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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Discurso del Alto Comisionado Türk ante el Consejo Permanente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa

08 junio 2023

Pronunciado por

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

En

Consejo Permanente de la OSCE

Lugar

Viena, Austria

Sr. Presidente.
Miembros del Consejo Permanente de la OSCE,
Excelencias,
Distinguidos colegas:

Me complace estar otra vez aquí y dirigirme a ustedes en mi nueva capacidad de Alto Comisionado.

Comparto el lema de la presidencia de la OSCE: nuestra labor debe estar consagrada al pueblo. Este principio es la raíz de la causa de los derechos humanos y de sus programas.

Vivimos tiempos difíciles. Para avanzar en la dirección correcta, es preciso echar la vista atrás.

Hace 75 años, los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron un acuerdo visionario. La Declaración Universal de Derechos Humanos aclaró los valores fundamentales que unen a la humanidad y preservó al mundo de potenciales desastres.

Tras dos guerras mundiales, un genocidio y la depresión económica que lo había precedido, existía un consenso en torno a la idea de que los Estados debían asumir la responsabilidad de garantizar a todos una vida libre de miedo y de miseria.

Los Estados saben qué ocurre cuando no existe un marco normativo y de valores.

Los Estados comprendieron que la cooperación internacional era esencial para garantizar el desarrollo sostenible y equitativo, y para asegurar la paz.

Para conmemorar el 75º aniversario de este histórico acuerdo, la iniciativa Derechos Humanos 75 coordinada por mi Oficina se ha propuesto renovar el espíritu y el ímpetu que impulsaron esta visión.

Con el ánimo que esas catástrofes no vuelvan a ocurrir jamás.

En beneficio de la justicia intergeneracional.

Creo que todos lo vivimos cada día y estamos muy conscientes de ello: nos enfrentamos a crisis múltiples e interrelacionadas, con el telón de fondo de los retos geopolíticos más complejos de nuestra vida.

Recuperarnos de los retrocesos masivos en materia de derechos humanos ocurridos durante la pandemia de COVID-19.

Relanzar y reorientar la Agenda de Desarrollo Sostenible.

Rescatar la indispensable necesidad de paz.

Ahora más que nunca tenemos que revitalizar la convicción de que los derechos humanos pueden proporcionarnos una senda de salida para superar el caos.

Los derechos humanos son el lenguaje común de nuestra humanidad compartida. Son una fuerza unificadora y, al mismo tiempo, son las mejores herramientas de las que disponemos para hacer frente a los retos que afrontamos en la actualidad.

En la médula de los derechos humanos late el reconocimiento de la dignidad de las personas y la necesidad de respetarlas.

Y nuestras instituciones existen para forjar este respeto compartido hacia la dignidad de los demás.

La OSCE es una de las instituciones que simboliza este compromiso.

Compartimos una larga historia de iniciativas conjuntas.

Y hablando de contextos históricos, la primera Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa desembocó en la Declaración de Helsinki de 1975, un pacto fundamental para la paz, la seguridad y los derechos humanos en el ámbito atlántico, durante el periodo álgido de la Guerra Fría.

Esta Declaración o Acta Final de Helsinki ofreció una vía para superar las divisiones ideológicas y una senda para ampliar las libertades: libertad de pensamiento, de expresión y de reunión pacífica.

Libertad de movimiento y derecho a salir de su propio país y regresar a él.

Con el tiempo, el proceso de Helsinki dio origen a la OSCE y, al hacerlo, propició un dispositivo para fomentar los derechos humanos en los Estados participantes en el acuerdo.

Los derechos humanos constituyen la base de vuestra labor y de vuestro exhaustivo concepto de seguridad, que incorpora la “dimensión humana” de la seguridad y reconoce que no puede alcanzarse la paz y la seguridad en ausencia de derechos humanos.

Sobre la base de este ideario compartido, la cooperación entre nuestras instituciones ha dado muchos frutos. Hemos mantenido reuniones periódicas, consultas e intercambios de informaciones sobre situaciones específicas.

Compartimos una profunda preocupación en lo relativo a un conjunto de problemas, desde la prevención de conflictos hasta la libertad de prensa, la trata de personas, la igualdad de género, las repercusiones de la crisis climática sobre los derechos humanos y los derechos de las minorías. 

