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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Discurso inaugural de la Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas, Ilze Brands Kehris, sobre la situación de derechos humanos de las niñas y las mujeres en Afganistán

12 septiembre 2022

Pronunciado por

Ilze Brands Kehris, Subsecretaria General de Derechos Humanos

En

la 51ª sesión del Consejo de Derechos Humanos

Distinguido Presidente,
Excelencias,
Colegas y amigos:

Me complace darles la bienvenida a este diálogo interactivo sobre la situación de derechos humanos de las niñas y las mujeres en Afganistán.

Dedico un saludo especial a las niñas y mujeres afganas que participan hoy en este diálogo y a quienes se suman al mismo a través de Internet desde Afganistán y otros países del mundo.

Es fundamental que podamos situar vuestras opiniones en el centro de nuestro debate de hoy.

La Oficina del ACNUDH se ha esforzado por congregar en este Consejo una gran diversidad de opiniones emitidas por mujeres dentro y fuera de Afganistán, a fin de que podamos escuchar sus puntos de vista y preocupaciones sobre los asuntos que afectan directamente a su vida cotidiana.

Este diálogo se centrará en la repercusión de las políticas que aplican los talibán sobre la capacidad de niñas y mujeres para disfrutar de sus derechos y libertades fundamentales. Aquí nos proponemos esclarecer los desafíos que afrontan determinados grupos de mujeres, entre ellas algunas representantes de minorías, y en la función decisiva que desempeñan las periodistas y las defensoras de derechos humanos. Asimismo, haremos hincapié en las normas que limitan el acceso de las niñas y las mujeres a la justicia y la reparación.

Desde su llegada al poder en agosto de 2021, los talibán han declarado reiteradamente que los derechos de la mujer están protegidos en el marco de la ley islámica (sharía). Sin embargo, los decretos escritos y verbales emitidos por el gobierno talibán han despojado a las niñas y las mujeres de sus derechos humanos, han excludido a las mujeres de la mayor parte de la esfera pública y han destruido la autonomía femenina.

Las escuelas secundarias para muchachas siguen cerradas y no hay indicios claros de cuando las jóvenes podrán reanudar los estudios ni si podrán hacerlo realmente. Desde que los talibán tomaron el poder, se calcula que unas 850.000 alumnas han abandonado los estudios, lo que deja a muchas de ellas en peligro de verse obligadas a un matrimonio precoz o a ser víctimas de explotación sexual o económica.

En la actualidad, Afganistán es el único país del mundo donde a las jóvenes se les niega la enseñanza secundaria. Habida cuenta de la función esencial de la educación en la infancia y la juventud, y su importancia para la sociedad en su conjunto, los talibán no solo han eliminado las oportunidades de desarrollo de las muchachas y su capacidad de vivir vidas independientes en el futuro, sino que también han malogrado la oportunidad del país para colocarse en la senda de la igualdad, la justicia, la paz y la prosperidad.

Las restricciones impuestas a la libertad de movimiento de las mujeres también afectan a las vidas de las niñas y las mujeres. Por ejemplo, la prohibición de viajar si no van acompañadas de un pariente cercano de sexo masculino (un mahram) limita gravemente el acceso de las mujeres a la atención sanitaria, en especial a la asistencia relativa a la salud sexual y reproductiva, los medios de subsistencia y la ayuda humanitaria, y reduce también su capacidad de buscar protección o amparo jurídico, o para escapar de relaciones abusivas. En este aspecto, las mujeres que carecen de parientes masculinos se ven especialmente afectadas. A las mujeres que desempeñaban cargos de funcionarias se les ha indicado que permanezcan en el hogar y, en algunos casos, se les ha pedido que designen a un hombre de la familia que pueda sustituirlas.

Las mujeres que pertenecen a grupos minoritarios étnicos, religiosos o lingüísticos, entre ellos los hazaras, tadjikos, hindúes u otras comunidades, han sido objeto de actos especiales de intimidación, acoso y discriminación, debido a los prejuicios tradicionales y los estereotipos negativos. Otros grupos de mujeres, incluso las discapacitadas, las que carecen de parientes masculinos y las jóvenes, también padecen la discriminación interseccional.

Además, los talibán han disuelto los mecanismos de seguimiento de los derechos humanos, tales como la Comisión Independiente Afgana de Derechos Humanos, y han desmantelado los tribunales especiales que atendían los casos de violencia de género y los servicios de apoyo a las víctimas. Las licencias de las abogadas han sido revocadas. Aunque la violencia de género basada en la discriminación de la mujer ha sido un problema crónico en el país, las mujeres ahora no tienen adónde dirigirse en busca de justicia y reparación. Además, se enfrentan a dificultades considerables para obtener asistencia letrada y medios de defensa en los tribunales.

Con la rápida constricción del espacio público, a la mujer afgana le resulta hoy más difícil expresar sus opiniones libremente y sin temor a represalia, por lo que la función de las periodistas y las defensoras de derechos humanos ha llegado a ser aún más esencial. Haciendo gala de un gran coraje, estas mujeres han seguido realizando su labor tanto dentro del país como en el extranjero, mediante denuncias e informes relativos a la opresión institucional y generalizada de las niñas y las mujeres que llevan a cabo los talibán.

Estamos consternados por los informes sobre agresiones a periodistas y defensoras de derechos humanos, con el fin de silenciarlas, y por los casos de detenciones arbitrarias, arrestos, torturas, malos tratos, desapariciones forzadas y asesinatos. No tenemos información alguna de que se hayan incoado investigaciones sobre esos sucesos y ningún responsable de esos actos ha comparecido todavía ante la justicia.

Espero que el diálogo que hoy inauguramos se traduzca en actos concretos y demuestre a las valerosas activistas que nos acompañan que la comunidad internacional las apoya verdaderamente. No podemos permanecer indiferentes ante el uso espúreo de los principios religiosos, que los talibán aprovechan para oprimir y discriminar sistemáticamente a las niñas y las mujeres.

Este Consejo tiene hoy la ocasión de ratificar su inquebrantable compromiso con el derecho de las niñas y las mujeres afganas a disfrutar plenamente de todos sus derechos humanos y la oportunidad de proceder en consecuencia.

Gracias.

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