Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Día Mundial de la Asistencia HumanitariaDeclaración de Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos
19 agosto 2019
19 de agosto de 2019
Director General,
Distinguidos ponentes,
Excelencias y colegas:
Es un honor para mí hacer uso de la palabra en esta ceremonia, en la que rendimos tributo a los miembros de organizaciones humanitarias que han fallecido en actos de servicio en el mundo entero.
Como ustedes saben, en un día como hoy, hace 16 años, 22 de nuestros colegas, entre ellos el Alto Comisionado en funciones, Sergio Vieira de Mello, fueron asesinados por una bomba que estalló en el Hotel Canal, entonces sede de las Naciones Unidas en Bagdad. Siempre guardaremos luto por esa pérdida, como por el fallecimiento de tantos otros colegas de las Naciones Unidas y de trabajadores humanitarios que han caído en actos de servicio. Mis pensamientos van especialmente a las familias de los miembros del personal de las Naciones Unidas que murieron o resultaron heridos cuando a principios de mes un coche bomba hizo explosión en Bengasi.
Pero nuestra familia se extiende más allá de los trabajadores de la asistencia humanitaria y el personal de las Naciones Unidas.
Hoy quiero honrar a todas las personas que trabajan en pro de la dignidad y los derechos de los demás en el mundo entero. Me entristece la muerte de tantos trabajadores humanitarios abnegados, generosos y dignos, y de tantos defensores de derechos humanos, que han fallecido en aras de proporcionar servicios para proteger las vidas de los demás y garantizar el respeto de sus derechos.
Este año, el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria está dedicado a las mujeres que desempeñan esa labor.
Muy a menudo, a las mujeres se les describe como víctimas en épocas de crisis. Es poco frecuente que hagamos hincapié en la función de las mujeres como miembros de los equipos de asistencia urgente, como líderes de sus comunidades o como audaces defensoras de derechos humanos.
Quiero encomiar aquí, muy en particular, a las mujeres que trabajan en los niveles sociales de base.
En el marco de la epidemia de ébola que azota actualmente a la República Democrática del Congo, las mujeres, en su función tradicional de cuidadoras, mantienen un compromiso profundo y responden a las necesidades de los miembros de su familia y su comunidad que han contraído la enfermedad.
En todas las crisis relativas a los refugiados que ocurren en el mundo –tanto si se trata de personas que huyen de Siria como de Somalia o Myanmar—vemos cómo las mujeres de las comunidades vecinas organizan albergues y cantinas colectivas para prestar asistencia a las familias desarraigadas.
Estas mujeres son heroínas, pero con demasiada frecuencia su heroísmo pasa inadvertido.
Es preciso que se tomen en cuenta a las mujeres que trabajan en la base social cuando se conciben y ejecutan las operaciones de asistencia humanitaria.
Asimismo, deberíamos proporcionar más apoyo a las organizaciones de base coordinadas por mujeres.
La lucha para defender los derechos de todos –incluso en épocas de conflictos y desastres—constituye una de las tareas más arduas del mundo. Estamos congregados aquí para rendir tributo a esas personas heroicas cuyas vidas terminaron prematuramente mientras realizaban esa labor ejemplar.
Su muerte nos emplaza a redoblar esfuerzos para prevenir nuevos asesinatos y sufrimientos.
En gesto de solidaridad con sus familias y amigos, honro hoy su memoria.