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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Türk pide que no haya tolerancia alguna con la violencia de género ejercida contra las jóvenes y las mujeres en la vida pública y política

30 junio 2023

En

Jornada de debates sobre los derechos humanos de las mujeres – La violencia de género ejercida contra las jóvenes y las mujeres en la vida pública y política, 53er periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos

Desde

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk

Señor Presidente,

Excelencias,

Distinguidos colegas,

Distinguidos ponentes:

Durante décadas, las jóvenes y las mujeres que han ocupado puestos de dirección en nuestras instituciones públicas han encabezado las transformaciones políticas y sociales.

Desde la exigencia de derechos sobre la salud sexual y reproductiva hasta la necesidad de erradicar la violencia contra las jóvenes y las mujeres. Desde la lucha contra el cambio climático hasta el acceso a la educación o la reivindicación de recibir el mismo salario por igual trabajo.

Aunque se han logrado enormes adelantos en lo tocante a la participación de la mujer en la vida pública y política, todavía subsisten obstáculos importantes.

Si queremos desmontar el patriarcado, debemos suprimir estas barreras.

En la vida pública y política que se desarrolla en el mundo entero, muchas jóvenes y mujeres defensoras de derechos humanos, periodistas, aspirantes o detentoras de cargos públicos o puestos de responsabilidad reciben ataques ijustificados o son víctimas de violencia de género.

Se trata de agresiones deliberadas, dirigidas contra personas a las que se considera responsables de socavar los conceptos habituales de familia o de género, o de poner en peligro los usos sociales tradicionales.

Suelen ser ataques sexistas y misóginos, que tratan de silenciar sus voces y causan profundas lesiones físicas y psicológicas

El objetivo de estas agresiones es evidente: imponer el control, perpetuar la subordinación y aplastar el activismo político y las aspiraciones de las muchachas y las mujeres.

Estos actos aborrecibles se fundamentan en estructuras de discriminación y nocivos estereotipos de género, profundamente arraigados en nuestras normas, actitudes y conductas sociales y culturales.

Usos y estereotipos que han causado terribles desigualdades, que han hecho que las mujeres y las jóvenes constituyan más de dos tercios de la población analfabeta del mundo y que las obligan a realizar las tres cuartas partes del trabajo y los cuidados domésticos.

Un estudio realizado recientemente por ONU Mujeres entre parlamentarias de 39 países reveló que el 81,8% de ellas había sufrido violencia psicológica, el 44,4% había recibido amenazas de muerte, violaciones, palizas y secuestros, y el 25,5% había experimentado violencia física.

En otro estudio reciente de la UNESCO se calculó que el 73% de las mujeres periodistas había sido víctima de violencia en Internet, incluso mediante la difusión de noticias falsas o imágenes retocadas, así como a través de amenazas verbales y ataques directos.

Distinguidos delegados,

La discriminación estructural profunda exige cambios sistémicos de gran calado. Debemos reforzar los marcos legales nacionales para velar por la igualdad de género y proteger a las mujeres de la violencia, tanto en el mundo virtual como en el material. La clave radica en la prevención.

Debemos aprobar códigos de conducta en los que no se tolere la violencia de género y establecer dispositivos eficaces para elaborar informes al servicio de quienes la padecen.

Es necesario aplicar con urgencia medidas específicas, tanto temporales como permanentes. Entre estas medidas figuran las cuotas para mujeres en la vida pública y política, las campañas de sensibilización para fomentar su participación y los esfuerzos de capacitación para aumentar su elegibilidad.

También es preciso que impugnemos las ideas arcaicas que confinan a las muchachas y las mujeres a las tareas y los cuidados domésticos. Los alicientes económicos, las medidas de protección social y las campañas de igualdad de género pueden impulsar los esfuerzos orientados a promover un reparto más equitativo de estas responsabilidades.

El acceso de calidad a la educación, un derecho humano fundamental, es una condición esencial para participar en los asuntos públicos. Sin ese acceso, no lograremos avanzar.

Sabemos que si garantizamos el acceso igualitario a una educación de calidad en los niveles secundario y terciario, reducimos las tasas de analfabetismo e incrementamos el número de mujeres en sectores tradicionalmente dominados por los hombres, tales como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, podremos generar los cambios que necesitamos.

Esto significa disponer de sistemas educativos y planes de estudio en los que las mujeres figuren como ejemplos y se haga hincapié en sus contribuciones. Me pregunto a cuántas mujeres artistas o compositoras podrían ustedes nombrar. Eso demuestra que hay un claro problema de falta de notoriedad de las mujeres y de sus contribuciones a lo largo de la historia.

Y significa además que es preciso salvar la brecha digital, en la que vemos cómo se agranda la desigualdad de género en el acceso a la red. En el mundo entero, hay ahora un 18% más de usuarias excluidas de Internet que en 2019, cuando solo eran el 11%, en comparación con los hombres.

Estimados colegas,

Hace 75 años, los dirigentes mundiales se reunieron para aprobar un texto visionario y milagroso: la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Las delegadas que estaban presentes en 1948 fueron decisivas para garantizar que los derechos de las mujeres figuraran en el documento. Hoy rindo tributo a esas mujeres participantes, porque su clarividencia todavía nos guía en la consecución de nuestras ambiciones.

Al conmemorar este aniversario, mi Oficina ha dedicado el mes de junio a poner de relieve la participación de las mujeres en la toma de decisiones.

Insto a los Estados Miembros y a este Consejo a que se comprometan a adoptar medidas específicas y transformadoras para enfrentarse a la violencia de género que afecta a las mujeres y las jóvenes en la vida pública y política, y para promover su participación y liderazgo.

Para lograrlo, debemos mejorar nuestra capacidad de innovación y ejecución.

Las mujeres constituyen la mitad de la humanidad. La igualdad de género no es solo cuestión de logros aislados que únicamente benefician a las mujeres, sino que es un empeño colectivo que beneficia al conjunto de la sociedad.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 sobre igualdad de género es claro. Sin su consecución, no lograremos completar la agenda de los ODS.

Mediante la participación activa, segura y significativa de las jóvenes y las mujeres en la vida pública, incluso en cargos de liderazgo en el sector privado, mediante sus experiencias y sus perspectivas, podremos acceder a un caudal de innovación y sabiduría que nos permita hallar soluciones más integradoras y eficaces a los desafíos que todos afrontamos.

Nuestra meta debería ser un mundo en el que cada mujer y cada joven tenga libertad para erguirse, prosperar y cambiar el curso de la historia.

Muchas gracias.

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