Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Sri Lanka debe romper con el pasado y trazar un nuevo rumbo
09 septiembre 2024
Pronunciado por
Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En
Diálogo Interactivo sobre el informe del ACNUDH acerca de Sri Lanka / Consejo de Derechos Humanos
Señor Presidente,
Excelencias,
Distinguidos delegados y delegadas,
Sri Lanka se encuentra ante un momento crítico.
El informe elaborado por mi Oficina detalla tendencias preocupantes contempladas durante los dos últimos años y destaca amenazas renovadas para libertades fundamentales, que incluyen leyes represoras y la erosión de controles democráticos, así como el acoso e intimidación que sufren la sociedad civil y periodistas.
Pone el foco sobre patrones recurrentes de violaciones del pasado, que incluyen la detención arbitraria y la tortura, además de subrayar riesgos reales que se ciernen sobre el futuro ante la ausencia de reformas de mayor calado.
Sri Lanka debe romper con el pasado y trazar un nuevo rumbo. Asimismo, la situación en Sri Lanka necesita de la atención y apoyo continuos de este Consejo y la comunidad internacional.
Ya han pasado dos años desde que se produjeran protestas en masa demandando reformas democráticas y el fin de la corrupción y el abuso de poder. Hoy, a pesar de las promesas de un nuevo comienzo, esas demandas permanecen en gran medida sin atender.
Y a la vez que han pasado 15 años desde que acabara una guerra civil devastadora, las víctimas y sus familias siguen esperando la verdad, justicia y reparaciones.
Pero en cambio existe un sentimiento generalizado de impunidad el cual obstaculiza que existan avances considerables y empuja a que continúen las violaciones y más corrupción.
Mientras tanto, la situación económica es precaria para un gran número de personas.
La tasa de pobreza se duplicó entre 2021 y 2023, y cada vez más familias se ven obligadas a escoger entre alimentación o asistencia sanitaria. Entre recibir educación o tener energía.
Sri Lanka se acerca además a unas elecciones presidenciales y parlamentarias previstas para finales de este año, por lo que la administración que salga elegida debe comprometerse con cambios transformadores específicos necesarios para garantizar la rendición de cuentas, la justicia y la reconciliación.
Aquellos que ostenten el poder deben proteger en su totalidad los derechos a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica, con anterioridad, durante y después de las próximas elecciones.
La comunidad internacional debe respaldar también esta transformación. Es importante que los acreedores de Sri Lanka ofrezcan al Gobierno el espacio fiscal necesario para hacer realidad todos los derechos humanos, incluyendo los derechos económicos, sociales y culturales.
Sr. Presidente,
Me preocupan especialmente las leyes nuevas o propuestas de leyes las cuales conceden amplios poderes a las fuerzas de seguridad y amplían las restricciones contra los ciudadanos y la sociedad civil.
Un ejemplo de estas leyes, el proyecto de ley de la Ley de Registro y Supervisión de ONGs, incorpora un conjunto de disposiciones controvertidas, que incluye otorgar un amplio margen de discreción a las autoridades para poder denegar el registro a organizaciones de la sociedad civil, lo que conlleva riesgos considerables que amenazan al espacio cívico.
Las denuncias recibidas de acoso persistente, seguimiento, e intimidación de periodistas, actores de la sociedad civil, víctimas y defensores y defensoras de derechos humanos son inaceptables.
Mientras tanto, los abusos por parte de la policía y las fuerzas de seguridad son generalizados, y nosotros seguimos recibiendo acusaciones preocupantes de detención arbitraria y tortura.
La ausencia de rendición de cuentas por violaciones pasadas y presentes es un problema fundamental, el cual queda ilustrado por la ausencia de avances significativos en casos emblemáticos.
La investigación y posterior procesamiento de la masacre de 2006 de 17 trabajadores humanitarios en Muttur, el asesinato de cinco estudiantes tamiles en Trincomale el mismo año, además del asesinato de la periodista Lasantha Wickrematunge en 2009, por citar solo algunos casos destacados, han sufrido retrasos y obstáculos prolongados.
En otros casos han existido interferencias, se han retirado las acusaciones, o los procesos han terminado en absolución en base a motivos muy cuestionables.
