Comunicados de prensa Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Brutales ataques perpetrados contra los rohingyas en el norte del Estado de Rakhine - Nuevo informe de las Naciones Unidas
Informe sobre Myanmar
11 octubre 2017
GINEBRA (11 de octubre de 2017) - Los brutales ataques perpetrados contra los rohingyas en el norte del Estado de Rakhine han sido bien organizados, coordinados y sistemáticos, con el propósito no sólo de expulsar a esa población de Myanmar sino también de evitar que puedan regresar a sus hogares, concluye nuevo informe de las Naciones Unidas basado en entrevistas realizadas en Bangladesh.
En el informe, preparado por un equipo de la Oficina del ACNUDH que entrevistó a los rohingyas recién llegados a Cox’s Bazar, del 14 al 24 de septiembre de 2017, se afirma que las violaciones de derechos humanos cometidas contra la población rohingya fueron obra de las fuerzas de seguridad de Myanmar, a menudo en colaboración con elementos budistas armados de la región. El informe, que se publicó el miércoles, se basa en unas 65 entrevistas realizadas a particulares y a grupos de refugiados.
En el documento también se pone de relieve la aplicación de una estrategia “para infligir miedo y trauma profundos y generalizados, tanto físico como emotivo y psicológico” entre la población rohingya.
Más de 500.000 rohingyas han huido a Bangladesh desde que las fuerzas de seguridad de Myanmar iniciaron una operación en respuesta a presuntos ataques de militantes realizados el 25 de agosto contra 30 cuarteles de la policía y el ejército. En el informe se destaca que las “operaciones de limpieza” habían comenzado incluso antes del 25 de agosto y en fecha tan temprana como los primeros días de ese mes.
La Oficina del ACNUDH está sumamente preocupada por la seguridad de cientos de miles de rohingyas que permanecen en el norte del Estado de Rakhine, entre informes de que todavía persisten los actos de violencia, y pide a las autoridades que permitan el acceso inmediato e ilimitado de las organizaciones de asistencia humanitaria a las zonas más afectadas.
En el informe numerosos testigos afirman que las fuerzas de seguridad han incendiado aldeas enteras, han llevado a cabo ejecuciones sumarias y extrajudiciales y han utilizado el estupro y otras formas de violencia sexual, torturas y ataques contra los lugares de culto. Testigos presenciales dijeron haber visto varios asesinatos y aseguraron que algunas víctimas fueron escogidas deliberadamente mientras que otras murieron a causa de explosiones, incendios y balas perdidas.
Una niña de 12 años del pueblo de Rathedaung relató cómo “las [fuerzas de seguridad de Myanmar y algunos elementos budistas de la región] rodearon nuestra casa y empezaron a disparar. Se produjo una situación de pánico –delante de mí hirieron a mi hermana, que sólo tenía siete años-. Mi hermana gritó y me dijo que huyera. Traté de protegerla y atenderla, pero no teníamos asistencia médica en la colina y ella sangraba tanto que al día siguiente murió. Yo misma la enterré”.
En el informe se explica que, en algunos casos, antes y durante los ataques, las tropas transmitían consignas a través de altavoces: “Ustedes no son de aquí, váyanse a Bangladesh. Si no se marchan, quemaremos sus casas y los mataremos”.
Algunas informaciones fidedignas indican que las fuerzas de seguridad de Myanmar han destruido deliberadamente las propiedades de los rohingyas, atacando en particular sus viviendas, campos de cultivo, reservas de alimento, cosechas, rebaños e incluso sus árboles, para hacer casi imposible que en el futuro los expulsados puedan volver y disponer de medios de subsistencia.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, que describió las operaciones gubernamentales en la región como “un caso clásico de limpieza étnica”, también pidió al gobierno que pusiera fin a esa “cruel” operación de seguridad. Zeid afirmó que al privar a los rohingyas de sus derechos políticos, civiles, económicos y culturales, entre otros del derecho a la ciudadanía, las medidas del gobierno parecen orientadas a perpetrar “una cínica estratagema para lograr el traslado forzoso de un gran número de personas, sin dejarles la posibilidad de regresar”.
El informe señala además que se han tomado medidas para borrar toda traza de monumentos o lugares de memoria en la región donde habitaban los rohingyas, de manera que si volviesen a sus tierras sólo encontrarían un erial devastado e irreconocible.
Los informes recibidos indican además que las fuerzas de seguridad de Myanmar también atacaron a docentes, dirigentes culturales y religiosos y otras personas influyentes de la comunidad rohingya, con el fin de menoscabar su historia, su cultura y sus conocimientos.
FIN
Para leer el informe completo, ver: http://www.ohchr.org/Documents/Countries/MM/CXBMissionSummaryFindingsOctober2017.docx
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