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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

"La paz y la estabilidad en Libia van de la mano de los derechos humanos", afirma el Alto Comisionado

09 julio 2024

Automovilistas conducen sus vehículos a través de una tormenta de arena en la ciudad oriental libia de Bengasi el 22 de abril de 2024. © Abdullah DOMA / AFP

Pronunciado por

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Türk

En

Diálogo interactivo sobre Libia - 56º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos

Señora Vicepresidenta,

Excelencias,

Distinguidos delegados y delegadas,

Hace menos de un año una tragedia horrenda asoló al pueblo de Libia.

La tormenta Daniel en Derna trajo consigo muerte y destrucción de proporciones catastróficas.

Rindo homenaje a la gran resiliencia de todas las personas que reconstruyeron sus vidas tras el desastre.

Hoy, Libia se encuentra en una encrucijada.

Su población, acuciada por una gran inseguridad, sigue soportando la miseria de las dificultades económicas unida a la exclusión política.

Un proceso político estancado, y secuestrado por actores con el interés común de preservar el status quo, está diezmando las esperanzas de la población libia de alcanzar una sociedad más estable, abierta y próspera.

Esperanzas que han tenido que albergar durante demasiado tiempo, con muy poco a cambio.

Nuestro informe (A/HRC/56/70) ofrece una visión de la situación de los derechos humanos en los doce meses transcurridos desde abril de 2023, y expone las actividades de asistencia técnica y fomento de la capacidad que hemos podido proporcionar, en estrecha cooperación con el Servicio de Derechos Humanos, Estado de Derecho y Justicia de Transición de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia.

Este apoyo, de conformidad con la Resolución 52/41 del Consejo de Derechos Humanos, es absolutamente fundamental para mejorar la situación de los derechos humanos en el país y aplicar las recomendaciones de la entonces Misión Independiente de Investigación sobre Libia.

Lamentablemente, nuestra capacidad para llevar a cabo estas actividades se ve obstaculizada.

Nos encontramos con un acceso limitado a las zonas meridional y oriental del país debido a la volátil situación de seguridad; la denegación de acceso a centros de detención y otros lugares concretos del país; la falta de cooperación de las autoridades de las zonas oriental y meridional; junto con problemas generales derivados del estancamiento político.

La actual crisis de liquidez del presupuesto ordinario supuso un reto adicional para nuestra capacidad de llevar a cabo nuestra labor.

A pesar de ello, pudimos identificar los ámbitos principales en los que las instituciones y la sociedad civil libias necesitaban apoyo en materia de derechos humanos, y proporcionárselo de forma específica.

Esto incluyó contribuir al primer plan de acción nacional de derechos humanos del país, un paso importante para aplicar una serie de recomendaciones de la Misión Independiente de Investigación sobre Libia.

También ayudamos a las víctimas, a la sociedad civil y a las comunidades locales a participar en el diseño de procesos y mecanismos de justicia transicional, al mismo tiempo que se garantizaba la inclusión de las voces de las mujeres y de otras personas tradicionalmente excluidas y marginadas.

Y apoyamos a las autoridades y a otras partes implicadas en la investigación y el enjuiciamiento de violaciones de derechos humanos, prestando la debida atención a la tarea compleja, pero importante, de identificar a las personas desaparecidas.

Nuestro informe destaca algunos hechos inquietantes.

Y me gustaría señalar tres de ellos.

En primer lugaruna escalada de arrestos y detenciones arbitrarios, desapariciones forzadas y violaciones relacionadas con la detención.

La persecución de opositores políticos y voces disidentes en todo el país se ha acelerado desde la finalización del mandato de la Misión Independiente de Investigación sobre Libia.

Aunque es probable que la cifra sea mayor y que continúen las detenciones, hemos verificado al menos 60 casos de detención arbitraria de personas que ejercían pacíficamente su derecho a expresar opiniones políticas. En algunos casos, la detención fue seguida de ejecuciones extrajudiciales.

Esta represión está infligiendo grandes sufrimientos a las personas afectadas y a sus familias, algunas de las cuales fueron objeto de arrestos y detenciones arbitrarios.

También está erosionando aún más la libertad de expresión, asociación y reunión en un contexto de deterioro del espacio cívico y del Estado de derecho en general.

Todo ello perjudica las perspectivas de recuperación del fracturado entorno social y político de Libia.

Sobre todo porque los agravios en torno a las detenciones fueron elementos centrales del levantamiento de 2011.

La falta de rendición de cuentas actual por las violaciones y abusos cometidos hace 13 años sigue siendo uno de los principales obstáculos para la reconciliación a día de hoy y una fuente de conflicto.

En segundo lugar, asistimos a violaciones generalizadas de los derechos humanos de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo.

La deshumanización de estas personas que se encuentran en una situación vulnerable sigue produciéndose a manos de actores estatales y no estatales, que suelen trabajar en complicidad.

Trata, tortura, trabajo forzoso, extorsión, inanición en condiciones intolerables de detención. Expulsiones masivas. Venta de seres humanos, incluidos niños.  Perpetrados a gran escala y con impunidad.

Y en marzo de este año se descubrió una fosa común en el suroeste de Libia con al menos 65 cadáveres, presuntamente de migrantes.

