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Declaraciones Comisión de Derechos Humanos

Statement by the Spanish Vice-minister of Foreign Affairs, Ramón Gil-Casares Satrústegui, in the high level segment

20 marzo 2003



20 de marzo de 2003


Sra. Presidenta,

Deseo en primer lugar confirmar mi adhesión al discurso pronunciado hace dos días por el Ministro de Asuntos Exteriores de Grecia como presidencia de turno de la Unión Europea.

Estoy seguro de que su presidencia se verá facilitada por su reconocida experiencia profesional. Confío, asimismo, en que su actuación al frente de la Comisión marcará un período de mayor compromiso de Libia en la promoción y protección de los derechos humanos.

Desearía asimismo felicitar por su nombramiento como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos al Sr. Vieira de Mello y confirmarle nuestro apoyo y voluntad de cooperar plenamente con él y con su oficina en la causa de los derechos humanos, como ya tuvo ocasión de manifestarle hace unos días en Madrid el Presidente del Gobierno de España. La amplia experiencia del Sr. Vieira de Mello en tareas de carácter humanitario en el sistema de Naciones Unidas, así como su firme voluntad de hacer frente, con decisión y compromiso, a los difíciles retos que supone su nuevo cargo, constituyen sin duda una perfecta garantía de objetividad y entrega .

Sra. Presidenta,

La tarea de la protección de los derechos humanos es la médula de todo sistema democrático y constituye una seña clara de identidad para España y para el mundo euroatlántico al que pertenece.

En nuestro país, durante las últimas tres décadas, hemos hecho de la defensa de las libertades y los derechos fundamentales el núcleo central de nuestro sistema político y de la convivencia ciudadana.

La protección de los derechos humanos no es, sin embargo, una preocupación exclusiva de política interior. Existe, al contrario, un vínculo íntimo entre el respeto de los derechos humanos en el plano interno y la paz y seguridad internacionales, como lo muestra la actual crisis de Irak. De ahí nuestra obligación de promover esos derechos en todo el mundo.

Se van a cumplir diez años de la Conferencia Mundial de Viena, que proclamó solemnemente que la promoción y protección de los derechos humanos en todos los países es, no sólo una exigencia ética, sino una preocupación legítima de la comunidad internacional.

Los derechos humanos están enraizados en la dignidad de la persona, por lo que son de universal vigencia. Desde el respeto a la riqueza y diversidad de las distintas tradiciones culturales, hay que reiterar la universalidad de los derechos humanos. Ningún relativismo puede en efecto justificar prácticas intolerables como son las múltiples discriminaciones que siguen sufriendo las mujeres o la tortura.

En ese esfuerzo de todos por la protección efectiva de los derechos humanos, esta Comisión juega un papel central. Debemos por tanto reforzar la credibilidad de esta instancia en su doble faceta de codificación del derecho internacional así como de vigilancia y asesoramiento. Esta Comisión tiene tras de sí una labor muy destacada y debe seguir siendo un instrumento útil que permita orientar, ayudar y denunciar, combatiendo así en la práctica la proliferación de violaciones de estos derechos donde quiera que se produzcan.

Todo ataque contra la dignidad humana debe ser denunciado. Contra quienes, acusando a esta Comisión de excesiva politización, abogan por el silencio y la complicidad, nos corresponde reafirmar la vigencia y cardinal importancia de la lucha por las libertades fundamentales. España, que ha presentado su candidatura para volver a participar como país miembro a partir de 2005, continuará desde luego, dentro o fuera de la Comisión, contribuyendo a sus trabajos y esforzándose por impulsar el diálogo y la cooperación.

No pretendo entrar, Sra. Presidenta, en el análisis de la situación en determinados países. Es algo que hará la Presidencia de la Unión Europea al debatirse el punto 9. Permítame, sin embargo, un breve comentario sobre Guinea Ecuatorial.

Es cierto que se han producido algunos avances en materia de derechos humanos, como el indulto que el pasado mes de octubre puso en libertad a más de 120 presos. Persisten, no obstante, algunos motivos de preocupación, desde la no renovación, el año pasado, del mandato del Relator Especial de esta Comisión. Estoy seguro que las autoridades ecuatoguineanas profundizarán en la política de respeto a los derechos humanos, y se producirán avances como la puesta en libertad próximamente de aquellos miembros de la oposición democrática privados de libertad y que el gobierno aprovechará la oportunidad que le brindan las próximas elecciones legislativas para mostrar nuevos progresos democratizadores. En dichas elecciones deberían participar todos los partidos representativos de la sociedad guineana.

Sra. Presidenta,

Permítame ahora referirme brevemente a algunas amenazas específicas contra la convivencia pacífica que requieren una respuesta inequívoca de la comunidad internacional partiendo del pleno respeto a los derechos humanos. Entre ellas ocupa un lugar destacado la lacra del terrorismo.

