Skip to main content

Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

“Diálogo de Tambores. Desde la diversidad cultural dominicana”

17 marzo 2022

Pronunciado por

Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos

En

En el marco de la conmemoración del vigésimo aniversario de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia y del Decenio Internacional para los Afrodescendientes

Lugar

Ginebra

Excelencias,
Amigas y amigos,

Agradezco al Gobierno de la República Dominica, a la Oficina del Coordinador Residente y a las varias agencias de las Naciones Unidas por organizar tan oportuno encuentro.

Ahora, que es más urgente que nunca hacer de la igualdad una realidad y no una mera y lejana utopía.

Cuando la historia una vez más nos recuerda que el odio étnico y racial pueden desencadenar dramáticas guerras.

Perplejos de incredulidad somos testigos de muertes de civiles inocentes, del sufrimiento desgarrador de millones de personas que huyen, dejando atrás ciudades enteras, casas y escuelas, a sus seres queridos.

Un panorama que se hace aún más sombrío, con las consecuencias desastrosas de más de dos años de pandemia.

Un estudio del Banco Mundial revela que debido a las nuevas amenazas de las variantes del COVID-19, junto con el aumento de la inflación, la deuda y las desigualdades de ingresos, el crecimiento económico mundial se desacelerara del 5,5% en 2021 al 4,1% en 2022 y al 3,2% en 2023. A nivel mundial, más de 100 millones de personas se han visto abocadas a la pobreza extrema.

Dentro de los países, la pandemia ha afectado de forma desproporcionada a aquellos que la sociedad ya discriminaba, a aquellos que vivían en situación de pobreza, a las mujeres, a las niñas y niños, a los jóvenes, al adulto mayor, a las personas con discapacidad, a los afrodescendientes, a los pueblos indígenas, a los migrantes, a los refugiados y a las personas LGBTIQ+.

Entre los países, la injusticia de las vacunas y las asimetrías estructurales y sistémicas están dando lugar a ritmos de recuperación muy distintos. Algunos países sienten ya lejana la pandemia, mientras otros, los más pobres, experimentan enormes retrocesos en materia de derechos humanos y desarrollo.

Amigas y amigos,

En estos tiempos de gran incertidumbre y miedo, eventos como estos nos llenan de esperanza, festejar la diversidad humana a través de un diálogo de tambores de raíces africanas.

Ahora mucho más que nunca, la igualdad y los derechos humanos son la única respuesta, el practicar la hermandad y la solidaridad entre los miembros de esta única familia humana, a la cual todos pertenecemos.

La Declaración y el Programa de Acción de Durban, el Decenio Internacional para los Afrodescendientes y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible pueden encaminar nuestros esfuerzos en la construcción de la igualdad racial.

Estos documentos piden a los Estados adoptar leyes, políticas y planes nacionales de lucha contra el racismo.

Debemos de empezar reconociendo la existencia del racismo sistémico que invade todos los rincones de nuestras sociedades e instituciones; lanzar campañas de sensibilización por la igualdad y el respecto de la historia, la cultura y la valiosa contribución de los y las afrodescendientes y de los pueblos indígenas.

Invito a los Estados a que establezcan, en el contexto de la pandemia, medidas urgentes que protejan a las personas en condiciones de pobreza y pobreza extrema.

Necesitamos políticas sanitarias de emergencia garantizando el acceso a los servicios de salud sin discriminación alguna; dar un seguimiento del impacto de la pandemia con datos desagregados sobre el origen étnico-racial, género, discapacidad, nacionalidad y edad.

El mundo tiene la suerte enorme de contar con vacunas eficaces contra el COVID-19 desarrolladas a un ritmo sin precedentes. Sin embargo, no estamos administrando las vacunas de forma universal, justa, asequible y equitativa. Para salir de la pandemia es indispensable la solidaridad internacional entre los países.

Nuestra niñez y juventud ya sufrió demasiado en estos dos últimos años. Garanticemos un igual acceso a una educación de calidad a todos nuestros niños, niñas y adolescentes sin distinción alguna. Aseguremos un acceso amplio e inmediato a internet para reducir la brecha digital que enfrentan aquellos con menores ingresos.

Adoptemos con urgencia medidas especiales para erradicar la discriminación interseccional que enfrentan las mujeres y niñas afrodescendientes, indígenas y migrantes y mitigar los efectos desproporcionados de la pandemia en las mujeres. 

Los Estados tienen la obligación de: asegurar la igualdad ante la ley, ante los tribunales y todos los órganos que administran la justicia; también tienen que eliminar los perfiles raciales y estereotipos institucionalizados y asegurar que toda víctima de racismo tenga acceso a recursos efectivos y a una reparación justa por todo daño sufrido.

Nuestras sociedades no toleran más violencia, ni una muerte más en manos de los agentes del orden a causa de un racismo sistémico que corroe nuestras instituciones. Estos actos deben de ser sistemáticamente sancionados.  

Debemos de saldar nuestras deudas históricas, reconocer y lamentar los indecibles sufrimientos infligidos a millones de hombres, mujeres y niños, resultado de la esclavitud y de la trata transatlántica. Debemos de proporcionar medidas de reparación. 

Estas acciones nos ayudaran a transformar el futuro y a curar las profundas cicatrices de nuestras sociedades.

Reitero al gobierno de la República Dominicana y a todos los gobiernos la disponibilidad de mi oficina y mía para trabajar conjuntamente en la reconstrucción de sociedades más justas, igualitarias y pacíficas.

Que el son de los tambores lleven un mensaje de paz, igualdad y solidaridad al mundo.

Muchas gracias

Etiquetas