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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Declaración del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Sr. Zeid Ra'ad Al Hussein, en la Conferencia de Ginebra sobre la Prevención del Extremismo Violento

Prevenir el extremismo violento

08 abril 2016

Segmento de alto nivel – Acción en el plano internacional

8 de abril de 2016

Secretario General,
Ministro Burkhalter,
Excelencias:

Todos sentimos pena y rabia ante los ataques ocurridos el mes pasado en Bélgica, Côte d’Ivoire, Irak, Pakistán, Túnez y Turquía. Pero, más allá de esos sentimientos compartidos, debemos centrarnos en la preparación de una respuesta eficaz. Tal como se insiste en el Plan de Acción del Secretario General, las medidas orientadas a prevenir y rechazar el extremismo violento deben respetar plenamente los derechos humanos. No se trata solamente de nuestra responsabilidad; se trata también, estratégicamente, de una visión a más largo plazo.

El extremismo violento no es invencible. Las condiciones que propician ese fenómeno pueden corregirse. La gobernanza deficiente, el conflicto y el caos, que reflejan y ahondan la falta de respeto actual hacia los derechos humanos, han llevado a la desesperación a numerosas personas. Debemos asegurarnos de que se exige una rendición de cuentas cabal por las violaciones y los abusos de derechos humanos cometidos en el pasado, y asegurarnos también que hay reparación para las víctimas, a fin de sanar las heridas que conducen a los agravios y el resentimiento. 

Para combatir la violencia, debemos a la larga trascender la violencia, tanto la legítima como la de otro tipo. Lo mismo en el hogar que en la calle, en las pantallas y en la imaginación de nuestros hijos, debemos esforzarnos por erradicar, en última instancia, la violencia del curso ordinario de las relaciones humanas. Si trabajamos con razón y justicia, podremos reconstruir un sentido fundamental de lealtad y pertenencia en todos los sectores de la sociedad. Debemos luchar contra la discriminación y promover la equidad, en las escuelas, los centros de trabajo, los tribunales, las comisarías de policía, las cárceles, los barrios y las comunidades. El acceso equitativo de todos a los derechos económicos, sociales y culturales contribuirá a inmunizar a las personas y las sociedades contra el extremismo violento.

Es de particular importancia promover la capacidad de resistencia de las comunidades afectadas. Esta labor exige esfuerzos genuinos y medidas para erradicar la exclusión y la marginación, tanto si son reales como subjetivas. La gente debe sentir que tiene más espacio para expresarse con libertad y participar plena y equitativamente en la vida política y los asuntos públicos.

Si las operaciones antiterroristas potencian el miedo y la división –justo el objetivo que buscan los extremistas violentos- y provocan el conflicto mutuo entre los ciudadanos y la alienación de comunidades enteras, entonces esas operaciones están destruyendo, sin darse cuenta, nuestras defensas más eficaces. Las detenciones arbitrarias, la tortura, las restricciones al trabajo legítimo de los periodistas, de los defensores de derechos humanos y de la sociedad civil, así como otras medidas que desmantelan las libertades fundamentales que figuran entre los máximos logros de la humanidad, contribuyen a la labor que realizan los extremistas.

El Plan de Acción del Secretario General nos orienta para alejarnos del enfoque de ‘la seguridad pura y dura’ y nos acerca a una estrategia que tiene en cuenta las causas profundas que han generado nuestra inseguridad. La próxima evaluación de la Estrategia Mundial contra el Terrorismo será una oportunidad más para asegurarnos de que nuestras respuestas están bien coordinadas y se basan en el respeto de los derechos humanos. Esta es la manera correcta –la única manera- de garantizar nuestra seguridad a largo plazo.

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