He seguido con honda preocupación la evolución de la frágil situación humanitaria suscitada entre Armenia y Azerbaiyán. Es indispensable que se protejan sobre el terreno los derechos de la población de origen armenio y que todas las medidas adoptadas se basen en el derecho internacional. El amparo de la población civil debe ser una prioridad absoluta. Los damnificados deben recibir ayuda humanitaria.

Es preciso defender los derechos de los desplazados internos y de quienes se encuentran en condiciones similares a los refugiados, y debe velarse por su derecho a regresar a sus hogares en condiciones seguridad y dignidad. También pido que se preste la debida atención a los informes relativos a personas desaparecidas.

Todo informe sobre vulneraciones de derechos humanos o del derecho internacional humanitario exige un rápido seguimiento, así como investigaciones transparentes que garanticen la rendición de cuentas y las reparaciones para las víctimas, según proceda.

Los Estados tienen la obligación de proteger el derecho de las minorías étnicas, religiosas o lingüísticas a disfrutar de su propia cultura, a profesar y practicar su religión y a usar su propio idioma. Cada Estado debería también proteger la existencia y la identidad de las minorías nacionales o étnicas, culturales, religiosas y lingüísticas en su territorio y fomentar las condiciones que permitan la promoción de dicha identidad.

FIN