Juntos, hemos colaborado para impulsar la transparencia y la justicia.

Quiero expresar aquí mi reconocimiento por los intercambios recientes que he podido mantener con la Secretaria General, Helga María Schmid, y la representante de la OSCE en materia de libertad de prensa, Teresa Ribeiro.

Excelencias:

En la perspectiva de este año y del futuro inmediato, la OSCE puede desempeñar una función decisiva en la renovación del espíritu de la Declaración Universal de Derechos Humanos, al promover y aplicar una visión moderna de los derechos humanos, ajustada el siglo XXI, que haga hincapié en su carácter transformador, orientado a proporcionar soluciones, unificador y de índole más amplia y significativa que las divisiones partidistas o ideológicas.

Hace apenas dos años, la idea de que podría estallar otra guerra en gran escala en el corazón de Europa habría sido impensable.

Sin embargo, la guerra de Ucrania, que entra ya en su 16º mes, ha causado horribles sufrimientos y pérdidas de vida. Las vulneraciones del derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario se han convertido en hechos cotidianos.

Desde el comienzo del conflicto, mi Oficina ha documentado 8,983 civiles muertos y 15,442 heridos. Sin duda las cifras finales serán muy superiores.

Estas cifras son intolerables. Esta guerra es intolerable.

Este conflicto ha desgarrado la urdimbre de una nación y sus consecuencias han repercutido en el mundo entero. Los precios de los alimentos, la energía, los fertilizantes y otras materias primas esenciales siguen subiendo y ya exceden la capacidad adquisitiva de muchas personas, especialmente en los países del hemisferio sur.

Asimismo, la guerra sigue socavando la paz internacional y empuja al mundo a una política de bloques y confrontaciones, en el momento en que menos podemos permitírnoslo.

No olvidemos a qué nos enfrentamos a escala mundial. Este es un momento en que debemos aunar esfuerzos para abordar los mayores retos de la humanidad. La triple crisis planetaria. Los riesgos potenciales que entrañan la inteligencia artificial y la era digital. La reducción del espacio cívico. La oposición a la igualdad de género. El incremento de las desigualdades en los países y entre ellos, en parte a consecuencia de la pandemia. Y muchos más.

En mi opinión, las lecciones de la Historia pueden indicarnos el camino a seguir.

En este contexto, la OSCE debe desempeñar una función esencial. Por ejemplo, en lo tocante a la prevención temprana, la resolución de conflictos y la consolidación de la paz.

Compartimos este enfoque. Debemos recordar que la agenda de los derechos humanos es un programa preventivo.

Para abordar los agravios, fortalecer la gobernanza y el contrato social, y fomentar la solución pacífica de los contenciosos, todas las sociedades y comunidades deben mejorar en materia de igualdad, establecer sistemas de justicia independientes y defender el derecho de los pueblos a participar en la toma de decisiones. Comprendemos la necesidad de incrementar la creatividad y la innovación, y ese aumento no se produce cuando se limitan las libertades. La represión de la libertad no es el camino del futuro. Debemos redoblar esfuerzos para aplicar la agenda de los ODS en su conjunto. Quisiera mencionar en particular la importancia del ODS 16.

Este es el objetivo que determina la Agenda 2030 en su conjunto.

Facilitar a todos el acceso a la justicia y forjar instituciones eficaces, transparentes e inclusivas son aspectos indispensables para cultivar relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuos, tanto dentro de las naciones como entre ellas.

Porque la confianza es esencial para consolidar la paz.

Excelencias:

El objetivo principal de la iniciativa Derechos Humanos 75 que mi Oficina coordina es restablecer la confianza.

Se trata de cambiar de rumbo y reconstruir sociedades más justas, sostenibles e igualitarias, basadas en los derechos humanos.

Al hacer hincapié en los valores que compartimos, tendremos la oportunidad de superar nuestras diferencias mediante un diálogo genuino.

No hay tiempo que perder. Espero que podamos ampliar la colaboración entre la OSCE y mi Oficina, para seguir trabajando en la consecución de estas metas.

Muchas gracias, señor Presidente.

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