Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
La Alta Comisionada informa al Consejo de Derechos Humanos sobre la situación en Afganistán
15 junio 2022
En
50º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos
Lugar
Ginebra
Actualización oral sobre el Afganistán
Discurso de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Muchas gracias, señor Vicepresidente.
Excelencias:
El pueblo de Afganistán vive actualmente algunos de los momentos más sombríos de los últimos tiempos. Tras años de conflictos, y desde la llegada al poder de los talibán en agosto pasado, el país se encuentra sumido en una profunda crisis económica, social, humanitaria y de derechos humanos.
Visité Afganistán en marzo de este año y me reuní con representantes de las autoridades de facto. También me entrevisté con algunas mujeres extraordinarias, entre las que figuraban doctoras, periodistas, funcionarias civiles y trabajadoras de ONG, para debatir sobre la lacra de la desigualdad de género en el país.
El coraje de estas mujeres que exigen sus derechos es realmente asombroso -su lucha se desarrolla en medios de dificultades inimaginables, pero ellas siguen reclamando valientemente que se preste atención a sus derechos-.
Su situación es crítica. Las autoridades del país mantienen la prohibición de que las jóvenes reciban una escolarización de calidad, lo que afecta directamente a 1,1 millones de estudiantes y les priva de futuro. Desde marzo, también se han aprobado varios decretos que inciden en los derechos de las niñas y las mujeres. Sigue en vigor la imposición estricta de llevar el velo islámico; se mantienen los obstáculos para que las mujeres accedan al empleo, lo que afecta también a las trabajadoras de las ONG; las mujeres carecen de oportunidades para participar en la vida pública y política; y su libertad de movimiento está severamente limitada.
Permítanme decirlo con toda claridad: lo que vemos ahora en Afganistán es la opresión sistemática e institucionalizada de la mujer.
La limitación de la libertad de movimiento de las mujeres repercute negativamente sobre todos los aspectos de su vida, incluso sobre su capacidad y la de sus hijos para acceder a los servicios sanitarios, los medios de subsistencia y la ayuda humanitaria.
Las mujeres afganas se enfrentan ahora a la peor situación imaginable. Aunque Afganistán ha ratificado diversos tratados internacionales, entre otros la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, las autoridades de facto están muy lejos de cumplir con esas obligaciones internacionales relativas al respeto y la protección de los derechos de las niñas y las mujeres, tanto en sus políticas como en sus medidas prácticas.
Muchos afganos valerosos, de ambos sexos, luchan actualmente para forjar una sociedad más justa e igualitaria, en la que se respeten todos los derechos de todas las personas. Como me señalaron durante la visita algunas de mis interlocutoras: “Queremos hablar directamente con los talibán. Nosotras sabemos lo que el pueblo necesita”. Exhorto a las autoridades de facto a que honren sus compromisos con los derechos de la mujer, a que entablen urgentemente un diálogo con las mujeres afganas y a que escuchen sus opiniones.
Excelencias:
Durante mi visita, reconocí que la amnistía general otorgada a los antiguos funcionarios gubernamentales y los miembros de las fuerzas de seguridad fue un paso importante hacia la reconciliación, tras muchas décadas de guerra. Pero me preocupa el hecho de que el Servicio de Derechos Humanos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) siga recibiendo denuncias verosímiles de arrestos y detenciones arbitrarias, malos tratos y ejecuciones extrajudiciales, en particular, de personas vinculadas al antiguo régimen y a sus instituciones.
La UNAMA sigue registrando también la repercusión de las agresiones cometidas contra la población civil. Tan solo en el mes de abril, una campaña de ataques con explosivos de fabricación artesanal contra escuelas, lugares de culto, mercados y medios de transporte dejó un rastro de civiles muertos o heridos.
Las minorías étnicas y religiosas han sido también víctimas de ataques directos. Aquí quiero recordar a los gobernantes de facto su responsabilidad de proteger a todos los afganos que se encuentran bajo su autoridad.
Sigo preocupada por los informes que hemos recibido acerca de denuncias de presuntas violaciones de derechos humanos y abusos contra la población civil en las provincias septentrionales, incluido el Panshir, donde en fecha reciente se han registrado choques entre fuerzas paramilitares y milicias vinculadas al Frente de Resistencia Nacional. Hay denuncias consistentes, que deben verificarse, acerca de que numerosos civiles han padecido vulneraciones del derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos, comprendidos arrestos arbitrarios, ejecuciones extrajudiciales y casos de tortura. Pido a ambas partes en conflicto que ejerzan la moderación y respeten íntegramente los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Además de todo lo anterior y a pesar de los reiterados compromisos públicos de respetar los derechos humanos contraídos por las autoridades de facto, el espacio cívico se ha reducido de manera rápida y drástica desde que el ejército tomó el poder. Las restricciones impuestas sobre la libertad de opinión y expresión, el derecho de reunión pacífica y a participar en los asuntos públicos han tenido un efecto paralizante sobre particulares y comunidades.
