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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Türk afirma que la UE tiene un papel fundamental que desempeñar a la hora de `revitalizar un consenso global´ sobre los derechos humanos

75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos: ¿qué hace que los derechos humanos sean universales?

29 noviembre 2023

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Türk se dirige al Parlamento Europeo © ACNUDH

Pronunciado por

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

En

Parlamento Europeo

Distinguidos Presidentes y Presidentas,
Distinguidos Miembros del Parlamento Europeo,
Estimados participantes,

Es un honor poder dirigirme a ustedes hoy y por segunda vez este año. Les agradezco que ustedes hayan dedicado esta sesión al aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

La última vez que mantuvimos conversaciones fue en julio pasado, y en el espacio de solo cuatro meses, hemos visto como han surgido convulsiones aun más graves, de forma especial en el Territorio Palestino Ocupado y en Israel.

La dimensión del sufrimiento humano en la región y su coste para los civiles es difícil de imaginar.

El alto el fuego temporal actual ofrece algo de alivio para los civiles, y para algunas familias supone poder celebrar reuniones largamente esperadas con sus seres queridos. No obstante, el acceso a ayuda humanitaria debe quedar garantizado y ser sostenido en todo el territorio de Gaza. Todos los rehenes deben ser puestos en libertad. Hago un llamamiento a todos los actores con influencia en el conflicto para lograr una extensión del alto el fuego por razones humanitarias o de derechos humanos. Espero que de esta forma podamos facilitar una vía para poner un fin definitivo a la violencia, y para apoyar las iniciativas concretas destinadas a conseguir una paz duradera para palestinos e israelíes.

Mientras tanto, en suelo europeo, en nuestro continente, el ataque armado a gran escala de la Federación de Rusia contra Ucrania ha dado como resultado casi dos años de derramamiento de sangre y de pérdidas. Seis millones de personas han sido desarraigadas de sus hogares. Además, el pueblo de Ucrania está lejos de conseguir una solución para la paz o una vuelta a la dignidad y seguridad en el futuro cercano.

En solo algo más de una semana, estaremos celebrando el 75° aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Para algunos, puede parecer un momento poco oportuno para hablar sobre las promesas formuladas en un documento.

Para otros, en un momento de convulsiones globales y desesperación como el que vivimos, esas promesas pueden parecer algo vacío.

Estoy firmemente convencido de que este texto es más fundamental que nunca.

Ya que, en tiempos de crisis profundas, la historia nos puede enseñar algunas de las lecciones más importantes. Este fue un documento que se concibió en el período posterior a una época de horror. Tras dos guerras mundiales, el Holocausto, la Gran Depresión y una amenaza nuclear mundial, este texto contribuyó a allanar el camino para salir del agujero del sufrimiento humano más profundo.

Para encaminarnos a un futuro de esperanza, dignidad e igualdad.

Existen razones evidentes por las que estamos ante el documento más traducido de la historia.

Desde 1948, se han producido cambios sociales de gran calado en numerosos países, incluyendo aquí en Europa. Se han conseguido materializar grandes avances en sanidad y educación que han ayudado a muchas personas de todo el mundo. Muchos países rompieron las cadenas que les unían al colonialismo. Se consiguió superar el apartheid. E inspirados al ver que el cambio era posible, las personas salieron a las calles de todo el planeta para reclamar y exigir sus derechos.

La Declaración Universal vino a reafirmar el valor de toda vida humana.

Reafirmó la idea de que no importa donde hayas nacido, o cuáles son tus creencias, que somos todos iguales en dignidad y derechos. Se trata de una cuestión de derechos, no de usar diferentes criterios.

Son precisamente esos valores y esa visión a los que tenemos que volver de forma urgente hoy. Para que nos ayuden a redescubrir el mismo camino hacia soluciones para nuestros desafíos más abrumadores al igual que lo encontraron generaciones anteriores hace siete décadas y media.