También ha habido escasos avances en la investigación penal por los atentados del Domingo de Pascua de 2019.
Y actualmente, personas presuntamente responsables de violaciones flagrantes continúan siendo designadas para ocupar cargos de alto rango.
Lo que es más, esta impunidad arraigada se ha manifestado en corrupción, abuso de poder y deficiencias en la gobernabilidad, las cuales se encuentran entre las causas originarias de la reciente crisis económica que sufre el país.
En Sri Lanka, la suerte y paradero de decenas de miles de personas quienes fueron sometidas a desaparición forzada durante décadas sigue siendo un misterio.
Sus familias siguen atrapadas en un purgatorio, esperando respuestas, y no se han exigido responsabilidades a los responsables de estas acciones.
Todo esto debe cambiar, y un primer comienzo debería ser un reconocimiento formal de las graves violaciones que ocurrieron durante la guerra, de la responsabilidad del Estado y las fuerzas de seguridad sobre la conducta de su propio personal, así como del legado que dejan estas atrocidades para víctimas y comunidades enteras.
Un cambio claro y público de la narrativa paralelamente a estas medidas ayudaría a restablecer la confianza en las autoridades y sería un principio para tratar de solucionar la profunda polarización que existe en el país.
Y finalmente también permitiría la puesta en marcha de procesos de verdad y reconciliación dirigidos a conseguir avances reales, afianzando de nuevo de esta forma el contrato social.
Excelencias,
En todo el planeta, la incapacidad para hacer frente a los demonios del pasado, para asegurar la rendición de cuentas por crímenes internacionales, provoca que vuelvan conflictos antiguos. Se crean conflictos nuevos. Además de sembrar la semilla para futuros conflictos que seguirán persiguiendo a las personas una y otra vez.
Si no existe rendición de cuentas, el legado de la violencia se traduce sencillamente en más violencia.
Y la impunidad se convierte en un cáncer que debilita a los Estados y las sociedades.
No obstante, existe un camino alternativo, el cual se asienta sobre la justicia y la exigencia de responsabilidades, y que conduce a la reconciliación y la paz.
Yo apelo a Sri Lanka a seguir esta senda.
Para seguir avanzando, Sri Lanka debe tratar de implementar una visión nacional inclusiva que atienda a las causas originarias del conflicto. Una visión que se comprometa a emprender reformas fundamentales constitucionales, legales e institucionales con el fin de afianzar la democracia y promocionar la rendición de cuentas y la reconciliación.
Es necesario que el Gobierno implemente una reforma de calado del sector de la seguridad, lo que ha de conllevar necesariamente exigir responsabilidades a aquellas personas implicadas en violaciones graves.
Así como debe adoptar medidas inmediatas para prevenir violaciones de derechos humanos.
El papel de mi Oficina no consiste en señalar con un dedo acusador, sino el de prestar ayuda. Nosotros simplemente ponemos voz a lo que la población de Sri Lanka, perteneciente a todas las comunidades, nos relata.
El pueblo demanda cambios, y mi Oficina está lista para apoyar a Sri Lanka en esta andadura.
Y mientras tanto, es importante que este Consejo y los Estados Miembros de las Naciones Unidas continúen abordando este vacío de responsabilidades que existe en Sri Lanka, y que ha de incluir el respaldo a la labor que lleva a cabo mi Oficina.
El Consejo y los Estados por individual pueden contribuir a crear las condiciones y la voluntad política para lograr una rendición de cuentas y reconciliación que sean significativas.
Con ese fin en mente, los Estados pueden pasar a la acción a través de sus propios sistemas nacionales, así como actuando en foros internacionales, incluyendo, como ejemplo, a través de los procesos establecidos en los tratados de derechos humanos de las Naciones Unidas.
Sr. Presidente,
El pueblo y las comunidades repartidas por todo el territorio de Sri Lanka han experimentado demasiadas convulsiones y sufrimiento durante demasiado tiempo.
Es hora de echar el cierre al pasado. Hora de romper un ciclo destructivo que conduce a más violencia y ocasiona nuevas víctimas.
Y hora de emprender un nuevo camino hacia un futuro justo y sostenible para todas las personas de Sri Lanka.