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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

El diálogo con la Unión Africana es “una fuerza poderosa” para los derechos humanos

Diálogo con la Unión Africana

24 abril 2018

Discurso del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein

24 de abril de 2018

Distinguido Presidente de la Unión Africana,
Excelencias, colegas y amigos:

Para mi equipo y para mí constituye un honor regresar a la Unión Africana para entablar este diálogo de alto nivel que, estoy seguro, encierra un potencial de transformaciones para la población del continente.

Muchos de los congregados hoy aquí nos sentimos afligidos por el aumento de los desafíos que se plantean en todo el mundo a las instituciones multilaterales y el derecho internacional. El nacionalismo miope, el aislacionismo y el rápido aumento de la xenofobia están erosionando peligrosamente la capacidad de los Estados para responder con eficacia a las dificultades que afrontan. 

Tengo la convicción de que hoy nuestro diálogo puede simbolizar –y, de manera muy concreta, puede acelerar- la resolución africana de permanecer fiel a los principios fundamentales que constituyen el cimiento de la paz y el desarrollo sostenibles en el mundo entero: los principios de justicia, igualdad y dignidad humana, que están resumidos en los derechos humanos.

Los derechos humanos no son una ocurrencia tardía. No son una segunda etapa que los países pueden empezar a componer una vez que el desarrollo ya está bien encaminado. No son un proyecto que se pone en marcha después de consolidar la paz. Los derechos son los motores del desarrollo. Los derechos son las piezas que permiten construir la paz.

El objetivo general de todo gobierno es la defensa de los derechos de las personas. Cualquier gobierno que no logre respetar y promover los derechos humanos, incumple su deber hacia el pueblo y, además, menoscaba su propia eficacia. 

En la Oficina del ACNUDH monitoreamos la situación de derechos humanos en el mundo entero y sabemos que los problemas que vemos en algunos países africanos son similares a los que acontecen en muchas otras regiones. Nos esforzamos por alcanzar la imparcialidad en nuestras críticas y recomendaciones y estoy convencido de que lo logramos mejor que muchos otros organismos internacionales, comprendidos los de las Naciones Unidas. Es posible que critiquemos las limitaciones impuestas a la sociedad civil en la República Democrática del Congo o en Tanzania, pero lo mismo hacemos cuando se trata de Camboya, Venezuela, Hungría, Francia o los Estados Unidos.

Me contaron que hay un proverbio africano sobre una hiena y una oveja, en el que la primera dice con aire ofendido: “Ah, oveja, si no te devoro, tú me comerás a mí”.

Mi Oficina no es una oveja. Pero tampoco tenemos ni la intención ni la capacidad de debilitar a los Estados. Al contrario, en todos los lugares donde actuamos, proponemos a los Estados la asistencia que precisan para aumentar sus capacidades con miras a defender los derechos humanos, porque estos aportan el impulso que refuerza el desarrollo, la justicia social, la participación, la integración y la paz.

Nosotros –y los derechos humanos que defendemos- tenemos una gran capacidad de fortalecer a los Estados. Estados que serán más fuertes porque serán más justos. Que serán más prósperos y alcanzarán un desarrollo más sostenible, porque podrán contar con la plena expresión de las competencias, los talentos y las opiniones –incluso de las opiniones críticas- de sus ciudadanos. Que serán más pacíficos, porque sus pueblos no estarán desgarrados por rencillas enconadas, desigualdades flagrantes e injusticias.

Distinguido Presidente:

La Unión Africana es una fuerza poderosa y estoy convencido de que somos aliados naturales.

Les pido que nos ayuden a defender los derechos de todos los seres humanos, no solo en este continente, sino en el mundo entero. Millones de afrodescendientes se enfrentan cada día a la humillación y la opresión por culpa del racismo. Nosotros combatimos el racismo, sin parar mientes en el poder del dirigente que lo proclame –ya sea el Presidente Trump, el Primer Ministro Viktor Orban o cualquier otro. Súmense a nosotros. Ayúdennos en el esfuerzo de construir una comunidad internacional más equitativa.