Los agentes de la sociedad civil, entre los que figuran los activistas de los derechos de las mujeres y los defensores de derechos humanos, han sido víctimas de asesinatos, desapariciones forzadas, detenciones en condiciones de aislamiento, agresiones, actos de acoso, amenazas y arrestos. Aunque algunos de ellos han sido excarcelados, otros siguen carentes de libertad, separados de sus seres queridos y privados del derecho a expresar sus ideas.
Insto a las autoridades de facto a que abran el espacio cívico. En este sentido, garantizar la existencia de una prensa libre e independiente, en la cual los periodistas puedan trabajar de manera segura, sería un aspecto fundamental.
Excelencias:
El solapamiento de las crisis humanitaria y económica sigue teniendo efectos devastadores sobre la vida de todos los afganos. En la actualidad, debido al aumento del desempleo, el 93 por ciento de los hogares se enfrentan a elevados niveles de inseguridad alimentaria, que afectan desproporcionadamente a los más vulnerables: los hogares monoparentales encabezados por mujeres, las personas de edad, las personas con discapacidad y los niños.
También está menguando el acceso a los servicios básicos, comprendida la atención sanitaria. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 18,1 millones de personas carecen de servicios de salud, entre ellas unos 3,19 millones de niños menores de cinco años.
Todo esto se complica por la ausencia flagrante de mecanismos nacionales operativos que permitan monitorear las vulneraciones de derechos humanos, lo que limita gravemente la capacidad de brindar protección básica a la población afgana, en particular a grupos vulnerables, tales como los niños, las personas con discapacidad, los desplazados internos, las minorías y las comunidades LGBTQI.
Estoy muy consternada por la reciente disolución dictada por las autoridades de facto de la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos, el principal mecanismo nacional de apoyo a los afganos que se enfrentan a la vulneración de sus derechos humanos. Exhorto a que se establezca un mecanismo independiente de derechos humanos facultado para recibir denuncias y que pueda presentar problemas y soluciones ante las autoridades de facto.
La UNAMA seguirá colaborando con las autoridades de facto a fin de promover los derechos humanos de toda la población afgana. He presenciado de cerca la labor esencial que mis colegas llevan a cabo -cada día, documentan vulneraciones y abusos de derechos humanos, destacan las tendencias vigentes, plantean casos individuales y se esfuerzan por que los responsables rindan cuentas-. Mis colegas tratan de fomentar el compromiso y promover soluciones para los importantes problemas de derechos humanos que el país afronta bajo las autoridades de facto.
Aplaudo también el nombramiento de un Relator Especial sobre la situación de derechos humanos en Afganistán. Espero con interés la presentación, a finales del año en curso, de su primer informe al Consejo de Derechos Humanos y a la Asamblea General, tras su reciente visita al país.
Excelencias:
Aprovecho la oportunidad para reiterar algunas de las ideas principales que expuse durante y después de mi visita a Afganistán.
Para lograr que la sociedad afgana avance hacia la paz, será fundamental la participación de todos los ciudadanos en la formulación de políticas y la toma de decisiones. Para hecerlo, es preciso escuchar las opiniones de las niñas y las mujeres y prestar atención a las reclamaciones de las minorías étnicas y religiosas, en particular las que tradicionalmente han sido víctimas de discriminación, marginación y violencia.
Estas alianzas integradoras, -en las que las partes más vulnerables participan en la adopción de las decisiones que les atañen- tienen la capacidad de prevenir conflictos futuros y promover la estabilidad, tanto en Afganistán como en los países aledaños.
Insto a la comunidad internacional a velar por que se ponga a disposición del gobierno de Afganistán un mayor volumen de fondos, que permitan a los afganos superar la actual crisis económica y humanitaria, pues de no ser así, continuará el sufrimiento de la población en general.
La salida de la crisis que padece el pueblo afgano no será obra de los esfuerzos de una minoría. Las soluciones exigirán la labor mancomunada de las autoridades de facto, un espacio más amplio para la sociedad civil y el apoyo de la comunidad internacional, a fin de defender el decoro y los derechos humanos de todos los afganos.
Es urgente que todos nos comprometamos en la consecución de este objetivo.
Muchas gracias.
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