La violencia terrorista es particularmente grave e insidiosa, ya que, además de suponer un atentado directo al derecho humano por excelencia, el derecho a la vida, utiliza los espacios de libertad que proporciona el Estado de derecho con la intención última de destruirlo.

El terrorismo constituye en muchos lugares, sin ir más lejos en mi propio país, el principal obstáculo para que se pueda disfrutar en plenitud de los derechos y libertades fundamentales. El terrorismo se ha hecho un fenómeno complejo y sofisticado que debe ser combatido con decisión.

Quienes apoyan y justifican la violencia terrorista a menudo buscan el amparo de las instancias internacionales para utilizarlas espuriamente en pro de sus objetivos criminales. Es preciso por todo ello mantener una actitud firme y vigilante, desde la serenidad y el escrupuloso respeto a los derechos humanos, para evitar que el activismo de los terroristas deslegitime, a través de su manipulación y engaños, las estructuras de protección de esos derechos que hemos ido afianzando.

Una vez más la situación internacional actual deja patente el riesgo que el terrorismo supone para la paz y seguridad internacional y, en definitiva, para los ciudadanos de nuestros países.

Otra situación que para mi delegación es también objeto de máxima preocupación es la discriminación estructural que sigue padeciendo en muchos países más de la mitad de la población: las mujeres.

Penas especialmente abominables, como la lapidación, o prácticas crueles, como la ablación genital a que son sometidas niñas y adolescentes, son sólo los fenómenos más graves y visibles. A la discriminación de derecho se suman la discriminación de hecho, muy extendida, y la violencia doméstica, problema de actualidad para todos. Conscientes de la gravedad del problema, mi país contribuirá este año a financiar programas de género de la Oficina del Alto Comisionado.

Sra. Presidenta,

Constituye por otro lado motivo de satisfacción el que, tras el impulso inicial de esta Comisión, la Asamblea General adoptara en diciembre pasado el texto del Protocolo Facultativo a la Convención contra la Tortura que nos proponemos firmar en breve.

Hay que seguir impulsando la redacción de otros instrumentos jurídicos que perfeccionen la tupida red convencional con que ya contamos.

Es asimismo motivo de orgullo y satisfacción la plena entrada en funcionamiento de la Corte Penal Internacional. España ha contribuido estos últimos años decididamente tanto a la implantación de este alto tribunal como a la persecución de todo tipo de impunidad.

Sin pretender agotar los temas que serán objeto de estudio y discusión en el presente período de sesiones, mi país es especialmente sensible a toda manifestación de racismo o xenofobia.

En este ámbito, tenemos frente a nosotros el complejo fenómeno de inmigración ilegal. De la legítima aspiración de muchas mujeres y hombres a una vida mejor se favorecen mafias organizadas que explotan a quienes son víctimas de la desesperación y pagan a menudo con sus vidas su empeño.

Resulta absolutamente preciso fomentar la inmigración legal y luchar con decisión contra la inmigración ilegal y las mafias que la controlan y que trafican con seres humanos a los que se condena a vivir en la marginalidad en los países más desarrollados adonde llegan. Por ello, algunos inmigrantes ilegales se ven abocados a conductas marginales que alimentan los sentimientos xenófobos. Este círculo vicioso debe cortarse. Ello pasa por combatir eficazmente la inmigración ilegal.

España, al igual que otros países desarrollados, sufre la inmigración ilegal. Nuestra política de control pasa por mantener una buena relación de cooperación con los países origen y tránsito de dicha inmigración ilegal. Se pueden conseguir resultados como muestran los avances que poco a poco vamos consiguiendo con la colaboración de los países de nuestro entorno, como es el caso de Marruecos, entre otros.

España es un país especialmente sensible a esta cuestión puesto que hasta hace relativamente pocos años era un país que generaba emigrantes. Hoy en día gracias al desarrollo económico y social que hemos conocido nuestra situación ha cambiado. Nos hemos convertido en un país receptor neto de inmigrantes. Nuestra política se centra en fomentar los canales legales de inmigración, luchando al mismo tiempo contra la inmigración ilegal.

Respecto al seguimiento de la Conferencia de Durban, deberíamos entre todos ser capaces de realizar el esfuerzo necesario para que prevalezca el pragmatismo y se restaure definitivamente el consenso que debe rodear la lucha común contra la discriminación racial.

En todos estos casos, la dimensión de los problemas a abordar supera con mucho el ámbito estatal. Queda pues confirmado que el tratamiento efectivo debe abordarse desde la cooperación internacional y que es tarea común de todos el preservar la universal vigencia y puesta en práctica de esos derechos que a todos nos conciernen.

España desde luego continuará trabajando con entusiasmo para que esta Comisión pueda alcanzar sus metas y colaborando activamente con la Oficina del Alto Comisionado. Les deseo a todos mucho éxito en sus tareas.

Muchas gracias.

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