Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Alto Comisionado se dirige al grupo sobre los impactos adversos del cambio climático para los derechos humanos
Asegurando la resiliencia de los sustentos de vida en el contexto de riesgo de pérdidas y daños relativos a los efectos adversos del cambio climático
01 julio 2024
Pronunciado por
Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En
56ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos
Señora Vice-Presidenta,
Excelencias,
Distinguidos delegados y delegadas,
Nuestro planeta, nuestros derechos humanos y nuestro propio futuro se encuentran en grave peligro.
Los glaciares se están derritiendo. Los océanos se están calentando. Las selvas se queman. Los ríos y lagos se están secando.
Y las vidas y sustentos de vida están siendo destruidos. Algunos de ellos a causa de desastres repentinos, como inundaciones o incendios, los cuales están ganando en intensidad a la vez que los efectos del cambio climático van arraigando.
Otros producto de acontecimientos con un inicio lento como son el aumento del nivel del mar, la degradación de tierras y bosques, la reducción de las fuentes de agua o la extensión de tierras estériles que son incapaces de proporcionar ningún alimento.
Hay un 80 por ciento de posibilidades de que en uno de los próximos cinco años, la temperatura media anual en todo el planeta aumente en más de 1,5 grados Celsius, en comparación con la base de referencia del período pre-industrial.
Si bien este calentamiento anual no significa aún un incumplimiento permanente del objetivo del 1,5ºC fijado en el Acuerdo de París, nos encontramos a un escalofriante paso de alcanzar un resultado el cual hemos estado luchando todos intensamente para impedir.
Sabemos que las pérdidas y daños resultantes del cambio climático afectan ahora sobre todo a personas en situaciones vulnerables y a países en desarrollo, a pesar del hecho de que ellos y ellas han sido los que menos han contribuido a crearlo.
Los Pueblos Indígenas y otros, quienes son dependientes de las tierras y el medioambiente para conservar sus sustentos de vida, han de enfrentarse a la realidad de ecosistemas que agonizan, a punto de agotarse. He podido recabar esta información mientras me encontraba en una de mis misiones, así como he comprobado la realidad de que este fenómeno está ocurriendo a un ritmo que nos debería dar escalofríos.
Millones de personas ya se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Las tierras y recursos de los cuales dependían en el pasado ya no pueden mantenerlos. Además, es importante aclarar que estas personas suelen convertirse en desplazados internos, no en personas que abandonan sus países.
No obstante, el cambio climático está repercutiendo e irá repercutiendo cada vez más sobre los derechos humanos de todas las personas, en todos los lugares del mundo.
Los derechos a la alimentación y a la salud, así como a un medioambiente limpio, sano y sostenible. El derecho a un nivel de vida adecuado. El derecho a la vida.
Las pérdidas y daños están también teniendo repercusiones directas sobre los trabajadores y sus derechos. Para antes de 2030, se estima que el equivalente a más del dos por ciento del total de horas trabajadas en todo el mundo se pierda en todo el planeta debido al estrés térmico. En la actualidad, más de un tercio de las muertes relacionadas con calor excesivo pueden atribuirse al cambio climático.
El caos climático conlleva también un enorme coste económico a nivel más general.
Estudios recientes calculan que el planeta sufrió al menos 2,8 billones de dólares americanos de pérdidas y daños resultantes del cambio climático entre 2000 y 2019, lo que equivale a un coste de 16 millones de dólares americanos por hora.
Señora Vice-Presidenta,
Cada día que pasa, la crisis climática se acelera más.
Además de la necesidad que tenemos de intensificar las medidas para impedir que esta crisis empeore, también hemos de intensificar las medidas necesarias para dar respuesta a las considerables pérdidas y daños que esta crisis está provocando y que seguirá provocando en el futuro.
Para esto es necesario asegurar la sostenibilidad de los sustentos de vida para aquellas personas y comunidades que resultan afectadas más directamente.
Los sistemas de protección social universal, por ejemplo, deben formar parte integrante de todas las políticas gubernamentales destinadas a proteger los sustentos de vida ante los riesgos climáticos existentes, pero al mismo tiempo deben prestar ayuda a las personas afectadas por las medidas implementadas para facilitar la transición a las economías sostenibles.
Será importante asegurar un apoyo adecuado a los países en desarrollo para que consigan afianzar sus sistemas de protección social, según sea el caso. Esta fue una de las lecciones que aprendimos de la pandemia de COVID.
De forma más extensa, necesitamos de una reforma radical del modelo económico insostenible y que funciona con combustibles fósiles letales.
Es más urgente que nunca una transición justa hacia una economía de derechos humanos. Esto significa una economía que sea justa, equitativa e inclusiva. De este modo se crearán oportunidades laborales, se reducirán las desigualdades y la pobreza, y se conseguirá invertir en el bienestar de las personas y el planeta.
Debemos capacitar y proteger a las personas quienes usan sus voces para exigir esta transformación tan necesaria.
Y asegurar que las personas cuentan con acceso a la justicia y a reparaciones efectivas por violaciones de sus derechos resultantes de las pérdidas y daños que entraña esta crisis.
Esto supone exigir responsabilidades a las autoridades y empresas responsables de las pérdidas y daños relacionadas con el cambio climático.
Colegas,
En virtud de los marcos en vigor, los países que ostentan una mayor responsabilidad por el cambio climático tienen la obligación de proporcionar financiación contra el cambio climático con el fin de remediar las vulneraciones de derechos humanos que ocasionan las pérdidas y daños relacionados con el cambio climático.
Esta financiación ha de ser acorde al alcance de los daños y además las comunidades afectadas han de tener acceso directo a la misma.
Esta financiación ha de estar basada en concesiones, no en préstamos, para que de ese modo los países no acaben atrapados en ciclos de deuda cada vez más profundos.
Todos los países pueden incorporar derechos humanos y remedios para pérdidas y daños en sus políticas climáticas, incluyendo a través de contribuciones acordadas a nivel nacional y de planes de adaptación nacionales.
Los Estados pueden, y deben, garantizar que las personas pueden recuperarse económicamente de las pérdidas y daños vinculados al cambio climático. Y también pueden promover una transición justa. Esto incluye invertir en agricultura sostenible y regenerativa, en ecosistemas saludables, en seguridad social, en desarrollo de capacidades, así como en formación, todo ello con una base en los derechos humanos.
Señora Vice-Presidenta,
La crisis climática ocasionará nuevas emergencias, nuevos desastres, y muchos otros resultados desconocidos. Insto a los Estados a considerar qué nuevos mecanismos internacionales es posible que necesitemos ahora, así como en el futuro, para asegurar los derechos humanos y garantizar la rendición de cuentas.
La próxima Cumbre del Futuro, la cual incluye la propuesta de Declaración sobre la Generaciones Futuras, nos ofrece una nueva oportunidad para renovar nuestros compromisos con las generaciones futuras.
Nosotros tenemos en nuestras manos las vías y los medios para impedir un futuro apocalíptico, si actuamos ahora y con un sentido de máxima urgencia.
Depende de nosotros y nosotras.
Yo espero que los resultados de la mesa redonda de hoy nos ayuden a encontrar el camino para ello.
Gracias.
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