hemos comprometido es fundamental, y debemos cumplirla con habilidad, eficacia y honor. 

Hace pocos días, unos amigos de mi familia perdieron a un hijo de seis años de edad, Rakan Stormer, que murió víctima del cáncer. El niño había recibido tratamientos de quimioterapia durante casi toda su vida y había mostrado un gran coraje ante el sufrimiento. Al revisar los apuntes para el discurso que iba a pronunciar hoy, pensé que nuestros amigos que fallecieron el 19 de agosto de 2003 –y tantos otros que hemos perdido desde entonces y que han dejado un inmenso vacío en nosotros y, sobre todo, en sus seres queridos- pudieron vivir su vida, una vida al servicio del prójimo. Pero ese niño de seis años, que había aportado mucha alegría y mucho amor a su familia y a sus amigos, no tuvo oportunidad de servir. Ellos sí pudieron hacerlo. Uno se da cuenta, entonces, de fueron bendecidos. Como todos nosotros también lo hemos sido.

Quizá no podamos, de manera individual, salvar al mundo. Pero podemos servirle.

Queridos colegas: rindo tribute a nuestros amigos fallecidos y también a todos ustedes.