Declaraciones Múltiples mecanismos
Discurso de Volker Türk en el 15º periodo de sesiones del Foro de las Naciones Unidas sobre cuestiones de las minorías
01 diciembre 2022
Pronunciado por
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk
En
15ª Sesión del Foro de la ONU sobre Cuestiones de las Minorías
Lugar
SALA XX, PALACIO DE LAS NACIONES DE GINEBRA
Señor Presidente, excelencias, distinguidos participantes y colegas:
Cada ecosistema, ya sea terrestre o marítimo, necesita para existir una diversidad de plantas, animales y otros organismos. El mundo natural nos enseña que, para sobrevivir y prosperar, necesitamos de la diversidad.
Por consiguiente, es lógico pensar que también nuestras sociedades necesitan diversidad.
Sabemos hasta qué punto la diversidad enriquece a las comunidades y los individuos, al congregar distintas experiencias y proporcionar nuevas perspectivas.
Sin embargo, a lo largo de la historia ha habido intentos de borrar esas diferencias que han sido la causa del florecimiento de nuestro mundo.
Hace 30 años, en un momento en que las tensiones étnicas y las corrientes nacionalistas iban en aumento en muchos lugares, era esencial lograr el reconocimiento de la importancia que tenía la protección de las minorías, en especial mediante la aprobación de la Declaración de los Derechos de las Minorías.
Los Estados Miembros se comprometieron entonces a aplicar medidas conducentes a la protección eficaz de los derechos humanos de personas que pertenecían a minorías nacionales, étnicas, religiosas o lingüísticas.
Y, por supuesto, se han logrado progresos durante estos años, pero no podemos dormirnos en los laureles. Aún queda mucho por hacer para abordar los desafíos existentes y los nuevos retos que van surgiendo.
Cuando se trata de proteger a las minorías, así como de la interacción de esa labor de amparo con la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible, la respuesta está en las normas de derechos humanos.
Asimismo reconocemos que a veces las cuestiones relativas a la protección de las minorías se han instrumentalizado con miras a lograr ventajas políticas y justificar conflictos violentos. Eso no debería suceder.
Para abordar las cuestiones relativas a las minorías, me gustaría hacer hincapié en tres ámbitos:
Primero, el notable aumento del discurso del odio contra las minorías que hemos visto últimamente en las redes sociales. Sabemos que los defensores de derechos humanos, en especial las defensoras de esos derechos, están sujetos cada vez más al acoso y la intimidación, tanto en Internet como en el mundo físico.
La aprobación y la puesta en vigor de medidas políticas para combatir el discurso del odio, así como de una normativa sobre el funcionamiento de las redes sociales, representaría una diferencia importante en la vida de las minorías.
Este es un tema que subrayé en la carta abierta que dirigí a Elon Musk acerca de Twitter. En la misiva, le expuse las normas de derechos humanos que deben aplicarse en las redes sociales.
En segundo lugar, algunas vulneraciones graves de los derechos de las minorías siguen estando en el centro de varios conflictos violentos. En el mundo entero vemos cómo aumentan las tensiones cuando las diferencias étnicas, religiosas, culturales y lingüísticas se aprovechan con el fin de obtener ventajas políticas.
No debemos desdeñar las lecciones que la historia nos ofrece. Sabemos que los genocidios ocurridos en el pasado ponen de manifiesto el peligro que se corre al usar el discurso del odio contra las minorías.
Debemos enfrentarnos resueltamente a la marginación, la hostilidad y la violencia. Esta confrontación exige voluntad política en todas las esferas. Este 30º aniversario de la Declaración de los Derechos de las Minorías nos proporciona la oportunidad idónea de ratificar nuestros compromisos y tomar nuevo impulso.
Debemos concitar esfuerzos a fin de sensibilizar a la opinión pública sobre las ventajas de proteger los derechos de las minorías como un instrumento eficaz de prevenir conflictos.
Mi tercer punto se refiere a un tema que para mí tiene un valor especial, ya que me ocupé de él largamente en los cargos que desempeñé antes de ser Alto Comisionado. Se trata de la cuestión de la apatridia y la nacionalidad, que está estrechamente vinculada a los asuntos relativos a las minorías. La discriminación por motivos de pertenencia a una minoría suele ser una de las causas de apatridia. Por ejemplo, los rohingyas, que son un grupo minoritario en Myanmar, han padecido la condición de apátridas durante decenios.
En el mundo, más del 75% de las comunidades consideradas apátridas son miembros de grupos minoritarios. Las minorías y otros grupos desfavorecidos se enfrentan a problemas adicionales, como consecuencia de esa apatridia. En especial, las mujeres están aun más marginadas, debido a la discriminación de género, en lo relativo a la adquisición, el cambio o la retención de nacionalidad. En determinados países no permiten que las mujeres transmitan su nacionalidad a su descendencia. Esta es una situación particularmente perturbadora, habida cuenta de la importancia de la nacionalidad para el ejercicio pleno y equitativo de los derechos humanos fundamentales.
En resumen, los derechos humanos no solo nos facilitan orientaciones generales, sino que además nos brindan una hoja de ruta, tanto a los individuos como a los gobiernos, para abordar la discriminación arraigada, mediante iniciativas conjuntas con las comunidades afectadas.
El 30º aniversario de la Declaración es sin duda una oportunidad ideal para revisar, replantear y reformar los métodos que aplicamos para crear un mundo mejor y más integrador para todos.
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