Por si esto no fuera suficientemente horrible, estamos investigando informes de otra fosa común descubierta recientemente en la zona desértica de la frontera entre Libia y Túnez.

Exhorto a las autoridades a que respondan a nuestras indagaciones con prontitud y a que investiguen estos crímenes a fondo.

Los seres queridos de quienes murieron tienen todo el derecho a saber la verdad.

Y la responsabilidad de investigar esos crímenes recae directamente en las autoridades libias.

Se ha de reparar los daños, hacer justicia y algo así no debe volver a suceder jamás.

Insto a las autoridades libias a que adopten un marco jurídico y político integral sobre refugiados y migrantes que esté en consonancia con las obligaciones de Libia en materia de derechos humanos y derecho de los refugiados.

También pido a la comunidad internacional que revise y, si fuera necesario, suspenda la cooperación en materia de asilo y migración con las autoridades implicadas en violaciones de derechos humanos.

En el periodo contemplado, más de 2.400 personas murieron o desaparecieron al intentar cruzar el Mediterráneo central; una pérdida de vidas terrible.

De estas personas, más de 1.300 partieron de Libia.

Es inconcebible que personas en busca de seguridad y dignidad sufran y mueran en circunstancias tan indescriptibles.

Recuerdo a todos los Estados la responsabilidad colectiva que tienen de salvar vidas y prevenir muertes en el mar conforme al derecho internacional.

Y pido a cada uno de nosotros que reflexionemos sobre esta pérdida de vidas trágica y constante, así como sobre las muertes de tantos migrantes y refugiados en las rutas peligrosas a través del desierto del Sáhara hacia la costa, tal y como se destaca en un informe publicado la semana pasada por el ACNUR, la OIM y el Centro de Migración Mixta.

En tercer lugar, me preocupan los continuos retrasos en el proceso de justicia transicional y reconciliación.

Reconozco lo delicados y, por su naturaleza, prolongados que son estos procesos, así como los esfuerzos realizados hasta la fecha.

Sin embargo, me preocupan los retrocesos persistentes en la adopción de una hoja de ruta y una ley de reconciliación, que niegan a innumerables víctimas sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación.

La marginación continua de mujeres, jóvenes, víctimas y otras personas de estos procesos importantes que conformarán el futuro del país es también muy preocupante.

Su participación verdadera es esencial para que estos procesos generen paz y prosperidad para toda la ciudadanía libia.

Señora Vicepresidenta,

Los elementos fundamentales para garantizar una paz duradera en Libia están claros.

Un proceso de justicia transicional y reconciliación basado en los derechos y centrado en las personas.

Un acuerdo político sostenible que refleje los derechos y aspiraciones de todos los libios.

El restablecimiento del Estado de derecho, incluida la rendición de cuentas por las violaciones de los derechos humanos.

Y la aparición de instituciones unificadas y legítimas.

Para ello, insto a las autoridades libias a poner en práctica las recomendaciones de nuestro informe.

Y destaco un paso decisivo: la adopción de un marco legislativo que proteja el derecho a la libertad de reunión y asociación.

Esto tendría un efecto transformador en Libia.

La represión de organizaciones de la sociedad civil, activistas políticos, periodistas y muchos otros está fomentando un clima de miedo.

También está socavando los cimientos necesarios para la transición democrática de Libia, al mismo tiempo que envalentona a los saboteadores y permite a los agentes de seguridad perpetrar violaciones de derechos humanos con impunidad.

Un espacio cívico próspero, en el que la población libia pueda entablar un debate y un diálogo abiertos y seguros, es esencial para fomentar el entendimiento mutuo y la cohesión social.

Resulta fundamental para los procesos políticos, electorales y nacionales de reconciliación.

Toda la población libia debe sentirse segura de poder participar en la vida pública sin temor a represalias.

Mi Oficina está dispuesta a seguir prestando asistencia al pueblo y a las autoridades libias.

Con un nuevo mandato, nuestros esfuerzos pueden ayudar a superar los obstáculos al proceso de reconciliación y apoyar la aplicación del plan de acción nacional de derechos humanos.   

Sin embargo, nuestra capacidad para hacerlo dependerá de una mayor cooperación por parte de las autoridades libias.

Ya estamos viendo indicios de ello.

Ayer mantuve una reunión positiva con la ministra de Justicia y estoy deseando abordar con ella los problemas de derechos humanos relacionados con la detención.

Soy consciente de lo importante que es abordar estas cuestiones para aumentar la confianza entre la población y las instituciones del Estado.

También agradezco a la ministra la invitación para visitar Libia.

Al igual que agradezco al Ministerio y a las demás autoridades libias que han facilitado nuestras actividades en el marco de la resolución anterior.

Acojo con agrado el refuerzo de esta cooperación en el marco de un mandato renovado.

Señora Vicepresidenta,

La paz y la estabilidad en Libia van de la mano de los derechos humanos.

Un mandato renovado de asistencia técnica y fomento de la capacidad nos permitirá trabajar con las autoridades de toda Libia a la hora de encontrar soluciones a los numerosos problemas de derechos humanos a los que se enfrenta el país.

Al centrarse en el interés colectivo, los dirigentes libios podrán dar los pasos necesarios para devolver a Libia la esperanza de una vida más pacífica, justa y segura para todos y todas.

Gracias.

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