Distinguidos participantes,

Ustedes ya saben muy bien que la realidad de los derechos humanos en la actualidad se caracteriza por su inestabilidad, incluso aquí en Europa.

La situación para los miles de migrantes y refugiados en Europa sigue provocando divisiones profundas. Es doloroso contemplar debates plagados a menudo de retórica populista y llena de odio dirigida contra personas que no han hecho otra cosa que buscar seguridad ante el sufrimiento y la crisis, o quienes se desplazan en busca de una vida mejor.

La tendencia preocupante actual que consiste en externalizar los procedimientos de asilo y enviar migrantes y refugiados a terceros países está alimentando aun más las divisiones y los problemas en materia de derechos humanos.

La movilidad de los seres humanos es un aspecto tan antiguo como el propio tiempo, aun más notable en momentos en que el planeta padece conflictos crecientes, convulsiones económicas y los efectos dañinos de la triple crisis planetaria.

Es hora de volver a los conceptos básicos de la cooperación internacional, el diálogo y la solidaridad. Es hora de que detengamos las devoluciones ilícitas y las expulsiones colectivas. Para asegurar la rendición de cuentas por violaciones de derechos humanos en las fronteras. Y también ha llegado ya el momento de identificar rutas más seguras y regulares para la migración.

El Pacto de la Unión Europea sobre Migración y Asilo supone una oportunidad para desbloquear el estancamiento político. Con este fin, animo a que las negociaciones actuales sobre el pacto tengan una base sólida en el respeto por los derechos humanos y la justicia, para todo el mundo.

El desagradable fantasma del racismo y la discriminación estructural sigue impregnando a muchas sociedades, incluso en Europa, a pesar de los evidentes pasos adelante que se han dado en el desarrollo de políticas. El mes pasado, un informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea llamó la atención a la persistente discriminación racial, acoso y violencia al alza dirigidos contra afrodescendientes en Europa.

Dos terceras partes de las personas encuestadas habían experimentado algún tipo de discriminación racial en más de una esfera de sus vidas.

La falta de avances es preocupante.Este informe, al igual que las denuncias sobre racismo, discriminación y odio dirigidos contra muchos otros grupos y personas por toda Europa, subrayan la necesidad de que los Estados redoblen sus esfuerzos a este respecto. Políticas tales como el Plan de Acción de la UE contra el Racismo o su marco sobre la inclusión de las personas romaníes resultan clave, y han de ser aplicadas plenamente.

A pesar de todo esto, actualmente, el pronunciado incremento en la desinformación y el discurso de odio están profundizando la polarización dentro y entre las sociedades. Los medios de radiodifusión y digitales, así como la retórica política, están salpicados de lenguaje deshumanizante dirigido contra numerosos grupos. En el contexto de la guerra actual en Oriente Medio, estamos viendo como los incidentes violentos e inquietantes del anti-Semitismo y odio contra los musulmanes están aumentando tanto dentro como fuera de la región de Oriente Medio.

A la vez, hemos observado también represión contra el activismo pacífico y la libertad de expresión, también en Europa. Los líderes políticos han de recordar que un espacio cívico amplio y dinámico es crucial para conseguir cohesión social, justicia y paz.

Hemos de recordar nuestra humanidad compartida.

Distinguidos miembros del Parlamento,

La Unión Europea se fundó sobre los valores de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el estado de derecho y el respeto por los derechos humanos.

En una serie de esferas, Europa ejerce un auténtico liderazgo en materia de derechos humanos.

Hoy, con los derechos humanos como guía, la Unión Europea desempeña una función pionera a la hora de regular el espacio digital. La nueva normativa de la UE sobre servicios y mercados digitales puede convertirse en un modelo a seguir para otras iniciativas reguladoras en el resto del planeta con el objeto de ayudar a crear un espacio en línea que sea libre y abierto, a la vez que sirve de contención para los discursos ilegales y peligrosos y la desinformación dañina. Es importante, no obstante, que la aplicación de este tipo de normativas sea transparente, responsable y esté en consonancia plena con las normativas internacionales de derechos humanos.

