«Estoy profundamente desolado porque se hayan perdido miles de vidas de forma brutal en el este de Libia, y otras muchas personas más hayan perdido a sus seres queridos, sus hogares, sus comunidades, así como el acceso a necesidades básicas. La tormenta Daniel es un recordatorio letal más de las consecuencias catastróficas que un clima cambiante puede tener para nuestro planeta.

Hago un llamamiento a todos los actores políticos libios para que superen los bloqueos y divisiones políticas y para que actúen de manera conjunta para garantizar el acceso a la ayuda. Ahora es momento de compartir una unidad de propósito: todas las personas afectadas deben recibir apoyo, independientemente de cualquier afiliación. Es importante que se preste especial atención a asegurar la protección de grupos en situaciones de vulnerabilidad, los cuales quedan expuestos a riesgos aún más graves en las postrimerías de un desastre de este calibre. Los derechos humanos deben situarse en el centro de la respuesta a esta situación desoladora. Hemos de invertir en prevención y en capacidad de recuperación.

Quiero expresar mi solidaridad con el pueblo de Libia, y transmitir mis profundas condolencias a aquellos y aquellas que están de luto por tantas pérdidas irremplazables.»

FIN