Skip to main content

Participar en un diálogo crítico en pro de los derechos humanos y la paz en Malí

06 enero 2017

Los hombres que estaban en la habitación miraron expectantes a Arnaud Royer. Al Director Adjunto de la División de Derechos Humanos y Protección (HRPD) de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA, por sus siglas en francés) acababan de preguntarle de qué les servirían a ellos los derechos humanos.

Los hombres eran miembros de un grupo armado separatista del pueblo de Ber, una pequeña localidad cercana al desierto en el norte de Malí. Los militantes formaban parte de uno de los numerosos grupos extremistas que se enfrentan a las fuerzas del gobierno en esa región septentrional del país.

Los hombres estaban sentados en una sala de hormigón, amueblada tan solo con un pupitre, unos viejos bancos de madera y una mesa de metal desvencijada. Estaban vestidos con uniformes de campaña y turbantes, para protegerse del polvo omnipresente. Muchos llevaban fusiles. Royer, por toda arma, tenía su teléfono móvil. Royer alzó el aparato que sostenía en la mano. A principios de ese día había llamado por teléfono a la oficina de la División de Derechos Humanos de Bamako. Mediante la llamada había averiguado no sólo dónde se hallaban los familiares de algunos de los milicianos que el gobierno retenía, sino también que las condiciones de su detención eran adecuadas, en opinión de un oficial de derechos humanos que había realizado una visita de inspección.

“Durante tres años, hemos establecido un mecanismo para dar seguimiento a las detenciones, desde el arresto hasta la fase de enjuiciamiento”, señaló luego Royer. “Nos aseguramos de que se protegen los derechos de los detenidos. Es importante que los grupos armados conozcan esta información y que los oficiales de derechos humanos mantengan el contacto con esos grupos armados”.

Desde 2012, Malí ha estado involucrado en conflictos en su región septentrional, en los que participan coaliciones militares y fuerzas extremistas. Estos choques han dado origen a numerosos ataques contra la población civil, las tropas y el personal gubernamental, y han generado una considerable inestabilidad, e incluso el desplazamiento de miles de personas que han debido abandonar sus hogares.

Desde 2013, la División de Derechos Humanos y Protección (HRPD) de la MINUSMA en Malí viene trabajando con el fin de establecer un diálogo con los grupos armados que participan en el conflicto. Esta ha sido una estrategia fundamental desarrollada por la oficina con miras a iniciar un proceso de paz, afirmó el Director de la División, el Sr. Guillaume Ngefa.

“Para nosotros, lo importante es que quienquiera que sea la persona arrestada, sus derechos estén protegidos”, dijo el Sr. Ngefa. “De modo que el hecho de que los oficiales de derechos humanos hayan venido realizado esta tarea nos ha conferido legitimidad, nos ha abierto el camino para establecer una relación de confianza con diversos grupos armados”.

Esta confianza ha hecho que algunos grupos, como el de Ber, pidieran a los oficiales de derechos humanos que visitaran los territorios bajo su control para explicarles sus obligaciones en materia de derechos humanos y someterlas a debate.

El jefe del grupo de Ber es el teniente coronel Al-Husseini Weld Al Moctar. En opinión de este militar, su grupo colabora con la División de Derechos Humanos y Protección de la MINUSMA porque ésta ayuda a todo el mundo.

“La gente debe sumarse a ellos y colaborar en aras de la armonía, para que puedan amarse los unos a los otros”, dijo. “Aunque no se trata de una organización islámica, opera de la misma manera que lo hacemos los musulmanes. Creemos que sus funcionarios son solidarios con nuestro pueblo y con los más débiles”.

Pero comprometerse no significa excusar las violaciones de derechos humanos que perpetran los grupos armados o hacer caso omiso de ellas, declaró el Sr. Ngefa. Los oficiales de derechos humanos compilan y documentan pruebas de violaciones, tales como desapariciones forzosas o ejecuciones sumarias, y en muchos casos se enfrentan a los grupos que consideran responsables directos de esos delitos.

Por ejemplo, el Sr. Ngefa recuerda un incidente ocurrido en 2014, cuando un grupo armado estuvo involucrado en varias ejecuciones sumarias. El propio Ngefa se desplazó a la zona para coordinar la investigación y les informó a los dirigentes del grupo de que había pruebas de que lo ocurrido podría equivaler a crímenes de guerra. El grupo negó los hechos, a pesar de lo cual la oficina de la MINUSMA presentó sus informes.

“El hecho es que hemos creado un contexto de confianza, porque ellos consideran que protegemos sus derechos”, afirmó el Director de la HRPD. “Saben que tal vez no somos neutrales, pero sí somos imparciales, en el sentido de que hablamos con todas las partes en conflicto y difundimos el mismo mensaje: Es preciso respetar los derechos humanos”.

6 de enero de 2017

Etiquetas