Asimismo, otra oportunidad crucial para que Europa demuestre su liderazgo suponen los siguientes pasos a adoptar con la Ley de Inteligencia Artificial (IA) de la UE. Sabemos que la IA conlleva un enorme potencial para la humanidad. Pero también somos conscientes de que puede acarrear repercusiones profundas para los derechos humanos. Mi reciente carta abierta dirigida a las instituciones de la UE sobre esta ley elogia la ambición que han mostrado. Estamos ante una oportunidad real de situar el listón bien alto y asegurar que el impacto de la IA sobre los derechos humanos es tenido en cuenta y mitigado desde el primer momentoy no antes de que se haga demasiado tarde.

Mañana, líderes y actores medioambientales comenzarán sus negociaciones anuales sobre el clima en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) que se desarrollará en Dubai. Sabemos que la extendida y continua crisis de derechos humanos causada por el cambio climático afecta en mayor grado a aquellos que menos han contribuido a ella. Y además, la ciencia nos enseña que sin medidas audaces, y a adoptar ahora, nos queda poco tiempo para impedir que esta crisis empeore de manera exponencial.

Una vez más, Europa puede predicar con el ejemplo: emprender medidas ambiciosas para una transición justa hacia las energías renovables y para una eliminación gradual de los combustibles fósiles que sea rápida y equitativa. Y comprometiéndose con aplicar rendición de cuentas y reparaciones por los daños del cambio climático, así como una acción climática basada en los derechos, que beneficie a las personas en situaciones vulnerables. Hace dos semanas, publiqué una carta abierta dirigida a los delegados y delegadas antes de celebrarse la COP28, donde exponía las prioridades de mi Oficina. Les animo a que la lean.

Distinguidos participantes,

Permítanme que vuelva a la cuestión que me han pedido que aborde hoy: ¿qué hace que los derechos humanos sean universales?

Dicho de manera sencilla, y como los miembros de este Comité ya saben muy bien, la respuesta es que los derechos nos pertenecen a todos nosotros y nosotras.

Los redactores de la Declaración Universal procedían de todos los rincones del mundo, lo que reflejaba el hecho de que los derechos humanos están enmarcados en valores fundamentales que abarcan todas las culturas, religiones y continentes.

Y en 1993, durante la Segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, la Declaración y Programa de Acción de Viena vinieron a reafirmar esta universalidad, tras dos años de laboriosas negociaciones entre todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas. Y esta dejó claro que todos los derechos humanos son interdependientes, indivisibles y que están interrelacionados.

En resumen, que ningún derecho humano puede ser considerado como algo opcional.

Las soluciones guiadas por los derechos humanos construyen sociedades equitativas, donde se valora la contribución de todos y todas, sin discriminación alguna.

Los derechos humanos son el eje para un desarrollo inclusivo y sostenible.

Ellos ayudan a dar forma a leyes que sean justas. Allanan el camino hacia una paz duradera.

Ya que los derechos humanos se definen por la dignidad inherente a cada uno de nosotros y nosotras, por nuestra humanidad compartida, por la empatía, y con un consenso global.

En última instancia, los derechos humanos son el elemento por excelencia que nos conecta a los humanos debido a que la búsqueda de la paz, prosperidad y justicia es lo que nos une a todos los seres humanos.

En estos tiempos de desunión que vivimos, con la aparición constante de conflictos y crisis, reconstruir la confianza y defender estos valores centrales que sostienen nuestra humanidad compartida es una necesidad más urgente que nunca.

La Unión Europea tiene un papel de liderazgo relevante que desempeñar para revitalizar este consenso global. El futuro de la humanidad depende en gran manera de los pasos que escojamos dar a partir de ahora.

Gracias.

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