Al término del año 2022, es un momento importante para hacer una pausa.

Para mirar en retrospectiva nuestro mundo en los últimos años.

Con el inicio de la pandemia de la COVID-19 y sus consecuencias, que siguen afectando a muchas personas en todo el mundo.

Exponiendo grandes vulnerabilidades en las economías y las sociedades, y llamando la atención sobre las enormes desigualdades.

El impacto del cambio climático, la contaminación y la pérdida de bosques y biodiversidad que se ha sentido en todos los rincones.

Una guerra en Europa que agrava la crisis del coste de vida en todas las regiones, incluida Asia-Pacífico, y que ha dejado a muchas personas sin saber cómo van a sobrevivir de un día para otro.

El discurso de odio, que crece sin control en la red, está generando un retroceso de los derechos humanos, incluida la igualdad de género.

Al mismo tiempo, se restringe cada vez más el espacio de la sociedad civil en la red y fuera de ella
La única lección que podemos extraer de este conjunto de retos es que los problemas globales necesitan de soluciones globales.

Nos necesitamos mutuamente.

Lo sabemos desde hace tiempo, pero es bueno recordarlo y revitalizarlo para estar preparados a la hora de dar respuesta a la complejidad de los desafíos que se nos presenten.

Y el multilateralismo es nuestro camino para conseguirlo.

Tenemos por delante la tarea de garantizar que todas las partes del sistema multilateral se adapten a su propósito. Y esto incluye el ecosistema de los derechos humanos.

Nuestras herramientas y enfoques de derechos humanos deben adaptarse si se pretende lograr un impacto real en la vida de las personas sobre el terreno, hoy y mañana.

Insto a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, en los planos individual, regional y mundial, a que encuentren formas de fortalecer el sistema internacional de derechos humanos como expresión de la universalidad de los derechos humanos que se aplican a todas las personas y en todas partes.

Los mecanismos regionales —una pieza fundamental de la arquitectura multilateral— también necesitan reforzarse.

A este respecto, espero que la presidencia indonesia de la ASEAN para 2023 incluya medidas destinadas a fortalecer la arquitectura regional de derechos humanos.

Mi Oficina está dispuesta a apoyarles en esta tarea. Veo muchas áreas de cooperación potenciales y espero con interés el establecimiento periódico de diálogos estratégicos de alto nivel con todas las instituciones regionales.

La presidencia indonesia coincide con el 75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el 30º aniversario de la Declaración y el Programa de Acción de Viena, los cuales allanaron el camino para el establecimiento de mi Oficina.

Este año de aniversario nos brinda la oportunidad de reafirmar los principios visionarios de la Declaración Universal ante los retos nuevos e incipientes.

Qué mejor momento para estimular una diversidad de voces —especialmente las de los y las jóvenes— a través de amplias consultas y participación.

Para buscar formas de reforzar y actualizar los marcos y mecanismos regionales existentes, junto con los actores de la sociedad civil y los defensores y defensoras de derechos humanos.

Los actores empresariales también tienen un papel que desempeñar en la promoción y el respeto de los derechos humanos. El compromiso de la Comisión Intergubernamental de la ASEAN sobre los Derechos Humanos con el sector empresarial será fundamental para estimular a este colectivo.

La DUDH 75 representa una oportunidad sin par para hacer balance del camino que hemos recorrido en cuanto a los derechos humanos a escala local, regional e internacional.

Para labrar un camino constructivo que nos permita avanzar, para proteger la dignidad y la igualdad de todos y todas.

Espero con interés poder trabajar juntos en el contexto de la DUDH 75 y más allá.