Declaración de la Alta Comisionada Adjunta para los Derechos Humanos durante la Reunión ministerial del G7 sobre inclusión y discapacidad

Excelencias,
 Distinguidos y distinguidas participantes,

Es un auténtico privilegio estar hoy aquí, y doy la bienvenida a esta primera conversación exclusiva en el G7 sobre los derechos de las personas con discapacidad.

Las personas con discapacidad en toda su diversidad constituyen el grupo marginado más amplio del mundo, el cual representa el 16 % de la población; y sufre discriminación en todos los aspectos de la vida.

Casi todos los Estados del G7, junto con EE. UU., son partes en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, un documento transformador que establece obligaciones jurídicas para abordar las desigualdades que sufren estas personas.

La inclusión es el camino correcto a seguir, puesto que, junto con la diversidad y el respeto por los demás, sirven para reforzar a todas las sociedades.

Sin embargo, con demasiada frecuencia, los marcos jurídicos para garantizar la inclusión de las personas con discapacidad son insuficientes o inexistentes.

E  incluso cuando existen iniciativas políticas y planes nacionales, su aplicación se retrasa.

Dicho de otro modo, los derechos de las personas con discapacidad rara vez ocupan un lugar central en la gobernanza y las políticas de todas las esferas de la vida en la mayoría de los países.

En el mejor de los casos, son una cuestión secundaria.

Por lo que debemos mejorar en este sentido.

Ya que cuando las personas con discapacidad pueden participar plenamente, desplegar sus capacidades y desarrollar su potencial, todos nos beneficiamos de sus aportaciones, nos enriquecemos con sus logros ante los grandes desafíos, tal y como escuchamos ayer de forma tan enérgica, desde Francesca a Enrico y Julia, así como de la familia de la pequeña Anna: ¡sois todos unos campeones!

Damas y caballeros,

La exclusión puede tener consecuencias catastróficas: tomemos como ejemplo los escenarios de crisis en los cuales  quedarse atrás  es una realidad muy visible desde Sudán hasta Haití; desde Gaza hasta Ucrania, puesto que los conflictos asoladores dejan tras de sí un mayor número de personas con discapacidad, puesto que la inaccesibilidad a los servicios esenciales en esos escenarios se convierten con rapidez en una sentencia de muerte, y puesto que las personas con discapacidad quedan excluidas de los sistemas de alerta temprana, las estrategias de respuesta a los desastres, y los planes de recuperación. 

Y he aquí más consecuencias insidiosas:

La COVID-19 dejó patente las grandes deficiencias que enfrentaban los sistemas de asistencia del mundo, con lo cual la mayor atención que se ha prestado a la economía de la atención y el apoyo en los últimos años es un paso positivo.

Y, sin embargo, quienes reciben cuidados y apoyo, incluyendo a las personas con discapacidad, siguen sin estar incluidas por completo en estos debates políticos como socios en igualdad de condiciones.

Su inclusión destacaría la necesidad de contar con una seguridad de ingresos para cubrir los costes adicionales, tales como la asistencia personal, la vivienda accesible, y adaptaciones en la vivienda;

Se centrarían  en los índices de desempleo y de inactividad tan visibles para estas personas;

Asimismo, está la importancia de abordar la repercusión de las tecnologías digitales sobre las personas con discapacidad.

Existe un marco de derechos humanos que nos ofrece una orientación valiosa en todos estos ámbitos.

Para garantizar la plena inclusión de las personas con discapacidad en esta revolución digital, con suficientes iniciativas e inversiones para cerrar la brecha digital.

Y para garantizar que las tecnologías de la IA se desarrollen de formas que puedan mejorar la accesibilidad, no agudizar los obstáculos, al mismo tiempo que se respeta el derecho a la privacidad.

La IA  desempeña una función transformadora en las tecnologías de asistencia, solo si los gobiernos y las empresas tecnológicas adoptan principios de codiseño desde el inicio e incluyen a las personas con discapacidad en el desarrollo de estos sistemas

Distinguidos y distinguidas participantes,

El mes pasado, el liderazgo y las iniciativas de los miembros del G7 para incluir a las personas con discapacidad en el Pacto para el Futuro y en la Declaración sobre las Generaciones Futuras supusieron un primer paso importante, y acogemos con satisfacción estas iniciativas.

Tenemos que continuar por este camino tan productivo.

Me alientan los compromisos que ya se han escuchado.

Quisiera reiterar que el resultado de los debates de hoy no debe ser algo puntual. Confiamos en que ustedes sean el principio de una escalada positiva: aprovechar estos debates para cobrar impulso.

Para cuando celebremos los 20 años de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2026, tenemos que ver que esas iniciativas aportan resultados concretos en la experiencia vivida por las personas con discapacidad de todo el mundo.

Para seguir avanzando, esperamos que todos ustedes se comprometan a dar tres pasos significativos como punto de partida:

1) Garantizar que, al igual que hoy, las personas con discapacidad tengan un lugar en la mesa del G7;

2) Comprometerse a abordar los derechos de las personas con discapacidad en los procesos internacionales que conduzcan a la agenda posterior de 2030, incluyendo el G20 y la Cumbre Social de 2025, y

3) Continuar reforzando los derechos de las personas con discapacidad en las iniciativas de la economía de la atención y el apoyo mediante una mayor cooperación internacional y apoyo político.

Hoy tenemos la oportunidad de avanzar en soluciones prácticas y basadas en los derechos humanos que transformarán la vida de millones de personas con discapacidad y la sociedad en general si damos prioridad a la inclusión.

Espero que colaboremos juntos para hacer realidad esa promesa y sus aspiraciones.  

Gracias.